domingo, 16 de octubre de 2022

LA LEYENDA DEL MONSTRUO DE OJOS ROJOS…



Capítulo 52: Cambios… II parte.

 

 

Declaimer: Como siempre… Bla, bla, bla, bla, bla, bla… Los personajes de YU – GI – OH!, “No me pertenecen”… Chiquiris maquiris, son propiedad de su respectivo autor, abra cadabra, solamente lo hago porque me encanta escribir, y que ustedes se diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…

 

******************************

 

Días después…

 

Dos jóvenes, se pusieron hacer las tareas de la escuela después de almorzar, sin embargo eran interrumpidos a cada rato por su amigo.

 

         ¿Qué hacen?

 

         Estamos haciendo las tareas.

 

         ¿Para qué?

 

         Para poderla presentar mañana a la hora de la clase. – Respondió el peliverde.

 

         ¿Por qué les dejan tantas tareas?

 

         Porque así son los docentes, Joey. – Le contestó el pelinegro.

 

         Yo quiero que vayamos a jugar.

 

         No podemos Joey.

 

         ¿Por qué no?

 

         Porque tenemos que terminar de hacer todas las tareas.

 

         ¿Qué pasa si no la hacen?

 

         En primer lugar, el docente daría grito al cielo. – Manifestaba burlonamente el peliverde.

 

         Eso sin mencionar que mi hermano me mataría si salgo mal en clases.


         ¡ESO NO LO VOY A PERMITIR! – Gruñó enfadado.

 

         Cálmate Joey, es solamente una expresión.

 

         Si amigo, acuérdate que te he dicho que mi hermano es incapaz de lastimarme.

 

         Lo siento mucho.

 

         Joey, ¿por qué no vas a la cocina y traes unos bocadillos?

 

         Está bien.

 

Una vez que se quedaron solos…

 

         No sé qué le está pasando últimamente.

 

         ¿A qué te refieres?

 

         No has notado que estos últimos días se enfada por todo.

 

         Ahora que lo mencionas… Yo también he notado ese extraño cambio de humor.

 

         Pareciera como si no pudiera controlarse.

 

         ¿Crees que algo le esté molestando?

 

         No lo sé Noah. Pero no es solamente su cambio de humor, sino que además a veces es muy difícil hacerle entender que tenemos que estudiar.

 

         No digas eso Mokuba.

 

         Pero es que… Nos interrumpe a cada rato y no nos deja hacer las tareas, ni tampoco nos deja estudiar.

 

         A mí me parece divertido que husmee lo que hacemos. – Medio sonrió ante su propio comentario. – Parece un niño pequeño queriendo saber cada cosa que hacemos.

 

         Es verdad, todo quiere saber. Pero, ¿no crees que nos quita mucho tiempo cuando nos pide que le expliquemos lo que hacemos? Y si no le explicamos se enfada con facilidad.

 

         Supongo que tienes razón, pero cuando le explicamos nos sirve como refuerzo.

 

         En eso si te doy la razón. – Se quedó callado por un momento hasta que continúo hablando. – Noah, hay algo que he querido preguntarte.

 

         ¿Qué cosa? – Dejó lo que estaba haciendo para mirarlo a los ojos.

 

         ¿No estás molesto?

 

         ¿Por qué debería de estarlo?

 

         Porque… Porque desde que Joey vive aquí, tú y yo ya no salimos a pasear como antes. ¿Te acuerdas como solíamos salir los fines de semana?

 

         Claro que lo recuerdo, salíamos a divertimos y nos reuníamos con nuestros compañeros de clases.

 

         Si pero… Todo ha cambiado con la llegada de Joey.

 

         Déjame decirte algo.

 

         ¿Qué?

 

         No me molesta en lo absoluto el no tener que salir.

 

         ¿De verdad?

 

         Si.

 

         ¿Por qué?

 

         Porque me divierto más estando con ustedes.

 

         Noah…

 

         Ya no te preocupes por eso.

 

         No sabes lo bien que me hace sentir tus palabras. – Estaba por acariciarle la cara, cuando en eso llegaba el rubio.

 

         Ese hombre a veces es detestable. – Se sentaba en la silla, muy molesto.

 

         ¿Qué fue lo que pasó?

 

         Me sacó de la cocina, ¿pueden creerlo?


         ¿Por qué? – Cuestionó con curiosidad el peliverde.

 

         Dijo que no lo molestara porque estaba muy ocupado. – Estiró sus brazos y reclinó su rostro al frente de la mesa. Ambos jóvenes se abstenían de reírse.

 

         No le hagas caso, de seguro no tenía nada que darte.

 

         Pero aun así no debió de tratarme de esa manera.

 

         Mira, en cuanto terminemos de hacer las tareas iremos a la cocina para reclamarle, ¿de acuerdo?

 

El rubio se quedó pensando lo que le decía su amigo, luego respondió…

 

         Mejor no.

 

         ¿Por qué?

 

         Algo malo debiste de haber hecho en la cocina. – Comenzaba a molestarlo el peliverde.

 

         Claro que no. – Desvió un poco su mirada, haciendo que los jóvenes se rieran a carcajadas.

 

******************************

 

En alguna parte del mundo...

 

         Lo que me has dicho es una locura.

 

         No, no lo es.

 

         Si no lo es, entonces dime, ¿por qué quieres que deje la universidad?

 

         Ya te lo he dicho, nos iremos a vivir a Tokio por un tiempo.

 

         ¡Ja! No me hagas reír abuelito.

 

         No le hables así a tu abuelo, Yūgi.

 

         Tú cállate que no estoy hablando contigo, imbécil.

 

         Sigues siendo tan antipático como siempre. Y teniendo esa actitud es que nunca vas a llegar lejos. En ese sentido Rebecca es mucho mejor que tú.

 

         ¿QUÉ DIJISTE? – Gritó molesto. – QUE ESTA SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE ME LA MENCIONAS, MALDITO ESTÚPIDO.

 

         LA SEGUIRÉ MENCIONANDO TODAS LAS VECES QUE SE ME DÉ LA PUTA Y REGALADA GANA.

 

         TÚ HARÁS LO QUE YO TE DIGA.

 

         JA, POR FAVOR NO ME HAGAS REÍR, NO PIENSO OBEDECERLE A UN JOVEN MALCRIADO Y CULO CAGADO COMO TÚ.

 

         ERES UN…

 

         ¡SUFICIENTE! – Gritó el anciano. – Ya es tiempo de que ustedes dos comiencen a llevarse bien. Y tú, Yūgi… Ya es tiempo que empieces a respetar a tus mayores.

 

         Pero abuelito, ¿cómo podría respetar a este imbécil? Cuando ni siquiera me da la oportunidad de…

 

         He dicho que ya fue suficiente. En cuanto a ti Shādī… – Volteó a ver a la otra persona. – Creo que ya es tiempo que sepas llevarte bien con mi nieto y lo dejes de tratar como un niño.

 

         Dejaré de tratarlo como un niño, el día que me demuestre lo contrario.

 

         Tal parece que ustedes dos nunca se llevarán bien. Y deben saber que un día los dos podrían necesitarse uno del otro.

 

         Yo no necesito de este imbécil, se cuidarme solo.

 

         Más vale que cuides tus palabras niñito, porque apuesto que no tardarás en venir corriendo hacia mí para ayudarte en algo. – Decía con sarcasmo.

 

         Ni en tus sueños maldito idiota.

 

         Quiero que los dos dejen de pelear en este mismo instante. Y de una vez les digo que mi decisión ya está tomada. Nos iremos a Tokio a nomás termines el ciclo, Yūgi.

 

         ¿Con qué dinero piensas pagar? Te recuerdo que vivir en Tokio es muy caro, abuelito. – Expresó irónicamente.

 

         Por el dinero no te preocupes.

 

         Eso espero, porque no pienso irme a vivir en una pocilga, toda mal oliente.


         Vivirás en el mismo lugar donde yo viva.

 

         ¿Qué? Ah no, eso sí que no, si he de irme a vivir a Tokio que al menos sea un lugar acogedor.

 

         Eso es en lo único que te preocupas, vivir con lujos y comodidades.

 

         Pues claro estúpido, que esperabas. Si he de cambiar de ambiente, que al menos pueda vivir con ciertos lujos. De lo contrario no iré a ninguna parte. – Se cruzó de brazos como si estuviera haciendo un berrinche.

 

         YŪGI… – Gritó molesto el moreno.

 

         Tranquilo Shādī. – Le puso la mano sobre su hombro. – En cuanto a ti Yūgi, como dije anteriormente, por el dinero no te preocupes.

 

         En ese caso, avisaré a la universidad que dejaré de estudiar por algún tiempo.

 

         De acuerdo.

 

         Si no hay nada más que decir, me voy.

 

Cuando el joven se fue…

 

         Don Solomon…

 

         ¿Qué sucede?

 

         ¿Cree que estaremos haciendo lo correcto?

 

         No lo sé Shādī, la verdad es que no lo sé…

 

         Pero… Yūgi tuvo razón en una cosa, vivir en Tokio es muy caro.

 

         No te preocupes por eso. – Medio le sonrió para luego irse del lugar. Dejando a la otra persona mucho en qué pensar.

 

******************************

 

Horas más tarde…

 

Un hombre de estatura alta, piel morena, cabellos castaños y ojos azules, llegaba a su mansión, a leguas se miraba que estaba furioso, y todo porque había mandado a uno de sus empleados a buscar un documento sumamente importante a su habitación y al no encontrarlo tuvo que venir él personalmente a traerlo. Y todo esto para él era una total pérdida de tiempo. A no más entró a su mansión, dos jóvenes salieron a su encuentro rápidamente, se miraban asustados y preocupados al mismo tiempo.

 

         Qué bueno que llegas hermano.

 

         ¿Qué es lo que ocurre?

 

         Algo le pasa a Joey.

 

Se escuchó un fuerte suspiro…

 

         ¿Y ahora, qué hizo esta vez? – Manifestó molesto.

 

         Estábamos estudiando y de repente dijo que se sentía aburrido…

 

         Yo le dije que tuviera paciencia, porque ya casi terminábamos…

 

         Luego él nos dijo que se iría a nadar un rato a la piscina…

 

         Y Mokuba le dijo que no podía ir solo…

 

         Fue ahí que comenzó a alterarse un poco…

 

El castaño movía la cabeza de un lado a otro cada vez que los jóvenes hablaban al mismo tiempo.

 

         Bueno ya, quiero que hable uno a la vez. – Expresó seriamente.

 

         Explícale tú, Mokuba.

 

         Está bien. – Se armó de valor para poder hablar. – El caso es que Joey, dijo que quería estar solo, como que no se sentía bien y nosotros prácticamente lo estábamos obligando para que se quedara y no se fuera. Tuvimos una pequeña discusión y fue ahí donde él se enfureció bastante, tanto fue su enojo que empujó a Noah contra la pared. Después de eso se fue a su habitación.

 

         Este perro, nunca aprenderá. – Manifestó furioso.

 

         Por favor hermano, no lo vayas a regañar.

 

         ¿Cómo me pides algo así? No vez que pudo lastimar a Noah.

 

         No fue su culpa señor Kaiba, fue mi culpa por tratar de detenerlo.


         Mejor ve a ver lo que le pasa, por favor hermano.

 

         Bien, esperen aquí, y no vayan a subir bajo ninguna circunstancia.

 

         Tienes mi palabra hermano.

 

El castaño se dirigió a subir las escaleras para llegar a la habitación del rubio. Una vez que llegó decidió tocar la puerta antes de entrar…

 

         Abre la puerta perro.

 

         VÁYASE POR FAVOR. – Gritó desde adentro.

 

         ¿Qué diablos pasa contigo? Más vale que me abras esta puerta o si no…

 

         LÁRGUESE. – Se escuchó un gran rugido.

 

El hombre decidió entrar por su cuenta para ver lo que pasaba. En cuanto ingresaba al lugar abrió los ojos a más no poder al ver a ese joven convertido en un dragón.

 

         ¿Me dirás lo que te pasa? – Recibió un gran zarpazo, afortunadamente logró esquivarlo a tiempo. – Deja de comportarte como una maldita bestia. – Su voz sonaba autoritaria.

 

         Grrr… – Fue la respuesta que obtuvo.

 

         No me gruñas cuando te hablo, perro.

 

         Grrr… – Obtuvo la misma respuesta.

 

         ¿Y tú crees que estando de esa forma lograrás asustarme?

 

         Sólo… Váyase… Por favor.

 

El hombre se percató que estaba teniendo una lucha interna contra el mismo.

 

         No, no me iré de aquí.

 

         Si se queda… No podré contenerme.

 

         ¿Contenerte de qué? ¿Acaso piensas lastimarme?

 

         Yo… – Con sus garras arañaba el tapete del suelo y a la vez lo hacía pedazos. – Sólo váyase.


         Antes dime, ¿qué es lo que te ocurre?

 

         Usted nunca lo entendería. – Apretaba sus filosos colmillos al hablar.

 

         Habla de una vez, a ver si logro entenderte.

 

         Hay algo dentro de mí que me dice que lo destruya todo.

 

         Dime algo, ¿esto te ha pasado alguna vez?

 

         Ssi…

 

         Entonces déjame ayudarte.

 

         ¿Cómo?

 

         Diciéndome, ¿cómo lo has podido controlar las otras veces?

 

         Mi padre me deja que destruya todo el lugar, me encadena y me encierra en un calabozo dejándome ahí por días. Usted también debería de hacer lo mismo.

 

         Es obvio que no haré tal cosa.

 

         Creo que mejor me voy. – Estaba por irse pero la otra persona no se lo permitió.

 

         No dejaré que te vayas así nada más.

 

         Debe dejarme ir, si me quedo… Es probable que pueda lastimar a todos los que viven en la mansión… Han sido tan buenos conmigo que yo no quiero herir a nadie. – Cerró fuertemente sus ojos tratando de contenerse para no atacar.

 

         Está bien, tranquilo, yo te voy ayudar, lo único que te voy a pedir es que trates la manera de transformarte de nuevo.

 

         ¿PARA QUÉ? – Gritó desconfiado.

 

         Para sacarte de aquí y llevarte a un lugar en donde no lastimarás a nadie. Pero debes confiar en mí.

 

         Si me transformo seré más agresivo.

 

         No te preocupes por eso, sabré como defenderme.

 

         ¿Por qué quiere ayudarme?

 

         Porque sé muy bien por lo que estás pasando.

 

         De acuerdo, voy a confiar en usted.

 

         Adelante, hazlo.

 

El rubio comenzaba a transformarse y al hacerlo ya no era aquel chico simpático, más bien se miraba diferente, con un aspecto malvado.

 

         Esto es genial. – Sonrió con maldad. – Fue un grave error al pedirme que me transformara, ahora sí, podré acabar contigo.

 

         Eso lo veremos, perro estúpido.

 

 


Continuará…

 

 


N/A: ¿creen que Shādī se estará preocupando demasiado? ¿Qué se traerá Solomon entre manos? ¿Qué pasará con Yūgi y Rebecca? ¿Quién saldrá ganando en esta pelea? ¿Se atreverá el gato pulgoso hacerle daño a su cachorro? Todo esto y más lo iremos descubriendo en los siguientes capítulos. Los invito para que no se pierdan la continuación el próximo viernes, alguna duda que tengan pueden dejarme sus comentarios que yo con mucho gusto les responderé.

 

Me voy despidiendo cordialmente de todos y cada uno de ustedes, pórtense bien, cuídense mucho y síganse protegiendo del coronavirus. Les mando muchos besos virtuales y un enorme abrazo desde la distancia.

 

Atte.:

 

            KAT.


No hay comentarios:

Publicar un comentario