Capítulo 52: Cambios… II parte.
Declaimer:
Como siempre… Bla, bla, bla, bla, bla, bla… Los personajes de YU – GI – OH!,
“No me pertenecen”… Chiquiris maquiris, son propiedad de su respectivo autor,
abra cadabra, solamente lo hago porque me encanta escribir, y que ustedes se
diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la
dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…
******************************
Días después…
Dos
jóvenes, se pusieron hacer las tareas de la escuela después de almorzar, sin
embargo eran interrumpidos a cada rato por su amigo.
¿Qué hacen?
Estamos haciendo las tareas.
¿Para qué?
Para poderla presentar mañana a la hora
de la clase. – Respondió el peliverde.
¿Por qué les dejan tantas tareas?
Porque así son los docentes, Joey. – Le
contestó el pelinegro.
Yo quiero que vayamos a jugar.
No podemos Joey.
¿Por qué no?
Porque tenemos que terminar de hacer
todas las tareas.
¿Qué pasa si no la hacen?
En primer lugar, el docente daría grito
al cielo. – Manifestaba burlonamente el peliverde.
Eso sin mencionar que mi hermano me
mataría si salgo mal en clases.
¡ESO NO LO VOY A PERMITIR! – Gruñó
enfadado.
Cálmate Joey, es solamente una
expresión.
Si amigo, acuérdate que te he dicho que
mi hermano es incapaz de lastimarme.
Lo siento mucho.
Joey, ¿por qué no vas a la cocina y
traes unos bocadillos?
Está bien.
Una
vez que se quedaron solos…
No sé qué le está pasando últimamente.
¿A qué te refieres?
No has notado que estos últimos días se
enfada por todo.
Ahora que lo mencionas… Yo también he
notado ese extraño cambio de humor.
Pareciera como si no pudiera
controlarse.
¿Crees que algo le esté molestando?
No lo sé Noah. Pero no es solamente su
cambio de humor, sino que además a veces es muy difícil hacerle entender que
tenemos que estudiar.
No digas eso Mokuba.
Pero es que… Nos interrumpe a cada rato
y no nos deja hacer las tareas, ni tampoco nos deja estudiar.
A mí me parece divertido que husmee lo
que hacemos. – Medio sonrió ante su propio comentario. – Parece un niño pequeño
queriendo saber cada cosa que hacemos.
Es verdad, todo quiere saber. Pero, ¿no
crees que nos quita mucho tiempo cuando nos pide que le expliquemos lo que hacemos?
Y si no le explicamos se enfada con facilidad.
Supongo que tienes razón, pero cuando
le explicamos nos sirve como refuerzo.
En eso si te doy la razón. – Se quedó
callado por un momento hasta que continúo hablando. – Noah, hay algo que he
querido preguntarte.
¿Qué cosa? – Dejó lo que estaba
haciendo para mirarlo a los ojos.
¿No estás molesto?
¿Por qué debería de estarlo?
Porque… Porque desde que Joey vive
aquí, tú y yo ya no salimos a pasear como antes. ¿Te acuerdas como solíamos
salir los fines de semana?
Claro que lo recuerdo, salíamos a
divertimos y nos reuníamos con nuestros compañeros de clases.
Si pero… Todo ha cambiado con la
llegada de Joey.
Déjame decirte algo.
¿Qué?
No me molesta en lo absoluto el no
tener que salir.
¿De verdad?
Si.
¿Por qué?
Porque me divierto más estando con
ustedes.
Noah…
Ya no te preocupes por eso.
No sabes lo bien que me hace sentir tus
palabras. – Estaba por acariciarle la cara, cuando en eso llegaba el rubio.
Ese hombre a veces es detestable. – Se
sentaba en la silla, muy molesto.
¿Qué fue lo que pasó?
Me sacó de la cocina, ¿pueden creerlo?
¿Por qué? – Cuestionó con curiosidad el
peliverde.
Dijo que no lo molestara porque estaba
muy ocupado. – Estiró sus brazos y reclinó su rostro al frente de la mesa. Ambos
jóvenes se abstenían de reírse.
No le hagas caso, de seguro no tenía
nada que darte.
Pero aun así no debió de tratarme de
esa manera.
Mira, en cuanto terminemos de hacer las
tareas iremos a la cocina para reclamarle, ¿de acuerdo?
El
rubio se quedó pensando lo que le decía su amigo, luego respondió…
Mejor no.
¿Por qué?
Algo malo debiste de haber hecho en la
cocina. – Comenzaba a molestarlo el peliverde.
Claro que no. – Desvió un poco su
mirada, haciendo que los jóvenes se rieran a carcajadas.
******************************
En alguna parte del mundo...
Lo que me has dicho es una locura.
No, no lo es.
Si no lo es, entonces dime, ¿por qué
quieres que deje la universidad?
Ya te lo he dicho, nos iremos a vivir a
Tokio por un tiempo.
¡Ja! No me hagas reír abuelito.
No le hables así a tu abuelo, Yūgi.
Tú cállate que no estoy hablando
contigo, imbécil.
Sigues siendo tan antipático como
siempre. Y teniendo esa actitud es que nunca vas a llegar lejos. En ese sentido
Rebecca es mucho mejor que tú.
¿QUÉ DIJISTE? – Gritó molesto. – QUE
ESTA SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE ME LA MENCIONAS, MALDITO ESTÚPIDO.
LA SEGUIRÉ MENCIONANDO TODAS LAS VECES
QUE SE ME DÉ LA PUTA Y REGALADA GANA.
TÚ HARÁS LO QUE YO TE DIGA.
JA, POR FAVOR NO ME HAGAS REÍR, NO
PIENSO OBEDECERLE A UN JOVEN MALCRIADO Y CULO CAGADO COMO TÚ.
ERES UN…
¡SUFICIENTE! – Gritó el anciano. – Ya
es tiempo de que ustedes dos comiencen a llevarse bien. Y tú, Yūgi… Ya es
tiempo que empieces a respetar a tus mayores.
Pero abuelito, ¿cómo podría respetar a
este imbécil? Cuando ni siquiera me da la oportunidad de…
He dicho que ya fue suficiente. En
cuanto a ti Shādī… – Volteó a ver a la otra persona. – Creo que ya es tiempo
que sepas llevarte bien con mi nieto y lo dejes de tratar como un niño.
Dejaré de tratarlo como un niño, el día
que me demuestre lo contrario.
Tal parece que ustedes dos nunca se
llevarán bien. Y deben saber que un día los dos podrían necesitarse uno del
otro.
Yo no necesito de este imbécil, se
cuidarme solo.
Más vale que cuides tus palabras
niñito, porque apuesto que no tardarás en venir corriendo hacia mí para
ayudarte en algo. – Decía con sarcasmo.
Ni en tus sueños maldito idiota.
Quiero que los dos dejen de pelear en
este mismo instante. Y de una vez les digo que mi decisión ya está tomada. Nos
iremos a Tokio a nomás termines el ciclo, Yūgi.
¿Con qué dinero piensas pagar? Te
recuerdo que vivir en Tokio es muy caro, abuelito. – Expresó irónicamente.
Por el dinero no te preocupes.
Eso espero, porque no pienso irme a
vivir en una pocilga, toda mal oliente.
Vivirás en el mismo lugar donde yo
viva.
¿Qué? Ah no, eso sí que no, si he de
irme a vivir a Tokio que al menos sea un lugar acogedor.
Eso es en lo único que te preocupas,
vivir con lujos y comodidades.
Pues claro estúpido, que esperabas. Si
he de cambiar de ambiente, que al menos pueda vivir con ciertos lujos. De lo
contrario no iré a ninguna parte. – Se cruzó de brazos como si estuviera
haciendo un berrinche.
YŪGI… – Gritó molesto el moreno.
Tranquilo Shādī. – Le puso la mano
sobre su hombro. – En cuanto a ti Yūgi, como dije anteriormente, por el dinero
no te preocupes.
En ese caso, avisaré a la universidad
que dejaré de estudiar por algún tiempo.
De acuerdo.
Si no hay nada más que decir, me voy.
Cuando
el joven se fue…
Don Solomon…
¿Qué sucede?
¿Cree que estaremos haciendo lo
correcto?
No lo sé Shādī, la verdad es que no lo
sé…
Pero… Yūgi tuvo razón en una cosa,
vivir en Tokio es muy caro.
No te preocupes por eso. – Medio le
sonrió para luego irse del lugar. Dejando a la otra persona mucho en qué
pensar.
******************************
Horas más tarde…
Un
hombre de estatura alta, piel morena, cabellos castaños y ojos azules, llegaba
a su mansión, a leguas se miraba que estaba furioso, y todo porque había
mandado a uno de sus empleados a buscar un documento sumamente importante a su
habitación y al no encontrarlo tuvo que venir él personalmente a traerlo. Y
todo esto para él era una total pérdida de tiempo. A no más entró a su mansión,
dos jóvenes salieron a su encuentro rápidamente, se miraban asustados y
preocupados al mismo tiempo.
Qué bueno que llegas hermano.
¿Qué es lo que ocurre?
Algo le pasa a Joey.
Se
escuchó un fuerte suspiro…
¿Y ahora, qué hizo esta vez? –
Manifestó molesto.
Estábamos estudiando y de repente dijo
que se sentía aburrido…
Yo le dije que tuviera paciencia,
porque ya casi terminábamos…
Luego él nos dijo que se iría a nadar
un rato a la piscina…
Y Mokuba le dijo que no podía ir solo…
Fue ahí que comenzó a alterarse un
poco…
El
castaño movía la cabeza de un lado a otro cada vez que los jóvenes hablaban al
mismo tiempo.
Bueno ya, quiero que hable uno a la
vez. – Expresó seriamente.
Explícale tú, Mokuba.
Está bien. – Se armó de valor para
poder hablar. – El caso es que Joey, dijo que quería estar solo, como que no se
sentía bien y nosotros prácticamente lo estábamos obligando para que se quedara
y no se fuera. Tuvimos una pequeña discusión y fue ahí donde él se enfureció
bastante, tanto fue su enojo que empujó a Noah contra la pared. Después de eso
se fue a su habitación.
Este perro, nunca aprenderá. –
Manifestó furioso.
Por favor hermano, no lo vayas a
regañar.
¿Cómo me pides algo así? No vez que
pudo lastimar a Noah.
No fue su culpa señor Kaiba, fue mi
culpa por tratar de detenerlo.
Mejor ve a ver lo que le pasa, por
favor hermano.
Bien, esperen aquí, y no vayan a subir
bajo ninguna circunstancia.
Tienes mi palabra hermano.
El
castaño se dirigió a subir las escaleras para llegar a la habitación del rubio.
Una vez que llegó decidió tocar la puerta antes de entrar…
Abre la puerta perro.
VÁYASE POR FAVOR. – Gritó desde
adentro.
¿Qué diablos pasa contigo? Más vale que
me abras esta puerta o si no…
LÁRGUESE. – Se escuchó un gran rugido.
El
hombre decidió entrar por su cuenta para ver lo que pasaba. En cuanto ingresaba
al lugar abrió los ojos a más no poder al ver a ese joven convertido en un
dragón.
¿Me dirás lo que te pasa? – Recibió un
gran zarpazo, afortunadamente logró esquivarlo a tiempo. – Deja de comportarte
como una maldita bestia. – Su voz sonaba autoritaria.
Grrr… – Fue la respuesta que obtuvo.
No me gruñas cuando te hablo, perro.
Grrr… – Obtuvo la misma respuesta.
¿Y tú crees que estando de esa forma
lograrás asustarme?
Sólo… Váyase… Por favor.
El
hombre se percató que estaba teniendo una lucha interna contra el mismo.
No, no me iré de aquí.
Si se queda… No podré contenerme.
¿Contenerte de qué? ¿Acaso piensas
lastimarme?
Yo… – Con sus garras arañaba el tapete
del suelo y a la vez lo hacía pedazos. – Sólo váyase.
Antes dime, ¿qué es lo que te ocurre?
Usted nunca lo entendería. – Apretaba
sus filosos colmillos al hablar.
Habla de una vez, a ver si logro
entenderte.
Hay algo dentro de mí que me dice que
lo destruya todo.
Dime algo, ¿esto te ha pasado alguna
vez?
Ssi…
Entonces déjame ayudarte.
¿Cómo?
Diciéndome, ¿cómo lo has podido
controlar las otras veces?
Mi padre me deja que destruya todo el
lugar, me encadena y me encierra en un calabozo dejándome ahí por días. Usted
también debería de hacer lo mismo.
Es obvio que no haré tal cosa.
Creo que mejor me voy. – Estaba por
irse pero la otra persona no se lo permitió.
No dejaré que te vayas así nada más.
Debe dejarme ir, si me quedo… Es
probable que pueda lastimar a todos los que viven en la mansión… Han sido tan
buenos conmigo que yo no quiero herir a nadie. – Cerró fuertemente sus ojos
tratando de contenerse para no atacar.
Está bien, tranquilo, yo te voy ayudar,
lo único que te voy a pedir es que trates la manera de transformarte de nuevo.
¿PARA QUÉ? – Gritó desconfiado.
Para sacarte de aquí y llevarte a un
lugar en donde no lastimarás a nadie. Pero debes confiar en mí.
Si me transformo seré más agresivo.
No te preocupes por eso, sabré como
defenderme.
¿Por qué quiere ayudarme?
Porque sé muy bien por lo que estás
pasando.
De acuerdo, voy a confiar en usted.
Adelante, hazlo.
El
rubio comenzaba a transformarse y al hacerlo ya no era aquel chico simpático,
más bien se miraba diferente, con un aspecto malvado.
Esto es genial. – Sonrió con maldad. –
Fue un grave error al pedirme que me transformara, ahora sí, podré acabar
contigo.
Eso lo veremos, perro estúpido.
Continuará…
N/A: ¿creen
que Shādī se estará preocupando demasiado? ¿Qué se traerá Solomon entre manos?
¿Qué pasará con Yūgi y Rebecca? ¿Quién saldrá ganando en esta pelea? ¿Se
atreverá el gato pulgoso hacerle daño a su cachorro? Todo esto y más lo iremos
descubriendo en los siguientes capítulos. Los invito para que no se pierdan la
continuación el próximo viernes, alguna duda que tengan pueden dejarme sus
comentarios que yo con mucho gusto les responderé.
Me
voy despidiendo cordialmente de todos y cada uno de ustedes, pórtense bien,
cuídense mucho y síganse protegiendo del coronavirus. Les mando muchos besos
virtuales y un enorme abrazo desde la distancia.
Atte.:
KAT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario