miércoles, 29 de abril de 2020

LA LEYENDA DEL MONSTRUO DE OJOS ROJOS…




Capítulo 23: He decidido dejarte en libertad.


Aclaración: Quiero agradecer a una amiga muy especial que me ha ayudado a dar ideas para escribir esta historia, muchas gracias Kyuubi Rosana Marcolini, por estar dispuesta siempre a ayudarme, tus consejos son muy útiles para mí.

También va dedicado a: Gelen Colmenarez, fue la persona que me pidió escribir esta historia, espero que te guste amis.


Declaimer: Como siempre… Bla, bla, bla, bla, bla, bla… Los personajes de YU – GI – OH!, “No me pertenecen”… Chiquiris maquiris, son propiedad de su respectivo autor, abra cadabra, solamente lo hago porque me encanta escribir, y que ustedes se diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…

******************************

Horas más tarde…

            Buenos días. – Saludó un hombre de avanzada edad.

            Abuelito, llegas a tiempo para desayunar.

            Baia, lo veo y no lo creo, es la primera vez que los veo juntos cocinando.

            Eso es porque… – No sabía que decirle, hasta que alguien más intervino.

            Debería de agradecérselo a Rebecca, ella nos insistió en que habláramos anoche.

            ¿Y dónde está?

            Fue a la tienda a comprar pan.

            Bueno, pues déjenme felicitarlos, me da gusto ver que se lleven bien.

            No es para tanto abuelito.

El hombre estaba por decir algo, hasta que fue interrumpido por alguien más.

            Ya estoy aquí, espero que no me haya tardado demasiado.

            Claro que no Rebecca, llegas justo a tiempo.

            Qué bueno Shādī. Oh, buenos días don Solomon, discúlpeme no lo había visto.

            Buenos días Rebecca, quiero agradecerle por lo que hizo anoche.

            ¿Eh? ¿Exactamente qué fue lo que hice anoche?

            Tuvimos que decirle a don Solomon que tú nos obligaste a que Yūgi, y yo conversáramos anoche. – Contestó uno de los presente evitando que no metiera la pata.

            Ah, es verdad.

            Será mejor que desayunemos antes de que se enfríe.

            Muchas gracias Yūgi. – Respondieron al unísono y se sentaban en la mesa para comenzar a comer.

******************************

En alguna parte del mundo…

            Buenos días amor, ven siéntate, te he preparado lo que a ti más te gusta.

            Gracias amor. – Respondió algo preocupado.

            ¿Mahādo, qué ocurre?

            Cuando estábamos enojados, me pasó algo. – Tenía la mirada en el suelo.

            Siéntate por favor, estás algo pálido.

            Gracias.

            ¿Puedes contarme qué es eso que te ocurrió?

            Shada, algo le pasó a mi amigo.

            ¡No puede ser! – Exclamó sorprendido. – ¿Estás seguro?

            Si. – Sintió un gran nudo en su garganta al contestar.

            ¿Tienes alguna idea de lo que le ocurrió?

            No.

            Entonces, cómo es que estás seguro que algo malo le sucedió.

            El medallón tiene un nuevo portador.

La otra persona se quedó boquiabierto por lo que le contaba su pareja.

            Dime que no es cierto lo que me estás diciendo.

            Por desgracia… – Lo miró directamente a los ojos. – Por desgracia sí.

            Pero tú mismo sabes lo que eso significa. – Hacia lo posible para no alterarse.

******************************

Horas más tarde…

Un joven de cabellos negros y ojos azules, comenzaba a abrir sus ojos, por alguna extraña razón se sentía algo confundido, sentía que todo le daba vueltas, intentó levantarse pero una voz lo detuvo.

            No debes levantarte, el doctor dijo que tenías que quedarte en cama.

            ¿Qué fue lo que pasó?

            Tu hermano te escuchó en la madrugada que te quejabas mucho, y cuando vino a verte a tu cuarto tenías mucha fiebre.

            ¿Seto, estuvo aquí?

            Si, entre él y yo nos turnábamos para cuidarte y bajarte la fiebre.

            ¿Dónde está Joey? – No obtuvo respuesta. – Contéstame Yami, ¿dónde está?

            Por ahora tienes que descansar.

            No, de ninguna manera pienso quedarme aquí. – Se levantaba de la cama como podía.

            Hazme caso Mokuba, no debes de levantarte, es por tu bien.

            Déjame Yami, iré afuera para saber qué le pasó a Joey.

            Mira que si tu hermano te ve fuera de la cama, podría… – No terminó de hablar ya que su primito se había levantado para salir de la habitación. – Este niño, por qué demonios nunca me escucha. – Dio un fuerte suspiro y decidió ir detrás del joven.

El pelinegro llegó al lugar donde se encontraba la jaula, pero al llegar…

            ¿Qué significa esto? – Preguntó un tanto temeroso.

            ¡Mokuba, qué haces fuera de la cama!

            ¿Dónde está Joey? – Sus ojos comenzaron a humedecerse, en ese momento su primo estaba llegando.

            ¿No se suponía que lo estabas cuidando? – Lo cuestionó molesto el castaño.

            Ya lo conoces como es, el nunca escucha a nadie.

            Que alguien me conteste por favor, ¿dónde está Joey?

            Mokuba, eres un inconsciente, toda la mañana has tenido fiebre, tu no deberías de estar aquí.

            Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… Al diablo mi salud hermano, necesito saber qué le hiciste al dragón.

            Cálmate quieres. – Intentó acercársele.

            Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… No me toques, y contesta mi pregunta.

            Ese animal ya no está aquí, tú mismo lograste ver que se estaban llevando la jaula.

            Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… ¿Dónde está?

            Mokuba. – Intervino la otra persona. – Escucha por favor.

El menor lloraba más imaginándose lo que su primo estaba a punto de decirle.

            Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… No… Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… No, no, no, no… Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif…

            Cálmate pequeño. – Lo abrazó con todas sus fuerzas. – Mokuba.

            Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… Déjame, no quiero saber lo que me vas a decir, de seguro es mentira… Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif…

            Cálmate por favor, y escúchame.

            Ya dile de una vez en dónde está ese animal Yami. – Se metió en la conversación el ojiazul.

            No vez cómo está tu hermano. – Le respondió molesto.

            Snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif, snif… ¿Él está bien? – Los miraba tristemente.

El mayor dio un fuerte suspiro, se acercó un poco a su hermano para poder hablar con él.

            Acompáñame. – Fue lo único que le pudo decir.

******************************

            ¿Por qué estás tan callada?

            Eh…

            ¿Qué pasa contigo Rebecca?

            Discúlpame Yūgi, qué me decías.

            Has estado callada toda la mañana y quiero saber la razón.

            Estaba pensando…

            ¿En qué?

            Pensaba en ese extraño sueño que tuviste.

            No entiendo qué tiene que ver.

            Parecerá una locura esto que voy a decirte, pero recuerdas el lugar donde te encontrabas.

            La verdad es que era un lugar extraño, era obscuro, sombrío, no se miraba nada.

            Me acuerdo que me contaste que lograste tocar el suelo, me puedes describir como lo sentiste.

            No lo sé, no puedo recordar muy bien, además en ese momento estaba todo mojado, y asustado.

            Ya veo.

            ¿Por qué me preguntas todo eso?

            Pensé que tal vez ahí podíamos encontrar una pista.

            Lamento decepcionarte pero…

            Anda Yūgi, dilo.

            Esa persona no dejó nada a la imaginación, sabía muy bien lo que estaba haciendo.

            ¿Qué quieres decir?

            Se aseguró en no dejar ni una pista, y en mantener su identidad bien oculta.

            Entiendo… Lo que significa que…

            Nuevamente estoy solo para realizar mi siguiente tarea. – Desvió un poco la mirada.

            Hey, te recuerdo que no estás solo, me tienes a mí, y yo te voy a ayudar.

            Muchas gracias Rebecca, eso era justo lo que quería escuchar de ti.

            No tienes nada que agradecerme. Por cierto…

            Si dime.

            Volverás hacer las paces de nuevo con Shādī.

            Aun no lo sé.

            ¿Por qué?

            Son muchas cosas, que tú no entenderías.

            Yūgi, deja de tratarme como un bebé, y dímelo de una vez.

            Te prometo que un día te lo contaré todo, pero por el momento no quiero hablar de eso.

            Está bien, pero conste que me diste tu palabra.

            Si.

******************************

Casa de la familia Mutō.

            Shādī.

            Se le ofrece algo don Solomon.

            ¿Podemos hablar?

            Por supuesto que sí.

            Vamos a mi habitación.

            Si.

Una vez que llegaron al lugar…

            Siéntate en la orilla de la cama por favor.

            De acuerdo. – Hubo un breve silencio, hasta que el moreno decidió reanudar la conversación. – Disculpe, sobre qué quería hablar conmigo.

            Antes de decírtelo, debes prometerme que no le dirás nada a Yūgi.

            Y puedo saber la razón.

            Te prometo que lograrás entenderlo una vez que nuestra conversación finalice.

            En ese caso, le doy mi palabra.

            Gracias. Déjame decirte que anoche sin querer pude escuchar la plática que se tenían entre ustedes.

            ¿Qué?

            Por favor, no me digas nada por ahora y permíteme continuar. – La otra persona asintió con la cabeza. – Como te iba diciendo, anoche escuché toda la conversación, incluso supe el sueño que tuvo mi nieto y sobre su segunda misión.

            Disculpe que lo interrumpa pero… – Se quedó callado por un segundo. – ¿Que piensa al respecto con todo lo que le ha pasado a Yūgi?

            A ese punto quiero llegar.

            Por favor continúe.

            Quiero que le digas a mi nieto que desista de esa búsqueda tan absurda en buscar al ser que posee ojos de rubí. – Manifestaba seriamente el hombre, dejando al otro con la boca abierta.

            ¿Perdón, cómo dijo?

            Sé que suena una locura, pero lo estoy haciendo por el bien de mi nieto.

            Con todo respeto señor, si no me aclara las cosas no podré entenderle, y no cumpliré su petición.

            Shādī, escúchame por favor, lo que ustedes quieren hacer es algo imposible.

            ¿Por qué?

            Olvídense de esa tarea, olvídense de todo.

            ¿Por qué don Solomon?

            No es más que una fantasía, y lo que conseguirán es perder su tiempo.

            No lo sé, siento que hay algo más y usted me lo está ocultando.

            Por un demonio Shādī, hazme caso lo que te estoy diciendo.

            Lo haría con gusto si tan sólo me dijera la verdad, no puede llegar así nada más y decirme que desistamos de una búsqueda.

            Será una búsqueda sin sentido.

            ¿Por qué piensa eso? Dígamelo por favor don Solomon.

El hombre dio un fuerte suspiro, se dio la media vuelta para caminar en dirección hacia un baúl viejo que tenía en su habitación, en cuanto llegó lo abrió, y ahí sacó un extraño libro. Pasó su mano sobre el libro para desempolvarlo, caminó nuevamente hacia donde estaba el moreno, y ahí le mostró algo.

            ¿Qué significa esto? – Preguntaba incrédulo.


Continuará…



N/A: ¿Qué le habrá ocurrido al dragón? ¿Qué significará de que el medallón tenga un nuevo portador? ¿El sueño de Yūgi tendrá relevancia con lo que ha estado buscando? ¿Podrá Yūgi hacer las paces con Shādī? ¿Por qué no quiere Solomon que continúen con la segunda búsqueda? ¿Qué le habrá enseñado Solomon a Shādī? ¿Qué decisión tomará Shādī después de ver aquello? Todo esto y más lo iremos descubriendo en los siguientes capítulos. Muchas gracias por apoyarme en esta historia, no olviden dejar sus comentarios, y sugerencias que serán bien recibidas y con mucho gusto les responderé.

Me despido de ustedes con mucho cariño, les mando un fuerte abrazo virtual, y muchos besos virtuales. Un pequeño recordatorio: No olviden lavarse las manos con agua y jabón y usar siempre mascarillas y guantes, pero sobre todo… QUÉDENSE EN CASA. Ahora sí, me despido.

Atte.:

             KAT.




P.D.: Agradecerles infinitamente por haberme acompañado durante todo el mes de abril, espero que todos los capítulos que han leído hayan sido de su agrado. Mañana daré por finalizada la segunda fase, y el primero de mayo les subiré un nuevo capítulo de esta historia. Luego de eso, quiero que me digan… ¿Qué historia les gustaría que continuara? Prefieren la que se titula: Sin cachorro… No hay navidad, o prefieren esta que se titula: La leyenda del monstruo de ojos rojos. Les aseguro que complaceré todas sus sugerencias que me hagan.




No hay comentarios:

Publicar un comentario