viernes, 4 de diciembre de 2020

SIN CACHORRO… NO HAY NAVIDAD…



Capítulo 58: La habitación prohibida…

 

 

Declaimer: Noticia de último momento… “YU – GI – OH!, No es mío”… Mucho menos sus personajes… Son propiedad de su respectivo autor, pero toda la trama de esta historia si es creada por mí. Amo inventarles historias nuevas a mis queridos personajes, es una manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de poderlo compartir con todos ustedes.  ^_^

 

******************************

 

8 años y medio atrás…

 

         Esta será tu habitación, podrás ir y venir a dónde tú quieras, tienes acceso a casi toda la mansión, en el jardín de atrás se encuentra la piscina, cuando quieras podrás nadar en ella, a lado derecho se encuentra mi alcoba, y enfrente se encuentra la de Mokuba. Solamente te pediré una sola cosa.

 

         Ya sé qué es lo que me vas a pedir. – Su voz se escuchó temblorosa, éste tenía la mirada agachada, estaba nervioso, y asustado, y pensó que tal vez el ojiazul le iba a ordenar que lo complaciera todas las noches. – Haré todo lo que me digas, sólo, por favor, por favor, te suplico que no me lastimes. – Fue lo último que dijo antes de romper a llorar.

 

El CEO al escucharlo, sintió un gran nudo en la garganta, y lentamente agarró la barbilla del rubio para que éste pudiera verlo a los ojos, una vez que ambos se miraron el mayor le dijo:

 

         Tranquilo, no llores, no pienso lastimarte cachorro. – Con sus manos empezaba a limpiar su carita de las lágrimas que caían de esos hermosos ojos mieles, lo abrazó fuertemente diciéndole… – No tengas miedo, aquí nadie te hará daño, te lo prometo. – Acariciaba su rubia cabellera suavemente. – Y según tú… ¿Qué era lo que te iba a pedir? – Cuestionó curioso.

 

El muchacho no supo qué contestar, y no quería hacer enojar al castaño, así que respondió…

 

         Perdóname Kaiba. – Volvió a mirar hacia abajo. – ¿Cuál es la única condición que me exigirás?

 

         Cómo te iba diciendo, tienes acceso a casi toda la residencia, a excepción de un sólo lugar. No quiero, óyeme bien, no quiero, bajo ninguna circunstancia vayas a entrar en la última habitación que se encuentra por los pasillos de la parte de atrás de la mansión. Por lo demás, puedes ir y venir a donde tú quieras.

 

         ¿Esa es la única condición que me pedirás? – Preguntó un poco sorprendido.

 

         Claro que si cachorro, como te dije antes, a partir de ahora vivirás aquí, cualquier cosa que necesites simplemente házmelo saber que yo me ocuparé de todo.

 

         Kaiba, Yo… – El rubio se aferró a los brazos del CEO ya que aún éste lo tenía contra su pecho, el mayor pudo sentir como su adorado cachorro temblaba, sabía a la perfección que él seguía muy asustado, y no era para menos, se había prometido así mismo ayudarlo a que fuera el mismo de antes, y tal vez, sólo tal vez, un día lo viera sonreír de nuevo.

 

         Dime Seto cachorro, por favor, quiero que me llames por mi nombre. – Le habló tiernamente, para tranquilizarlo.

 

El ojimelado, se separó un poco para poder verlo, se quedó un tanto pensativo, y únicamente asintió con la cabeza mientras susurraba…

 

         Así lo haré, Seto.

 

         Ven, será mejor que descanses en tu habitación, has de estar muy cansado, más tarde vendré avisarte cuando la comida esté lista.

 

Una vez que Joey se había acostado en la cama, el mayor estaba por salir, pero el rubio le pidió que se quedara con él, al menos hasta que estuviera profundamente dormido. Y éste aceptó gustosamente en hacerle compañía; porque él tampoco quería dejarlo solo.

 

Y así; fueron pasando los días, y los meses, poco a poco el joven exploraba la mansión, al principio le daba mucho miedo, sobre todo por los empleados que trabajaban ahí. Era muy callado, y tímido, no hablaba con nadie, cuando el ojiazul se iba a trabajar a la Corporación Kaiba, él se encerraba por completo en su habitación, y únicamente salía cuando Mokuba o Seto estaban en la residencia.

 

Cuando empezaba a andar por ahí, al comienzo se perdía, especialmente en el jardín, ya que era muy grande, y hermoso a la vez. En uno de sus paseos matutinos; encontró la habitación “Prohibida”. Se preguntaba así mismo, ¿por qué era el único cuarto al que él no podía entrar? ¿Qué era lo que había ahí? ¿Qué misterio había detrás de esa puerta? ¿Acaso habría algún secreto oculto que Seto no quería que nadie más supiera?

 

Días después…

 

Varias personas se encontraban almorzando en la mesa del comedor, todos estaban callados y únicamente se escuchaban los ruidos de platos y vasos cuando eran puestos sobre la mesa. El silencio era tan incómodo que uno de los presentes intentó hablar.

 

         Dis… Disculpe…


         ¿Qué sucede cachorro?

 

         Yo…

 

         Joey, ya deberías de irte quitando el miedo, si algo te molesta o no te gusta tienes que decirlo.

 

         Perdón… – Bajó la mirada.

 

         Hermano, no seas tan duro con él, debes de comprender que todo esto es nuevo para Joey.

 

         Ya lo sé Mokuba, pero ya lleva casi tres meses viviendo aquí, y sigue sin salir de la habitación cuando nosotros no estamos.

 

         Dale tiempo hermano, verás como poco a poco se irá adaptando.

 

         POR UN DEMONIO MOKUBA, ¿CUÁNTO TIEMPO MÁS NECESITA PARA QUE SE VAYA ADAPTANDO? – Sin darse cuenta alzó la voz, y había dado un golpe muy fuerte a la mesa con su puño.

 

         Perdón, yo no quiero causarles problemas. – Manifestó con lágrimas en los ojos y se levantó de la mesa rápidamente.

 

         JOEY, ESPERA. – Le gritó el pelinegro. – Espero que estés satisfecho por lo que acabas de hacer hermano. – Se levantó de la mesa, muy molesto.

 

         Por un demonio, ¿por qué no puedo ser paciente? – Se decía así mismo en lo que se levantaba de la mesa para ir a la habitación del rubio.

 

En cuanto llegó al lugar decidió tocar la puerta antes de entrar.

 

         Cachorro, abre la puerta por favor, Joey, ábreme la puerta por favor.

 

         Pierdes tu tiempo. – Se escuchó una voz detrás del ojiazul.

 

         ¿A qué te refieres con eso?

 

         Joey no está en su habitación.

 

         Tonterías, vi claramente cómo se dirigía hacia acá.

 

         Eso es lo que supuestamente viste, pero él no está ahí.

 

         Ya verás que sí. – Decidió entrar a la habitación, se sorprendió un poco que las luces estuvieran apagadas. Las encendió para luego entrar. – Joey. – Caminaba lentamente y a la vez miraba a su alrededor. – Cachorro sal, no estoy enojado.

 

         Acabo de decirte que él no está aquí.

 

         Entonces dime en dónde está.

 

         No lo sé.

 

         Oh vamos Mokuba, ¿cómo que no lo sabes?

 

         Tú no te has dado cuenta, cada vez que Joey tiene miedo suele esconderse para no ser encontrado.

 

         ¿Qué tonterías estas diciendo?

 

         No es ninguna tontería.

 

         ¿Por qué haría algo así?

 

         Supongo que lo hace para protegerse.

 

         ¿Protegerse de qué?

 

         De que nadie le haga daño.

 

El CEO se sorprendió un poco por las palabras de su hermano, no tenía idea de que su cachorro hiciera tal cosa.

 

         En ese caso lo esperaré en su habitación hasta que decida regresar.

 

         Buena suerte con eso.

 

         Explícate. – Demandó seriamente.

 

         Hay ocasiones en que se tarda días en salir, y otras veces suele salir hasta en la noche.

 

         ¿Estas bromeando, cierto?

 

         No, no bromeo.

 

         ¿Y tú como sabes todas esas cosas?


         Porque paso más tiempo en la mansión que tú.

 

         Entiendo…

 

         ¿Qué piensas hacer?

 

         Lo esperaré aquí hasta que vuelva.

 

         Bien, en ese caso me voy.

 

Las horas pasaron y el dueño de la mansión seguía esperando en la habitación, miró su reloj y se dio cuenta que ya era de noche, por lo que decidió bajar para ir a cenar.

 

         Buenas noches Seto.

 

         Buenas noches Mokuba.

 

         Me alegra que hayas bajado a cenar.

 

         ¿Lo has visto? – Evadió la conversación de su hermano.

 

         No.

 

         Tú me dijiste que había veces que no salía en días.

 

         Así es.

 

         ¿Cómo hace para comer?

 

         En esos días que no sale no le queda de otra que aguantar hambre.

 

         Ya veo. – Se quedó muy pensativo. – Mokuba.

 

         Si dime.

 

         ¿Has intentado buscarlo en toda la mansión?

 

         Una vez hice eso, le pedí a los empleados que me ayudaran a buscarlo.

 

         ¿Y no lo encontraron en ninguna parte?

 

         No.

 

El CEO ya no siguió haciendo más preguntas y optó por comer.

 

Días después…

 

Una mujer llevaba un buen rato tocando la puerta de una de las habitaciones, trataba inútilmente de que le abrieran la puerta, en eso se escuchó una voz detrás de ella.

 

         Déjalo en paz mujer, ya deberías de saber que él no te abrirá la puerta.

 

         Como crees que lo voy a dejar en paz, no te das cuenta que hace más de tres días que no lo veíamos y ahora que acaba de salir de su escondite tiene que comer algo.

 

         Pierdes tu tiempo, él no te abrirá esa puerta.

 

         Ya verás que sí.

 

         Sí que eres obstinada.

 

         No pierdo nada con intentarlo.

 

         Haz lo que quieras.

 

         Te apuesto a que si me abre.

 

         Esto tengo que verlo.

 

         Joseph cariño, ábreme por favor, he preparado una deliciosa carne asada con papas al romero y chirimol. – El hombre seguía de brazos cruzados sonriendo con burla al ver como la mujer perdía su tiempo. – Joseph, es malo aguantar hambre, ábreme por favor.

 

         Ja, te lo dije, te dije que él no te iba abrir.

 

         Ni modo, tendré que recurrir al plan B. – Sonrió de manera dulce la mujer.

 

         Estás loca.

 

         Sólo observa y aprende.

 

         Está bien.

 

         ES UNA LÁSTIMA QUE SE DESPERDICIE TANTA COMIDA, EN FIN, IRÉ A LA COCINA A BOTAR EL PASTEL DE CHOCOLATE QUE ACABO DE HACER. – Alzaba la voz para que el joven la pudiera oír del otro lado de la puerta. – Ven a ayudarme Roland, iremos a botar todo a la basura.


Estaban por irse hasta que se escuchó el ruido de la puerta abrirse.

 

         ¿De verdad hay pastel de chocolate? – Se ocultaba detrás de la puerta.

 

         Claro que sí, pero tendrás que salir de ahí y acompañarme a la cocina.

 

Se quedó pensando por un buen rato para luego aceptar la petición de la mujer. Una vez que llegaron al lugar, la señora comenzó a servirle un delicioso almuerzo.

 

         ¿Dónde está el postre?

 

         Primero deberás comerte toda la comida, luego te daré una porción del pastel.

 

         Eso no es justo. – Había hecho un puchero de niño infantil.

 

         Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, pero que joven más encantador, solamente por eso te daré doble ración.

 

         ¿Es en serio? – Sus ojos se le iluminaron de alegría.

 

         Siempre y cuando te comas la comida.

 

         Está bien.

 

Al cabo de media hora el joven estaba terminando de comer, en ese tiempo lo seguía acompañando la mujer.

 

         Baia, sí que tenías hambre.

 

         La verdad que sí. – Contestó sonrojado.

 

         ¿Te ha gustado la comida?

 

         Sí, todo estuvo delicioso, pero más el pastel.

 

         Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, me doy cuenta que te gustan las cosas dulces.

 

         Es que mi madre solía prepararme deliciosos pasteles y yo me comía una porción en cada tiempo de comida. – Manifestó cabizbajo.

 

         Pues de ahora en adelante podrás comer toda clase de postres, lo único que te voy a pedir es que salgas de tu habitación.

 

         Pero…

 

         Nada de peros, y dime si aceptas mi oferta.

 

         Si, si acepto. – respondió sin pensarlo.

 

         Eres un joven tan tierno Joseph.

 

         Disculpe.

 

         Si dime.

 

         Quiero que me diga Joey.

 

         De acuerdo, y yo quiero que me digas Mana.

 

         Puedo hacerle una pregunta.

 

         Claro, pregúntame lo que quieras.

 

         ¿Hace cuánto que trabaja para Kaiba?

 

         Llevo años trabajando para esta familia. – En cuanto terminaba de hablar recogía los platos de la mesa.

 

         ¿Puede decirme qué hay en la habitación prohibida? – Cuando la mujer escuchó la pregunta todos los platos que llevaba en las manos cayeron al suelo. – Perdón, perdóneme por favor. – Se agachaba al suelo para ayudarle a recoger los trozos de vidrio.

 

         No hagas eso Joey, tranquilo yo lo limpio.

 

         Pero…

 

         Shhhh, tranquilo, no pasa nada. – Lo ayudaba a sentarse en la silla.

 

         ¿Hice una pregunta indebida?

 

         No, claro que no, es sólo que… Me agarraste en curva, eso fue todo.

 

         ¿Me dirá lo que hay ahí?

 

         Lo siento pero no puedo.

 

         ¿Por qué?

 

         Porque no mejor se lo preguntas al señor Kaiba.

 

         Ya lo hice, y se molestó mucho cuando le saqué el tema.

 

         No te pongas triste, sus razones ha de tener.

 

         Me gustaría poderlo entender un poco, pero hay ocasiones en que me da miedo, es muy serio y nunca lo he visto sonreír, a leguas se ve que es una persona ególatra, orgullosa, prepotente, altanero y muy mandón.

 

         Me sorprende que lo hayas analizado bien, lo malo es que lo estas juzgando sin antes conocerlo.

 

         ¿A qué se refiere?

 

         Voy a decirte algo pero quiero que quede entre tú y yo.

 

         Se lo prometo.

 

         Déjame decirte que el señor Kaiba es una persona noble, de buenos sentimientos, es una persona que no le gusta mostrar su lado humano, y puedo asegurarte que él es un hombre muy bondadoso.

 

El rubio estaba boquiabierto con todo lo que esa mujer le decía.

 

         Si eso fuera verdad, ¿por qué es que actúa de ese modo? No lo entiendo.

 

         Cuando sus padres murieron, el apenas era un niño de diez años, y para proteger a su hermano menor tuvo que hacerse cargo de todo a muy temprana edad. Y la vida misma le fue enseñando a no confiar en nadie, por esa razón es que el actúa de esa manera.

 

         No lo sabía.

 

         Ahora que ya lo sabes, no lo juzgues tan duramente y trata de acercarte más a él para que puedas conocerlo mejor.

 

         Muchas gracias por su consejo.

 

         No hay nada que agradecer. – Le sonrió con cariño. – “Algo me dice que este joven será la única persona que logre cambiar el corazón de mi niño Seto”. – Eso último lo había pensado para sí misma.


Al día siguiente…

 

Cierto joven de cabellos negros y ojos azules, llegaba a la mansión temprano, estaba por subir a su habitación hasta que uno de los empleados lo detuvo.

 

         Disculpe joven.

 

         Si dígame.

 

         Cierta personita se encuentra parado en el área prohibida.

 

         ¿El área prohibida? ¿Qué área prohibida? No tenemos ningún área prohibida.

 

         Si, si la hay. – El joven se quedó pensando, no lograba entender lo que ese hombre trataba de decirle, una voz lo sacó de sus pensamientos. – Me estoy refiriendo a la habitación que su hermano cerró por muchos años.

 

         Ooooohhhhhhh, entonces… Quieres decir que…

 

         Aja, si se apresura lo más seguro es que todavía lo encuentre ahí.

 

         Muchas gracias Roland. – Salió corriendo rápidamente hacia el lugar, y cuando llegó, en efecto ahí se encontraba parado frente a la puerta mirándola de manera extraña. – Joey. – El aludido se asustó al escuchar su nombre.

 

         Mokuba, que susto me acabas de dar.

 

         ¿Qué haces ahí?

 

         Nada.

 

         ¿Cómo que nada?

 

         Miraba la puerta, eso es todo.

 

         ¿Tienes curiosidad por lo que hay del otro lado, cierto?

 

         Si. – Respondió casi en un susurro.

 

         Olvídate de esa puerta.

 

         ¿Por qué?

 

         Hazme caso es por tu bien.

 

         “¿Por mi bien?” – Pensó para sí mismo. – “¿Que habrá del otro lado?”

 

         Joey. – Nuevamente el pelinegro lo sacó de sus pensamientos. – Es hora de almorzar, ven vamos.

 

         Pero…

 

         No te preocupes por mi hermano, avisó que no iba a poder llegar temprano a la mansión.

 

         Ah bueno, entonces vamos porque me muero de hambre.

 

         Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, no deberías temerle a mi hermano, te aseguro que él es una muy buena persona.

 

El joven dio un fuerte suspiro, y decidió ir al comedor sin decir ni una sola palabra.

 

 

Continuará…

 

 

N/A: Adivinen qué habrá del otro lado de la habitación prohibida, ¿le habrá dado un buen consejo esa señora a Joey? Les recuerdo que es sólo una pequeña historia que el rubio les está contando a sus amigos, hago la pequeña aclaración para no confundirlos. Muchas gracias por leer esta historia, no olviden dejar sus comentarios que yo con mucho gusto les responderé.

 

Me despido cordialmente de todos y cada uno de ustedes, pórtense bien, estudien mucho para quienes todavía van a la escuela o a la universidad, y para aquellos que trabajan pues échenle muchas ganas a su trabajo. No salgan de sus casas al menos que sea estrictamente necesario, si salen usen siempre su mascarilla y lleven consigo su botecito de alcohol gel. Ahora sí, me despido de todos ustedes, no sin antes dejarles muchos besos virtuales y un fuerte abrazo de oso virtual.

 

Atte.:

 

              KAT.

 



P.D: Quiero dedicar este capítulo a uno de mis lectores, esta persona se llama: Jenifer CarriGalin, la semana pasada me comentó que tenía varias suposiciones sobre lo que habrá detrás de la puerta, tuvo una semana para decidirse a ver si acierta… Todavía tienes algo de tiempo Jenifer para sacar tus propias conclusiones… XD

 

Gracias a todos por leer esta historia. Por cierto, estamos en el mes de la época navideña y tengo dos peticiones que hacerles, será algo así como mi pequeño regalo de navidad. Quiero que sean ustedes los que elijan, aquí les daré dos opciones:

 

1.   Del 21 al 25 de diciembre les puedo subir un capítulo diario.

 

2.   El 24 de diciembre les puedo subir cinco nuevos capítulos para que puedan leerlo durante el festejo navideño.

 

Déjenme sus comentarios y quien tenga mayor demanda cumpliré con lo que me piden… ^_^

 

 

 

 

 


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