Capítulo 58: La habitación prohibida…
Declaimer:
Noticia de último momento… “YU – GI – OH!, No es mío”… Mucho menos sus
personajes… Son propiedad de su respectivo autor, pero toda la trama de esta
historia si es creada por mí. Amo inventarles historias nuevas a mis queridos
personajes, es una manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de
poderlo compartir con todos ustedes. ^_^
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8 años y medio atrás…
Esta será tu habitación, podrás ir y
venir a dónde tú quieras, tienes acceso a casi toda la mansión, en el jardín de
atrás se encuentra la piscina, cuando quieras podrás nadar en ella, a lado
derecho se encuentra mi alcoba, y enfrente se encuentra la de Mokuba. Solamente
te pediré una sola cosa.
Ya sé qué es lo que me vas a pedir. –
Su voz se escuchó temblorosa, éste tenía la mirada agachada, estaba nervioso, y
asustado, y pensó que tal vez el ojiazul le iba a ordenar que lo complaciera
todas las noches. – Haré todo lo que me digas, sólo, por favor, por favor, te
suplico que no me lastimes. – Fue lo último que dijo antes de romper a llorar.
El
CEO al escucharlo, sintió un gran nudo en la garganta, y lentamente agarró la
barbilla del rubio para que éste pudiera verlo a los ojos, una vez que ambos se
miraron el mayor le dijo:
Tranquilo, no llores, no pienso
lastimarte cachorro. – Con sus manos empezaba a limpiar su carita de las
lágrimas que caían de esos hermosos ojos mieles, lo abrazó fuertemente
diciéndole… – No tengas miedo, aquí nadie te hará daño, te lo prometo. –
Acariciaba su rubia cabellera suavemente. – Y según tú… ¿Qué era lo que te iba
a pedir? – Cuestionó curioso.
El
muchacho no supo qué contestar, y no quería hacer enojar al castaño, así que
respondió…
Perdóname Kaiba. – Volvió a mirar hacia
abajo. – ¿Cuál es la única condición que me exigirás?
Cómo te iba diciendo, tienes acceso a
casi toda la residencia, a excepción de un sólo lugar. No quiero, óyeme bien,
no quiero, bajo ninguna circunstancia vayas a entrar en la última habitación
que se encuentra por los pasillos de la parte de atrás de la mansión. Por lo
demás, puedes ir y venir a donde tú quieras.
¿Esa es la única condición que me
pedirás? – Preguntó un poco sorprendido.
Claro que si cachorro, como te dije
antes, a partir de ahora vivirás aquí, cualquier cosa que necesites simplemente
házmelo saber que yo me ocuparé de todo.
Kaiba, Yo… – El rubio se aferró a los
brazos del CEO ya que aún éste lo tenía contra su pecho, el mayor pudo sentir
como su adorado cachorro temblaba, sabía a la perfección que él seguía muy
asustado, y no era para menos, se había prometido así mismo ayudarlo a que
fuera el mismo de antes, y tal vez, sólo tal vez, un día lo viera sonreír de
nuevo.
Dime Seto cachorro, por favor, quiero
que me llames por mi nombre. – Le habló tiernamente, para tranquilizarlo.
El
ojimelado, se separó un poco para poder verlo, se quedó un tanto pensativo, y
únicamente asintió con la cabeza mientras susurraba…
Así lo haré, Seto.
Ven, será mejor que descanses en tu
habitación, has de estar muy cansado, más tarde vendré avisarte cuando la
comida esté lista.
Una
vez que Joey se había acostado en la cama, el mayor estaba por salir, pero el
rubio le pidió que se quedara con él, al menos hasta que estuviera profundamente
dormido. Y éste aceptó gustosamente en hacerle compañía; porque él tampoco
quería dejarlo solo.
Y
así; fueron pasando los días, y los meses, poco a poco el joven exploraba la
mansión, al principio le daba mucho miedo, sobre todo por los empleados que
trabajaban ahí. Era muy callado, y tímido, no hablaba con nadie, cuando el
ojiazul se iba a trabajar a la Corporación Kaiba, él se encerraba por completo
en su habitación, y únicamente salía cuando Mokuba o Seto estaban en la
residencia.
Cuando
empezaba a andar por ahí, al comienzo se perdía, especialmente en el jardín, ya
que era muy grande, y hermoso a la vez. En uno de sus paseos matutinos;
encontró la habitación “Prohibida”. Se preguntaba así mismo, ¿por qué era el
único cuarto al que él no podía entrar? ¿Qué era lo que había ahí? ¿Qué
misterio había detrás de esa puerta? ¿Acaso habría algún secreto oculto que
Seto no quería que nadie más supiera?
Días después…
Varias
personas se encontraban almorzando en la mesa del comedor, todos estaban callados
y únicamente se escuchaban los ruidos de platos y vasos cuando eran puestos
sobre la mesa. El silencio era tan incómodo que uno de los presentes intentó
hablar.
Dis… Disculpe…
¿Qué sucede cachorro?
Yo…
Joey, ya deberías de irte quitando el
miedo, si algo te molesta o no te gusta tienes que decirlo.
Perdón… – Bajó la mirada.
Hermano, no seas tan duro con él, debes
de comprender que todo esto es nuevo para Joey.
Ya lo sé Mokuba, pero ya lleva casi
tres meses viviendo aquí, y sigue sin salir de la habitación cuando nosotros no
estamos.
Dale tiempo hermano, verás como poco a
poco se irá adaptando.
POR UN DEMONIO MOKUBA, ¿CUÁNTO TIEMPO
MÁS NECESITA PARA QUE SE VAYA ADAPTANDO? – Sin darse cuenta alzó la voz, y
había dado un golpe muy fuerte a la mesa con su puño.
Perdón, yo no quiero causarles
problemas. – Manifestó con lágrimas en los ojos y se levantó de la mesa
rápidamente.
JOEY, ESPERA. – Le gritó el pelinegro.
– Espero que estés satisfecho por lo que acabas de hacer hermano. – Se levantó
de la mesa, muy molesto.
Por un demonio, ¿por qué no puedo ser
paciente? – Se decía así mismo en lo que se levantaba de la mesa para ir a la
habitación del rubio.
En
cuanto llegó al lugar decidió tocar la puerta antes de entrar.
Cachorro, abre la puerta por favor,
Joey, ábreme la puerta por favor.
Pierdes tu tiempo. – Se escuchó una voz
detrás del ojiazul.
¿A qué te refieres con eso?
Joey no está en su habitación.
Tonterías, vi claramente cómo se
dirigía hacia acá.
Eso es lo que supuestamente viste, pero
él no está ahí.
Ya verás que sí. – Decidió entrar a la
habitación, se sorprendió un poco que las luces estuvieran apagadas. Las
encendió para luego entrar. – Joey. – Caminaba lentamente y a la vez miraba a
su alrededor. – Cachorro sal, no estoy enojado.
Acabo de decirte que él no está aquí.
Entonces dime en dónde está.
No lo sé.
Oh vamos Mokuba, ¿cómo que no lo sabes?
Tú no te has dado cuenta, cada vez que
Joey tiene miedo suele esconderse para no ser encontrado.
¿Qué tonterías estas diciendo?
No es ninguna tontería.
¿Por qué haría algo así?
Supongo que lo hace para protegerse.
¿Protegerse de qué?
De que nadie le haga daño.
El
CEO se sorprendió un poco por las palabras de su hermano, no tenía idea de que
su cachorro hiciera tal cosa.
En ese caso lo esperaré en su
habitación hasta que decida regresar.
Buena suerte con eso.
Explícate. – Demandó seriamente.
Hay ocasiones en que se tarda días en
salir, y otras veces suele salir hasta en la noche.
¿Estas bromeando, cierto?
No, no bromeo.
¿Y tú como sabes todas esas cosas?
Porque paso más tiempo en la mansión
que tú.
Entiendo…
¿Qué piensas hacer?
Lo esperaré aquí hasta que vuelva.
Bien, en ese caso me voy.
Las
horas pasaron y el dueño de la mansión seguía esperando en la habitación, miró
su reloj y se dio cuenta que ya era de noche, por lo que decidió bajar para ir
a cenar.
Buenas noches Seto.
Buenas noches Mokuba.
Me alegra que hayas bajado a cenar.
¿Lo has visto? – Evadió la conversación
de su hermano.
No.
Tú me dijiste que había veces que no
salía en días.
Así es.
¿Cómo hace para comer?
En esos días que no sale no le queda de
otra que aguantar hambre.
Ya veo. – Se quedó muy pensativo. –
Mokuba.
Si dime.
¿Has intentado buscarlo en toda la
mansión?
Una vez hice eso, le pedí a los
empleados que me ayudaran a buscarlo.
¿Y no lo encontraron en ninguna parte?
No.
El
CEO ya no siguió haciendo más preguntas y optó por comer.
Días después…
Una
mujer llevaba un buen rato tocando la puerta de una de las habitaciones,
trataba inútilmente de que le abrieran la puerta, en eso se escuchó una voz
detrás de ella.
Déjalo en paz mujer, ya deberías de
saber que él no te abrirá la puerta.
Como crees que lo voy a dejar en paz,
no te das cuenta que hace más de tres días que no lo veíamos y ahora que acaba
de salir de su escondite tiene que comer algo.
Pierdes tu tiempo, él no te abrirá esa
puerta.
Ya verás que sí.
Sí que eres obstinada.
No pierdo nada con intentarlo.
Haz lo que quieras.
Te apuesto a que si me abre.
Esto tengo que verlo.
Joseph cariño, ábreme por favor, he
preparado una deliciosa carne asada con papas al romero y chirimol. – El hombre
seguía de brazos cruzados sonriendo con burla al ver como la mujer perdía su
tiempo. – Joseph, es malo aguantar hambre, ábreme por favor.
Ja, te lo dije, te dije que él no te
iba abrir.
Ni modo, tendré que recurrir al plan B.
– Sonrió de manera dulce la mujer.
Estás loca.
Sólo observa y aprende.
Está bien.
ES UNA LÁSTIMA QUE SE DESPERDICIE TANTA
COMIDA, EN FIN, IRÉ A LA COCINA A BOTAR EL PASTEL DE CHOCOLATE QUE ACABO DE
HACER. – Alzaba la voz para que el joven la pudiera oír del otro lado de la
puerta. – Ven a ayudarme Roland, iremos a botar todo a la basura.
Estaban
por irse hasta que se escuchó el ruido de la puerta abrirse.
¿De verdad hay pastel de chocolate? –
Se ocultaba detrás de la puerta.
Claro que sí, pero tendrás que salir de
ahí y acompañarme a la cocina.
Se
quedó pensando por un buen rato para luego aceptar la petición de la mujer. Una
vez que llegaron al lugar, la señora comenzó a servirle un delicioso almuerzo.
¿Dónde está el postre?
Primero deberás comerte toda la comida,
luego te daré una porción del pastel.
Eso no es justo. – Había hecho un puchero
de niño infantil.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,
pero que joven más encantador, solamente por eso te daré doble ración.
¿Es en serio? – Sus ojos se le
iluminaron de alegría.
Siempre y cuando te comas la comida.
Está bien.
Al
cabo de media hora el joven estaba terminando de comer, en ese tiempo lo seguía
acompañando la mujer.
Baia, sí que tenías hambre.
La verdad que sí. – Contestó sonrojado.
¿Te ha gustado la comida?
Sí, todo estuvo delicioso, pero más el
pastel.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,
me doy cuenta que te gustan las cosas dulces.
Es que mi madre solía prepararme
deliciosos pasteles y yo me comía una porción en cada tiempo de comida. –
Manifestó cabizbajo.
Pues de ahora en adelante podrás comer
toda clase de postres, lo único que te voy a pedir es que salgas de tu
habitación.
Pero…
Nada de peros, y dime si aceptas mi
oferta.
Si, si acepto. – respondió sin
pensarlo.
Eres un joven tan tierno Joseph.
Disculpe.
Si dime.
Quiero que me diga Joey.
De acuerdo, y yo quiero que me digas
Mana.
Puedo hacerle una pregunta.
Claro, pregúntame lo que quieras.
¿Hace cuánto que trabaja para Kaiba?
Llevo años trabajando para esta
familia. – En cuanto terminaba de hablar recogía los platos de la mesa.
¿Puede decirme qué hay en la habitación
prohibida? – Cuando la mujer escuchó la pregunta todos los platos que llevaba
en las manos cayeron al suelo. – Perdón, perdóneme por favor. – Se agachaba al
suelo para ayudarle a recoger los trozos de vidrio.
No hagas eso Joey, tranquilo yo lo
limpio.
Pero…
Shhhh, tranquilo, no pasa nada. – Lo
ayudaba a sentarse en la silla.
¿Hice una pregunta indebida?
No, claro que no, es sólo que… Me
agarraste en curva, eso fue todo.
¿Me dirá lo que hay ahí?
Lo siento pero no puedo.
¿Por qué?
Porque no mejor se lo preguntas al
señor Kaiba.
Ya lo hice, y se molestó mucho cuando
le saqué el tema.
No te pongas triste, sus razones ha de
tener.
Me gustaría poderlo entender un poco,
pero hay ocasiones en que me da miedo, es muy serio y nunca lo he visto
sonreír, a leguas se ve que es una persona ególatra, orgullosa, prepotente,
altanero y muy mandón.
Me sorprende que lo hayas analizado
bien, lo malo es que lo estas juzgando sin antes conocerlo.
¿A qué se refiere?
Voy a decirte algo pero quiero que
quede entre tú y yo.
Se lo prometo.
Déjame decirte que el señor Kaiba es
una persona noble, de buenos sentimientos, es una persona que no le gusta
mostrar su lado humano, y puedo asegurarte que él es un hombre muy bondadoso.
El
rubio estaba boquiabierto con todo lo que esa mujer le decía.
Si eso fuera verdad, ¿por qué es que
actúa de ese modo? No lo entiendo.
Cuando sus padres murieron, el apenas
era un niño de diez años, y para proteger a su hermano menor tuvo que hacerse
cargo de todo a muy temprana edad. Y la vida misma le fue enseñando a no
confiar en nadie, por esa razón es que el actúa de esa manera.
No lo sabía.
Ahora que ya lo sabes, no lo juzgues
tan duramente y trata de acercarte más a él para que puedas conocerlo mejor.
Muchas gracias por su consejo.
No hay nada que agradecer. – Le sonrió
con cariño. – “Algo me dice que este joven será la única persona que logre cambiar
el corazón de mi niño Seto”. – Eso último lo había pensado para sí misma.
Al día siguiente…
Cierto
joven de cabellos negros y ojos azules, llegaba a la mansión temprano, estaba
por subir a su habitación hasta que uno de los empleados lo detuvo.
Disculpe joven.
Si dígame.
Cierta personita se encuentra parado en
el área prohibida.
¿El área prohibida? ¿Qué área
prohibida? No tenemos ningún área prohibida.
Si, si la hay. – El joven se quedó
pensando, no lograba entender lo que ese hombre trataba de decirle, una voz lo
sacó de sus pensamientos. – Me estoy refiriendo a la habitación que su hermano
cerró por muchos años.
Ooooohhhhhhh, entonces… Quieres decir
que…
Aja, si se apresura lo más seguro es
que todavía lo encuentre ahí.
Muchas gracias Roland. – Salió
corriendo rápidamente hacia el lugar, y cuando llegó, en efecto ahí se
encontraba parado frente a la puerta mirándola de manera extraña. – Joey. – El
aludido se asustó al escuchar su nombre.
Mokuba, que susto me acabas de dar.
¿Qué haces ahí?
Nada.
¿Cómo que nada?
Miraba la puerta, eso es todo.
¿Tienes curiosidad por lo que hay del
otro lado, cierto?
Si. – Respondió casi en un susurro.
Olvídate de esa puerta.
¿Por qué?
Hazme caso es por tu bien.
“¿Por mi bien?” – Pensó para sí mismo.
– “¿Que habrá del otro lado?”
Joey. – Nuevamente el pelinegro lo sacó
de sus pensamientos. – Es hora de almorzar, ven vamos.
Pero…
No te preocupes por mi hermano, avisó
que no iba a poder llegar temprano a la mansión.
Ah bueno, entonces vamos porque me
muero de hambre.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, no
deberías temerle a mi hermano, te aseguro que él es una muy buena persona.
El
joven dio un fuerte suspiro, y decidió ir al comedor sin decir ni una sola
palabra.
Continuará…
N/A: Adivinen
qué habrá del otro lado de la habitación prohibida, ¿le habrá dado un buen
consejo esa señora a Joey? Les recuerdo que es sólo una pequeña historia que el
rubio les está contando a sus amigos, hago la pequeña aclaración para no
confundirlos. Muchas gracias por leer esta historia, no olviden dejar sus
comentarios que yo con mucho gusto les responderé.
Me
despido cordialmente de todos y cada uno de ustedes, pórtense bien, estudien
mucho para quienes todavía van a la escuela o a la universidad, y para aquellos
que trabajan pues échenle muchas ganas a su trabajo. No salgan de sus casas al
menos que sea estrictamente necesario, si salen usen siempre su mascarilla y
lleven consigo su botecito de alcohol gel. Ahora sí, me despido de todos
ustedes, no sin antes dejarles muchos besos virtuales y un fuerte abrazo de oso
virtual.
Atte.:
KAT.
P.D: Quiero dedicar este capítulo a uno de mis lectores, esta persona
se llama: Jenifer CarriGalin, la semana pasada me comentó que tenía varias
suposiciones sobre lo que habrá detrás de la puerta, tuvo una semana para
decidirse a ver si acierta… Todavía tienes algo de tiempo Jenifer para sacar
tus propias conclusiones… XD
Gracias a todos por leer esta historia. Por cierto, estamos en el
mes de la época navideña y tengo dos peticiones que hacerles, será algo así
como mi pequeño regalo de navidad. Quiero que sean ustedes los que elijan, aquí
les daré dos opciones:
1.
Del 21 al 25 de diciembre les puedo subir un capítulo diario.
2.
El 24 de diciembre les puedo subir cinco nuevos capítulos para que
puedan leerlo durante el festejo navideño.
Déjenme sus comentarios y quien tenga mayor demanda cumpliré con lo que me piden… ^_^
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