viernes, 23 de septiembre de 2022

LA LEYENDA DEL MONSTRUO DE OJOS ROJOS…



Capítulo 50: Un Dragoniño viviendo en la mansión de la familia Kaiba… IV parte

 

 

Declaimer: Como siempre… Bla, bla, bla, bla, bla, bla… Los personajes de YU – GI – OH!, “No me pertenecen”… Chiquiris maquiris, son propiedad de su respectivo autor, abra cadabra, solamente lo hago porque me encanta escribir, y que ustedes se diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…

 

******************************

 

El fin de semana pasó muy rápido, para algunas personas fue de lo peor, mientras que para otras se alegraban de que se terminara. Un hombre y un joven entraban en una casa y durante el camino no habían hecho otra cosa que discutir…

 

         ¿POR QUÉ NUNCA ME ESCUCHAS?

 

         PORQUE YA ESTOY CANSADO DE TUS ESTÚPIDAS MENTIRAS.

 

         NO TE HE MENTIDO EN NINGÚN MOMENTO.

 

         YA CÁLLATE, NO ME INTERESA SABER TUS RIDÍCULAS EXCUSAS.

 

         AL MENOS MÍRAME CUANDO TE HABLO.

 

         VETE AL DIABLO.

 

         OYE, ¿A DÓNDE VAS? TÚ Y YO NO HEMOS TERMINADO DE HABLAR.

 

         PUES YO CONTIGO SÍ.

 

         YŪGI, VEN ACÁ EN ESTE INSTANTE.

 

         ¿POR QUÉ NO MEJOR TE VAS A GRITARLE A REBECCA? YA DÉJAME EN PAZ.

 

         DEJA DE COMPORTARTE COMO UN NIÑO CAPRICHOSO. TODO LO QUE ESTOY HACIENDO ES POR TU BIEN.

 

         ¿Por mi bien, dices? – Detuvo su caminar para verlo a los ojos. – JA, NO ME HAGAS REÍR SHĀDĪ, SI FUERA POR MI BIEN NO LE PRESTARÍAS MÁS ATENCIÓN A REBECCA. NO TIENES         IDEA DE CÓMO ME ARREPIENTO DE HABER IDO A ESE ESTÚPIDO BOSQUE A ACAMPAR CON USTEDES. LO ÚNICO QUE HAS HECHO ES ARRUINAR MI VIDA.

 

         NO PUEDO CREER LO QUE ME ESTÁS DICIENDO, ERES UN…

 

         ¿Qué sucede aquí? – Intervenía el dueño de la casa, ya que al escuchar los gritos decidió por ir a ver lo que estaba pasando.

 

         Don Solomon… Yo…

 

         Anda, dile a mi abuelito todo lo que ha pasado. – Lo retaba furioso.

 

         ¡Yūgi! ¿Qué fue lo que te pasó? – Se acercaba a su nieto para asegurarse de que estuviera bien.

 

         Estoy bien abuelito, no es nada.

 

         Pero mírate no más, estas todo lastimado y tienes un gran raspón en tu rodilla.

 

         Eso se lo deberías de preguntar al idiota de Shādī. Discúlpame abuelito pero me voy a mi habitación. Quiero estar solo.

 

En cuanto el joven se fue, el anciano se le quedó mirando a la otra persona.

 

         ¿Y bien?

 

         Le prometo que le contaré todo, pero antes necesito ir a mi cuarto a descansar un poco.

 

         De acuerdo Shādī, ve.

 

         Gracias, con su permiso.

 

         “Me pregunto, ¿qué les habrá pasado para que hayan entrado discutiendo?” – Se quedó pensando para sí mismo.

 

******************************

 

En algún lugar de Ciudad de Japón…

 

         Hola, buenos días.

 

         Hola Noah. – Respondió desganado.

 

         Mokuba, no estés triste, no me gusta verte así.

 

         Lo siento mucho Noah, no puedo evitarlo.

 

         No es necesario que te disculpes, se cómo te sientes.

 

         ¿De verdad no estás enfadado?

 

         ¿Por qué debería de estarlo?

 

         ¿Cómo que por qué? Ya no te acuerdas que mi hermano me prohibió jugar los videojuegos de realidad virtual.

 

         Tienes razón. – Se quedó pensando por un momento. – Pero sabes…

 

         ¿Qué?

 

         Al menos no me prohibió que llegara a visitarte a tu mansión. – Medio le sonrió.

 

         Eso es cierto, aunque no dejo de pensar en todas las cosas que mi hermano le dijo a Joey.

 

         Ya no pienses en eso, yo considero que tarde o temprano, tu hermano se dará cuenta que todo lo que Joey hace, para él es nuevo. Ya verás que pronto se le pasa el coraje.

 

         ¿De verdad lo crees?

 

         Claro que sí.

 

         Gracias por animarme.

 

         De nada, ahora vayamos a nuestro salón antes de que las clases comiencen.

 

         Está bien.

 

******************************

 

Mansión de la familia Kaiba…

 

En una de las habitaciones de la mansión se encontraba un joven alto, cabellos rubios, ojos mieles, el color de su piel era gris perla, desde que ocurrió aquel incidente había decidido no volver a salir de su cuarto, ya no quería meterse en más problemas y quizás lo mejor para él era quedarse en ese lugar. Volteó a ver la mesita de noche y ahí se encontraba el desayuno que su amigo le había llevado, pero ni siquiera lo tocó. Suspiró por enésima vez en lo que se miraba sus manos que las tenía vendadas y su mente no dejaba de recordar las palabras de su amigo…

 

FLASH BACK

 

         No llores, Joey. – Trataba de consolarlo.

 

         Tal parece que no hago nada bien. – Lloraba desconsoladamente.

 

         No digas eso, es sólo que… – Buscaba las palabras correctas para animarlo un poco. – Creo que mi hermano no entiende el por qué haces todas esas cosas.

 

         ¿Y tú si las entiendes? – Se atrevió a mirarlo a los ojos.

 

         Si, aunque al principio no lo entendía. Pero hubo una ocasión en que mi primo me hizo ver el por qué actuabas así.

 

         ¿Qué fue lo que te dijo?

 

         Él me dijo que quizás todo esto sea nuevo para ti, y que tú lo único que quieres hacer es ir conociendo más cosas, explorar más lugares, comer toda clase de comida, aprender cómo es la vida en el exterior.

 

         ¿De verdad te dijo todo eso?

 

         Así es. – Le limpiaba sus lágrimas con sus manos.

 

         Discúlpame por ocasionarte tantos problemas.

 

         No digas eso, tú no me ocasionas ningún problema. – Le sonrió con cariño. – Déjame decirte que desde que llegaste a nuestras vidas nos has dado muchas aventuras y diversión.

 

         ¿En serio?

 

         Así es. Creo que podría decir que ambos estamos conociendo la vida del otro.

 

         No lo había pensado de esa manera.

 

         Tú no te preocupes por nada, te prometo que todo va estar bien.

 

         Muchas gracias. – Se quedó callado por un momento, luego continuó hablando. – Hay algo que me gustaría preguntarte.

 

         ¿Qué?

 

         Tu hermano dijo que esa cristalería era muy costosa, ¿a qué se refería?

 

         Se estaba refiriendo a que vale mucho dinero.

 

         ¿Dinero?

 

         Si, como este. – Se sacaba un billete de una de las bolsas de su pantalón.

 

         Oooohhhh… – Agarró el billete para verlo de cerca. – ¿Con este trozo de papel podría pagar todo lo que rompí?

 

         Vas a necesitar muchos de estos trozos de papel para poder pagar esa cristalería fina.

 

         Ya veo. – Bajó la mirada.

 

         No debes de preocuparte, estoy seguro que mi hermano nunca te cobraría por esa vajilla rota.

 

         No estoy tan seguro de eso. – Musitó.

 

         Joey…

 

         Te puedo pedir un favor.

 

         Claro.

 

         ¿Me dejas quedarme con este papelito?

 

         Claro que sí, es más, te lo regalo es todo tuyo.

 

         Gracias.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

Al recordar la conversación de su amigo, también recordaba algunas cosas que le decía su padre y eso lo obligó a tomar una decisión bastante difícil para él… Pero antes de hacerlo, alguien estaba entrando a su habitación.

 

******************************

 

En algún lugar de Ciudad Domino…


Una joven, cabello rubios y ojos azules entraba a su mansión muy disgustada, era tanta su cólera que se fue directamente a su habitación, sin embargo, en el camino fue interceptada por otra persona.

 

         Rebecca, hija, ¿cómo te fue?

 

         Me fue de lo peor, ni te imaginas por todas las cosas que tuve que pasar, padre. – Contestó molesta.

 

         ¿Qué fue lo que pasó?

 

         Discúlpame padre pero preferiría no hablar sobre ese asunto.

 

         ¿A dónde vas?

 

         A mi habitación a ver si logro tranquilizarme un poco.

 

El hombre la vio marcharse y a la vez se quedó pensando…

 

         “¿Qué habrá ocurrido en el campamento para que venga tan molesta?”

 

******************************

 

         ¿Piensas quedarte aquí encerrado todos los días?

 

         Ya estoy acostumbrado. – Respondió cabizbajo.

 

         Ni siquiera has bajado para comer, y no has tocado la comida que Mokuba te trajo.

 

         No tengo hambre. – Manifestó casi en un susurro.

 

El hombre dio un fuerte suspiro para luego acercarse al joven, pero se detuvo al ver como el otro se alejaba de él.

 

         No deberías tenerme miedo. – Hablaba con autoridad.

 

         No puedo evitarlo. – Seguía dando unos cuantos pasos hacia atrás.

 

         Escucha, creo que no debí de haberte gritado.

 

         Supongo que me lo tenía bien merecido. – Mantenía la cabeza agachada para ocultar sus lágrimas.

 

         Debes entender que lo que hiciste estuvo mal, pudiste lastimar a alguien. – Hacia lo posible para que su voz sonara neutra. – De hecho, te hiciste daño al caer.

 

         Qué más da, a nadie le importa si me lastimo o no, y eso se debe a que mi cuerpo puede resistir toda clase de golpes y heridas.

 

         Perro tonto. – Se acercó a él para abrazarlo. – Me asusté mucho cuando vi que te estrellaste contra ese estante.

 

         ¿Por qué? – Se atrevió a levantar la cabeza para verlo a los ojos.

 

         Porque me preocupé que salieras gravemente herido.

 

         ¿De verdad se preocupó por mí?

 

         Así es. – Acariciaba su rostro para limpiarle sus lágrimas.

 

         ¿Por qué? No lo entiendo.

 

         ¿Qué es lo que no entiendes?

 

         ¿Por qué se preocupó por mí?

 

         Quiérase o no sigues siendo un niño.

 

         ¿Aunque tenga esta apariencia?

 

         Tu apariencia es lo que menos me importa, lo único que importa es que te vea como un niño.

 

         Gracias, es la primera vez que alguien me dice algo tan bonito. – Intentó sonreírle un poco.

 

         Ven, quiero que te sientes en la cama para revisarte las heridas de tus manos.

 

         Está bien.

 

******************************

 

En algún lugar de Ciudad Domino…

 

En una de las mansiones de la ciudad, se escuchaba el sonido de un teléfono que sonaba constantemente, hasta que finalmente una persona decide contestar.

 

         Buenos días, Arthur.

 

         Solomon, justamente estaba pensando en llamarte.

 

         Tal parece que los dos tuvimos la misma idea.

 

         Así parece amigo.

 

         La razón de mi llamada es para preguntarte, ¿cómo llegó tu hija?

 

         Llegó toda golpeada, sucia, con arañones en sus brazos y muy molesta.

 

         Yūgi, también llegó de la misma manera.

 

         Oh, entiendo.

 

         ¿Lograste hablar con tu hija?

 

         Todavía no, me dijo que se iría a su cuarto a calmarse un poco.

 

         Es una lástima, yo te llamaba para preguntarte si habías averiguado algo sobre lo que pasó en el campamento.

 

         Aun no averiguo nada porque decidí dejarla a que ella sola se tranquilice.

 

         Entiendo. – Hubo un pequeño silencio. – ¿Podría pedirte un favor?

 

         Claro, dime de qué se trata.

 

         Si logras hablar con tu hija, quiero que me cuentes todo.

 

         Tú no te preocupes por nada, en cuanto sepa algo yo te llamo. Pero si tú llegas a saber algo…

 

         Te prometo que en cuanto sepa algo te llamaré en seguida.

 

         Quedamos así entonces.

 

         Si. Adiós, cuídate.

 

         Tu también.

 

******************************


         Baia, tus heridas están sanando muy bien. – Decía en lo que terminaba de vendarle las manos. – En un par de días estarás como si nada.

 

         Gracias.

 

         He terminado, ahora te dejaré para que puedas comer y luego descanses un poco. – Se levantaba de la cama.

 

         Espere por favor. – Le agarró el brazo para detenerlo.

 

         ¿Qué sucede? – Lo volteó a ver.

 

         Antes de que se me olvide. – Se levantó de la cama para abrir una de las gavetas de la mesa de noche. – Mokuba me dijo que con este papelito podría pagarle todo los daños que le he ocasionado.

 

El hombre medio sonrió para luego decir…

 

         Para pagar todos los daños necesitarás mucho dinero. Y lo que tienes en la mano enantes y te alcanza para comprar una que otra golosina.

 

         Lo sé. – Respondió cabizbajo. – Pero puedo pagarle de otra manera. – Manifestó algo temeroso y melancólico al mismo tiempo.

 

         ¿Ah, sí? ¿Y según tú, cómo podrías pagarme? – Lo cuestionó con sarcasmo.

 

         Bueno… Yo… – Desvió un poco su mirada. – Mi padre solía decirme que mi pelaje de dragón puede llegar a valer mucho dinero si se utiliza adecuadamente.

 

         ¿Por qué me dices todo esto?

 

         Porque no quiero que esté enojado con Mokuba, ni conmigo. Y, si usted quiere puede cortar parte de mi pelaje para…

 

         PERRO ESTÚPIDO. – Gritó molesto. – NO ME INTERESA EN ABSOLUTO TU ESTÚPIDO PELAJE PORQUE NO ME SIRVE PARA NADA.

 

         Pensé que sería una buena idea para poderle pagar todos los daños que le he ocasionado. – Sin poderlo evitar sus ojos empezaban a humedecerse. – Que tal vez le podría servir para algo.

 

         Escucha cachorro. – Le dijo sin pensarlo. – Cuando dije que no me serviría me estaba refiriendo a que no tienes que preocuparte por eso, no tienes que pagarme nada.

 

         Pero…

 

         Pero nada, y en cuanto Mokuba llegue de la escuela hablaré con él para decirle que ya no estoy enojado.

 

         ¿Es en serio? – Preguntaba atónito.

 

         Claro que sí.

 

         Muchas gracias. – Se limpiaba sus lágrimas con una de sus manos.

 

         Creo que me llevaré tu desayuno para que puedan calentártelo en la cocina y luego te lo traeré.

 

         ¿Puedo ir con usted?

 

         De acuerdo, vamos.

 

El ojiazul se dirigió a la mesa de noche donde estaba la bandeja, en cuanto la agarró comenzó a caminar hacia la puerta, en el trayecto lo seguía el rubio, pero al salir de la habitación por alguna extraña razón el joven comenzó a sentirse mal.

 

         Oye, ¿qué tienes? – Preguntaba angustiado.

 

         No… Lo… Sé… – Jadeaba al hablar. – Hace mucho calor aquí afuera.

 

         Claro que no, no está haciendo mucho calor, anda camina.

 

         Si.

 

Ambos comenzaron a caminar, y antes de llegar a las escaleras el rubio no pudo más y cayó al suelo inconsciente. Dejando a un castaño todo preocupado.

 

 


Continuará…

 

 


N/A:



KAT: Como me gusta ver que el gato pulgoso se preocupe mucho por su cachorro.

 

SETO: Eres una entrometida. – La mira intimidante a los ojos.

 

KAT: No lo soy, únicamente me preocupo por mi cachorro.

 

SETO: ¿Cómo que tuyo? Te advierto que ese perro callejero es todo mío.

 

KAT: Yo creo que no… – Le responde sarcásticamente.

 

SETO: ¿Qué dijiste?

 

JOEY: Tranquilo Seto, no te enfades, no vez que te está molestando.

 

KAT: Mi lindo cachorro salió a defenderme, ¡qué lindo! – Pone cara de enamorada.

 

SETO: Por qué demonios la defiendes.

 

JOEY: Porque avalo su punto de vista, tienes que cuidarme más.

 

El hombre se pone rojo como tomate al oír las palabras de su cachorro.

 

KAT: Tal parece que le comieron la lengua a cierto gato pulgoso. – Se atreve a molestarlo.

 

SETO: ¡TÚ CÁLLATE! – Le grita molesto. – Y tú, nos vamos de aquí ahora mismo.

 

JOEY: Espera Kaiba, ¿a dónde me llevas?

 

SETO: A enseñarte buenos modales.

 

KAT: Ejem, ejem… En lo que ellos dos arreglan su “pequeño problema”, aprovecho la ocasión para invitarlos a que el próximo viernes no se pierdan la continuación de esta interesante historia. Muchísimas gracias por tomarse su tiempo en leerla y por todo el apoyo que me brindan. Cuídense mucho, pórtense bien y cualquier duda que tengan pueden dejarme sus comentarios que yo con gusto les responderé. Les mando muchos besos virtuales y un fuerte abrazo desde la distancia.