miércoles, 20 de junio de 2018

LOS OJOS… SON EL REFLEJO DEL ALMA...






Capítulo 11: Mi primer amor platónico…


Declaimer: Los personajes de YU – GI – OH!, “No son míos”… Snif, snif, snif,  son propiedad de su respectivo autor, sólo hago este fic porque me encanta escribir, y que ustedes se diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…


RESUMEN: En la vida siempre hay una primera vez para todo, incluso para enamorarnos. El amor llega cuando uno menos se lo espera y frecuentemente le suceden a los jóvenes. También se dice... “El amor no distingue, edad, raza, sexo, estatus social, etc.” Cuando cupido nos flecha, sentimos que todo a nuestro alrededor es color de rosas, soñamos con nuestro primer beso, nuestro primer novio o novia, nuestro primer encuentro, incluso nos reímos sin motivo alguno. Poniendo una cara de felicidad que nos hace ver unos tontos… ¡¡¡Aaaawww!!! Lo que es el amor… Pero… ¿Cuándo nos gusta una persona, tendremos el valor suficiente para declarar nuestros sentimientos?


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Al día siguiente…

Era una mañana como cualquier otro día, o al menos eso era lo que pensaba cierto joven, ya que al llegar a la Escuela pudo notar algo diferente en sus amigos, ni siquiera tuvieron la delicadeza de saludarlo y ni mucho menos se sentaron a la par suya en el primer bloque de clases como era costumbre. El segundo bloque estaba por dar inicio, una gran bulla se escuchaba en ese salón de clases esperando a que entrara el docente y comenzar con el siguiente examen….

Oye, Joey, hay me das copia en el examen. – Le bromeaba su amigo.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Tú también Ryou me das copia en el examen.

En ese momento el docente estaba entrando al salón.

Buenos días jóvenes…

Buenos días profesor…  – Respondieron todos.

Quiero que esta primera fila salga, luego saldrá la fila de en medio y por último va a salir la última fila que está al fondo pegada a la pared. Rápido jóvenes que no tenemos todo el día.

Todos no entendían lo que pretendía hacer su profesor. Mientras los alumnos salían del salón, otros jóvenes de otro grado y sección estaban entrando…

Creo que este examen no vendrá nada fácil Ryou.

Tranquilo Joey, verás que saldrás bien.

Para rematar esta materia es muy aburrida. – Su voz sonaba como un reproche.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Yo en lo personal me encanta las Ciencias Sociales.

Silencio – Ordenó el docente.

Yūgi y Tea, se fueron al otro salón, mientras que Ryou está al frente y Tristán se encuentra al final. – Pensaba un joven de cabellera color oro.

En definitiva, esa materia no era su fuerte…

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En otro salón de clases…

Pssst… Yūgi. – Hablaba en voz baja la ojiazul.  – Pssst… Yūgi.

¿Qué sucede Tea? – Le contestó en voz baja.

Tienes la respuesta de la pregunta No. 9.

¿Te refieres a la capital de Surinam?

... ¿Qué? A mí me pregunta otra cosa.

Tea, yo creo que los exámenes no son iguales.

Al menos dime ¿cuál es la capital de Egipto?

Mmmm… Creo que es el Cairo. – Le contestó en un susurro.

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Ya había transcurrido 25 minutos, todos estaban callados, no se escuchaba ni el sonido de una mosca. Pero un pequeño sonido le llamó la atención al rubio, al parecer ese ruido lo hacia una persona que estaba a su lado derecho. Cuando por fin decidió volver a ver a la persona que hacia ese ruido, se quedó casi perplejo, no creía lo que miraba… Se trataba de un joven de cabellera castaña que estaba muy concentrado tecleando en su laptop.

¿Pardon vous me voir? Chien. (¿Qué tanto me ves? Perro). – Habló muy molesto.

El ojimiel no le entendió absolutamente nada de lo que le había dicho… Pero al ver esos ojos azules tan penetrantes, decidió ver al frente de su papeleta de nuevo. Llevaba diez minutos tratando de contestar su examen, posteriormente de haber visto a ese joven. Al parecer la evaluación si venía algo difícil después de todo. Ya había contestado algunas preguntas de su examen, únicamente le faltaba contestar las últimas preguntas.

“Me pregunto si él podría ayudarme con una pregunta del examen… Pero que tonterías estás diciendo Wheeler, ni siquiera habla mi idioma”. – Pensaba para sí mismo. – “Pero no pierdo nada con intentarlo”. – Murmuró entre sí para luego dirigirse al castaño.

Dis… Disculpa. – Susurró bajito, para que nadie más lo oyera.

¿Qué quieres? Estúpido Perro. – Contestó más que molesto y ni se tomó la molestia de mirarlo.

El otro al escucharlo hablar, se alegró de que pudiera hablar su mismo idioma, ni siquiera se percató de cómo lo había llamado.

Este… Yo… Sabes ¿cuál es la capital de Surinam?

Mhg... Cómo molestas maldito Perro. – Fue la respuesta que le dio el ojiazul.

Por favor… – Le suplicó. Ya que en verdad no quería salir mal en ese examen.

¿Si te doy la respuesta me dejarás en paz?

Sip… Te lo prometo.

La capital de Surinam es… Paramaribo. – Musitó muy bajito para que nadie más escuchara.

Luego el castaño cerró su laptop, se levantó para irle a entregar su examen al docente y al regresar…

Gracias.  – Le sonrió amablemente.

Mhg…  – Éste tomó sus cosas y salió del salón.

Cinco minutos más tarde el rubio salió del salón…

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Segundo recreo…

Ese examen sí que venía de muerte súbita.

Ni me lo digas Tristán, con suerte y logre pasar la materia.

Tú tuviste suerte Tea, te tocó irte al otro salón junto con Yūgi. – Habló el castaño.

Pero para la suerte de Tea, nuestros exámenes venían distintos. – Respondió el tricolor menor, en forma de burla.

Hola, amigos. – Saludó la persona que acababa de llegar.

¡Ah! Hola. – Respondieron con desgano.

¿Qué les pasa? Acaso están molestos conmigo.

No Joey ¿cómo crees?

Lo que pasa es que aún no nos reponemos de ese examen. – El castaño se le adelantó al tricolor menor, para responderle a su amigo.

A propósito Joey… ¿Cómo vas a salir?

Pues… Yo espero que bien Yūgi.

Amigos, cambiando de tema. – Empezó a hablar el albino. – ¿Cómo quedamos para reunirnos hoy en la tarde? Recuerden que mañana es el examen de Aritmética.

Es verdad, lo habíamos olvidado. – Dijeron al unísono.

Mmmm… ¡Ya se! A no más llegar a mí casa le hablo por teléfono al profesor para preguntarle a dónde y a qué horas nos vamos a reunir. Luego me comunico con ustedes.

Esa me parece una excelente idea Yūgi.  – Expresó el ojimiel.

Estamos de acuerdo. – Respondieron todos los demás.

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No muy lejos de ahí, pero en la misma escuela…

Hola hermano.

Hola Mokuba.

Dime… ¿Qué haces en este lugar tan solo?

Bien sabes que no me gusta mezclarme con estas personas. – Respondió algo molesto.

Hermano, no has pensado en hacer nuevos amigos.

Mhg... No. – El pelinegro suspiró, pero antes de poder decir algo fue interrumpido.

Hasta que por fin te encuentro Kaiba... Hola, Mokuba.

Hola, Yami.

Dime… ¿Para qué me buscabas?

Solamente vine a decirte que hoy en la tarde no iré a la Kaiba Corp.

El castaño levantó una ceja en señal de reproche. Pero antes de que le reclamara continúo hablando.

Hoy en la tarde me comprometí con unos chicos para ayudarles a estudiar Aritmética.

Esa no es tu responsabilidad. Que estudien ellos solos, para eso vienen a clases.

Recuerda que yo también doy clases, y que no está demás darles una clasecitas extras.

Das clases porque quieres.

No vine a discutir contigo Kaiba.

De acuerdo, puedes faltar. Pero si se presenta algo importante en la Kaiba Corp…

No te preocupes… Si se lograse presentar algo de vida o muerte ahí estaré.

… Mhg.

El faraón ya se estaba acostumbrado al carácter del CEO, así que sin nada más que decir se retiró del lugar. El recreo terminó y las clases continuaron normalmente.

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Horas más tarde…

Desde que llegó a su casa no dejaba de pensar en la persona que acababa de conocer. Hacía mucho tiempo que él no reía de esa manera, ya se había cambiado de ropa, se encontraba en su habitación viéndose al espejo una y otra vez, tenía una sonrisa de punta a punta en su rostro, sus mejillas estaban muy sonrojadas mientras se decía a sí mismo…

“¡¡¡Aaaawww!!!... Me pregunto, ¿cómo se llamará? ¿Quién será? ¿Dónde vivirá? ¿Qué estará haciendo en estos momentos? Pero… ¿Qué cosas estoy diciendo?” – Se reprochó a sí mismo. – “Aun así me pareció tan lindo y tan hermoso, lo que más me llamó la atención fueron sus bellos ojos azules, tan brillantes como el color de una estrella”. – Volvió a suspirar. – “Pero que tonterías estás diciendo Wheeler, a quién quiero engañar, él sólo me miró con desprecio, pero lo que me da coraje, es que me llamó ¿Perro?” – Esa sonrisa inocente que tenía desapareció cuando por fin se acordó de cómo le había dicho esa persona.

El sonido del teléfono, lo sacó de sus pensamientos…

¡Aló! Diga…

Hola Joey ¿Qué tal? Habla Yūgi.

¡Ah! Hola Yūgi, estoy bien y tú ¿Cómo estás?

Bien… Te llamo para decirte que Yami me acaba de llamar y…

¿Y?...

Pues me dijo que lo disculpáramos porque no se va a poder reunir con nosotros. Al parecer tiene mucho trabajo en la empresa en dónde él trabaja.

No puede ser. – Murmuró con tristeza.

Bueno amigo, te voy dejando... ¡Ah! Y no te preocupes, yo me encargaré de avisarles a los demás.

Está bien Yūgi, gracias. – Después de eso colgó el teléfono. – No puede ser y ahora ¿Qué hago? – Pensó angustiado.

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Casa de la familia Mutō…

¿Qué fue lo que te dijo? – Preguntó con interés la ojiazul.

El muy tonto se creyó cada palabra.

Ves te lo dije, así lo mantendrás alejado del maestro Yami.

Mmmm… ¿No creen que se pasaron esta vez? Joey es malísimo para las matemáticas.

No te preocupes por eso Tristán, además él nunca se tiene que enterar que nosotros le mentimos.

Yūgi tiene razón Tris, recuerden que sobre esto ni una sola palabra a nadie, ya es tiempo que Joey vaya estudiando por su cuenta sin la ayuda del profesor Yami. En lo personal no me importa si sale bien o si sale mal en el examen de mañana.

A veces pienso que eres muy cruel con él Tea.

Grrr... Tristán… ¿De qué lado estás?

No me pongo de lado de nadie Tea, solamente digo que es injusto que no le permitan estudiar con nosotros.

Te recuerdo Tristán que lo hacemos para que Yūgi, pase más tiempo con la persona que le gusta.

¡Ains!... De acuerdo Tea, se hará como tu dices.

En ese momento…

Yūgi, acaba de venir el profesor Yami junto con tu amigo Ryou.

Ya vamos abuelito.

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Mansión Pegasus…

Que fastidio estudiar para los exámenes.

¿Fastidio? Para mí, es algo muy normal.

Lo dices porque estás acostumbrado a estudiar a diario Mokuba.

Vamos Noah, no es tan malo una vez que te acostumbras.

¡Ja! Creo que tienes razón, gracias a ti me he dedicado estudiar todos los días.

Ves te lo dije, si estudias todos los días, no se nos hace tan difícil estudiar para las evaluaciones trimestrales.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Eso mismo me decía mi hermano Bakura, y ahora sé a lo que él se refería.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

Gracias a ti he cambiado mucho Mokuba, antes sólo me dedicaba jugar todas las tardes, pero cuando se me acumulaba todas las tareas escolares…

Ya me imagino… Te quedabas estudiando de la noche a la mañana… ¿Verdad?

Si... Qué pena. – Dijo agachando un poco la cabeza, para que su amigo no le notara lo sonrojado que estaba.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja... – Se reía el pelinegro de la inocencia de su amigo, luego comenzaron a estudiar de nuevo.

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Alguien sabe… ¿Por qué no habrá venido Joey?

Quizás su padre no lo dejó salir profesor Yami.

Mmmm… Es probable Tea, espero que se encuentre bien.

Descuide profesor Yami, él estará bien.

Yūgi, me podrías hacer el favor de llamarlo a su casa únicamente para asegurarnos que se encuentre bien.

Profesor Yami, con todo respeto pero será mejor que continuemos, nos falta mucho por estudiar.

Tea tiene razón, le prometo que le hablaré más tarde.

Gracias Yūgi te lo agradezco. Ahora veamos en que nos quedamos… ¡Ah! Ya me acordé. – Expresó en forma graciosa. – Vamos por el MCM[1].

Se pasaron toda la tarde estudiando, hasta que finalmente cayó la noche.

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Se había aferrado a su libro de Aritmética toda la tarde encerrado en su habitación, tenía miedo de salir y encontrarse con su padre, trataba de evitarlo lo más que podía para no hacerlo enojar. Estaba cansado, no había comido nada en todo el día, apoyó sus brazos y su cabeza encima de su libro que se encontraba sobre una pequeña mesa, miró a su alrededor y se sintió completamente solo. Por más que trataba de estudiar, no le entendía nada a los ejercicios, se veía realmente preocupado.

“Ánimo Joey, no debes de darte por vencido, no ahora”. – Pensaba para sí mismo.

Sin saber por qué, se le vino a su mente la imagen de unos hermosos ojos azules. Medio sonrió y finalmente dijo:

“Al menos tengo el consuelo o la esperanza de volverte a ver mañana… ¡¡¡Sí, eso es!!!” – Se alegró por una idea que se le había ocurrido. – “Mañana lo buscaré en la Escuela y tal vez me anime a preguntarle su nombre”. – Agarró nuevamente su libro y empezó a estudiar casi toda la noche, hasta quedarse dormido.

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Una nueva mañana comenzaba, otro día más sin saber lo que nos preparará el destino, nuevas experiencias se viven a diario y no sabemos el final de cómo terminará aquel nuevo amanecer. Cómo siempre los alumnos ya habían comenzado a contestar su examen y cómo la vez anterior, repartieron a varios grupos de jóvenes a salones distintos. Todo estaba en un sepulcral silencio concentrados en su respectiva evaluación. El tiempo ni se siente pasar… Para algunos, su enemigo era el reloj, para otros, simplemente un día normal como cualquier otro.

Cierto joven de ojos azules, ya había terminado de contestar su examen, pero siempre le gustaba quedarse un poco más para avanzar en su nuevo proyecto. Tan enfrascado estaba tecleando en su Laptop, que no le importaba en lo más mínimo de lo que sucedía a su alrededor. Hasta que un pequeño gemido, logró desconcentrarlo. Levantó la mirada, que cualquiera que lo conociese se notaba a leguas que estaba furioso.

Pero que demo… – No pudo terminar la frase, ya que supo de inmediato de dónde provenía ese pequeño ruido. – “¿Qué rayos le pasará a este perro?” – Se preguntó a sí mismo. – “Acaso estará”…

El joven que se encontraba al lado del ojiazul, tenía la mirada agachada, llevaba un buen rato viendo su papeleta, por más que lo intentaba sentía como si el examen estuviese en ruso. Sin poder evitarlo, unas finas lágrimas salieron de esos hermosos ojitos mieles, no se atrevía a levantar la vista ya que se moría de la vergüenza que alguien lo viese llorar.

“¿Qué haré? No entiendo nada… Seguramente reprobaré Aritmética”…  – Se cuestionaba mentalmente mientras que seguía mirando su examen. Una voz fuerte y varonil lo sacó de sus pensamientos.

¿Acaso estás llorando maldito Perro? No tienes vergüenza, no ganarás nada poniéndote así, ni que fuera para tanto, es sólo un estúpido examen.

El rubio medio levantó la cabeza, no podía creer lo que miraba ni lo que escuchaba, ahora sí, deseó en ese momento que la tierra se lo tragara. Nuevamente agachó la cabeza, ignorando por completo al castaño. Éste hecho enfureció más a la otra persona…

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Ya había transcurrido aproximadamente 30 minutos, el primer bloque de clases estaba por terminar, la mayoría de los alumnos se encontraban afuera de sus salones, mientras esperaban a que los demás terminaran de examinarse…

Gracias a la clase que nos dio el profesor, vamos a salir bien… ¿Verdad amigos?

Ya lo creo que si Tea, al final todos nosotros vamos a salir muy bien. – Habló el tricolor menor.

A mí me preocupa Joey, no se ve por los alrededores, de seguro que aún no ha salido.

Cálmate Ryou, verás que él saldrá bien en el examen.

Espero que tengas razón Tristán. – Manifestó el albino un tanto preocupado.

Oigan, que les parece si caminamos un poco.

De acuerdo Tea. – Respondieron todos.

Tristán y Ryou se adelantaron un poco al caminar, mientras que Tea y Yūgi venían atrás caminando despacio…

Tea, en verdad no sé cómo agradecerte esto que has hecho por mí.

¡Hay Yūgi! Ni lo menciones, sé lo mucho que significa para ti el profesor Yami.

Sí, pero, dime por qué me siento tan mal de haberle mentido a Joey.

Tranquilo Yūgi, es natural que te sientas así, después de todo aún lo consideras tu amigo. Sólo recuerda que mientras más alejes a Joey del chico que te gusta, más oportunidad tendrás de conquistarlo. – La ojiazul le hablaba a su amigo de una manera hipócrita.

Espero y tengas razón. – Contestó un poco apenado.

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Por lo menos deberías callarte, ¿qué no te das cuenta que estás desconcentrando a los que realmente estudian? No eres más que un maldito perro que viene a hacerse una prueba sin haber estudiado. Si no estudias… ¿A qué demonios vienes a la Escuela?

Cuando el rubio escuchaba al ojiazul, se sentía avergonzado, pero lo más extraño es que sintió una fuerte punzada en su corazón, si realmente lo quería humillar y hacerlo sentir muy mal pues ya lo había logrado.

¿Sucede algo Señor Kaiba? – Preguntó el docente que cuidaba a los alumnos para que dizque no copiaran.

No, no sucede nada. Viejo rabo verde. – Esto último lo había dicho entre dientes. – Comenzó a teclear en su lapto y de vez en cuando miraba de reojo al niño rubio. No podía apartar de su mente esos hermosos ojos mieles, de verdad se veía muy afligido, no supo por qué, pero algo en su interior le hizo recordar a su pequeño hermano cuando lloraba o se ponía muy triste. El ojimiel no hacia otra cosa que ver su papeleta y estar cabizbajo.

Suspiró profundamente, levantó su mirada y en un susurro le habló.

Pásame tu papeleta cuando yo te lo ordene Perro.

¡Que! No, no puedo, eso es hacer trampa, además si nos descubren podrían hasta expulsarnos y yo no quiero que te expulsen por mi culpa.

Acaso ese maldito perro se preocupaba más por él, a que le resolvieran su examen. – Se sorprendió un poco. Pero luego insistió…

Si haces exactamente lo que yo te diga, verás que todo saldrá bien.

Al mirarlo, notó una gran seguridad de lo que le decía el castaño que simplemente asintió con la cabeza.

El momento se llegó y ambos intercambiaron las papeletas. En una esquina del examen de la otra persona tenía escrita una pequeña nota que decía: Si manchas o arrugas mi prueba eres Perro Muerto… Al rubio le causó gracia, pero se quedó sin habla cuando leyó el nombre.

“Wow… No puedo creerlo ¿Acaso será el amigo de infancia de Yami?” – Se preguntó a sí mismo.

El ojiazul le contestó todo el examen en una página de papel, luego volvieron a intercambiar sus exámenes. Joey se asombró al ver todos los ejercicios resueltos, empezó a pasarlos nuevamente en otra página de papel, a todo esto, el joven ya se había marchado.

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Semanas después…

Todos los alumnos estaban llegando a la escuela para comenzar otra jornada de clases, un convertible dorado se estacionaba frente a la escuela, en él se bajaba un hermoso niño albino.

Gracias por traerme hermano.

Pórtate bien Ryou y recuerda sacar buenas calificaciones. – Le bromeaba su hermano mayor.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, claro Marik.

El niño se bajó del auto y empezó a caminar, pero a su paso se encontró con…

Buenos días profesor.

Buenos días joven Ishtar. – Contestó algo serio.

Ambos empezaron a caminar, el docente estaba por decir algo, hasta que se escuchó una voz a lo lejos.

Ryou, por fin te alcancé. – Trataba de normalizar su respiración, ya que estaba fatigado por caminar rápido.

¿Sucede algo Marik?

El docente que iba a la par del niño, miraba al recién llegado con unos ojos tan obscuros y siniestros que daba miedo, el de ojos color violeta, miraba de igual manera a la otra persona.

Profesor, quiero presentarle a mi hermano mayor Marik Ishtar. – El pequeño sin percatarse de nada, empezó a hablar inocentemente. – Marik, déjame presentarte al profesor Bakura Pegasus.

Mucho gusto. – Contestaron al unísono y ambos se dieron un gran apretón de manos, sin despegarse la vista uno del otro.

Bien Ryou, será mejor que vuelva al trabajo, toma, olvidabas tu refrigerio.

Gracias hermano.

Profesor Bakura, fue un placer en conocerlo, tal vez usted y yo podamos tener más adelante una conversación en privado. – La voz del ojivioleta, se escuchaba muy seria.

Cuando usted quiera señor Ishtar. – Respondió seriamente.

El timbre de la escuela resonó por todo el lugar, indicando que ya era hora de comenzar las clases.

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A la hora del recreo…

Anda, ¡¡¡Dinos ya!!! – Hablaba la ojiazul con mucha curiosidad.

Sí, no seas tan malo. – Decía el castaño.

Desde hace tres semanas, has estado actuando muy extraño. – Expresaba el de pelos puntiagudos.

¡¡¡Basta!!! Con tantas preguntas, no lo dejan hablar.

Está bien Ryou, no me molesta… Si les digo… Prometen no burlarse.

Si Joey, te lo prometemos, ahora dinos. – Hablaron todos al mismo tiempo.

Este… Yo… ¿A qué no adivinan? Creo que estoy enamorado.

¿Qué, qué? – Todos se sorprendieron por lo que acababan de escuchar, pero únicamente uno de ellos sintió como si le hubiese caído un balde con agua fría.

Ena… ¿Enamorado? ¿De quién? – Preguntó el albino.

NO ME DIGAS QUE ESTÁS ENAMORADO DEL PROFESOR YAMI. – Gritó el tricolor menor.

¿Enamorado del profesor Yami? ¡Claro que no Yūgi!

Si no es él, ¿entonces de quién estás enamorado Joey?

Ante la última pregunta que le había hecho la castaña, el ojimiel se sonrojó un poco.

¿Y bien Joey? – Preguntó el de ojos marrones.

Yo… Este… Estoy enamorado de Seto Kaiba.

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¿Sabes a quién conocí hoy?

¿A quién?

Al hermano mayor del joven Ishtar.

¿Te refieres al mismo hombre del que tú estabas celoso?

Grrr...  Sí, ese mismo.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

¿De qué te ríes? No es gracioso.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Lo siento Bakura… Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… No puedo evitar recordar todas las maldiciones que le echaste al pobre.

Mhg…

No me veas así… Mejor dime ¿Cómo se llama?

Marik Ishtar.

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¿Has logrado hablar con él? Cuéntanos que te ha dicho.

He tratado de hablar con él Ryou, pero siempre me rechaza o me insulta. – Su voz sonaba algo triste. – Es más, ni siquiera sabe que yo existo.

Y… ¿Por qué no le llamas por teléfono? Y así tendrás la oportunidad de hablar con él en privado.

¡Hey! Esa es una muy buena idea Tristán.  – Secundó el albino.

Amigos, hay un problema.

¿Cuál? – Contestaron todos.

No tengo su número de teléfono.

Si quieres yo te lo puedo averiguar Joey.

¿De verdad Yūgi? ¿Harías eso por mí? – Se emocionó al escuchar a su amigo.

¡Claro Joey! No te preocupes… “Si es verdad lo que dices, eso te mantendrá alejado de la persona que me gusta”. – Esto último lo había pensado para sí mismo.  

Muchas gracias amigo. – Respondió emocionado.

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¿Qué, qué? ¿Estás seguro?

Sí, por qué.

Wow… Baia, sí  que el mundo es pequeño, sabía que ese apellido me era tan familiar.

¿Por qué? ¿Acaso lo conoces?

Sí, él es abogado y se encarga de manejar los estados financieros de la empresa, hasta que Kaiba sea mayor de edad.

Esto es genial, ahora me demandará por ser un asaltacunas.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… No seas tan dramático Bakura.

Grrr…

El recreo terminó y todos los alumnos volvieron a sus respectivos salones. El resto de la mañana fue de lo más normal.

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A la mañana siguiente…

Ya habían pasado tres semanas desde que conoció al ojiazul, todos los días después de clases salía a buscarlo a la hora del recreo, a veces se decepcionaba por la forma en cómo lo trataba, pero él de alguna manera sentía aquél deseo de poder estar a su lado, incluso se conformaba con sólo verlo aunque sea de lejos. Después de que las clases finalizaran, se dirigió directamente a su casa, en el transcurso del camino recordaba a su amigo entregándole ese pequeño papel…

FLASH BACK

Antes de que las clases comenzaran, un niño de pelos puntiagudos se le acercó a su amigo diciéndole:

Aquí tienes Joey, éste es su número de teléfono personal.

Wow… Yūgi gracias, pero ¿Cómo lo conseguiste?

¡¡¡Aaaahh!!! No es nada Joey, digamos que un pajarito me lo dio.

Luego se fue a sentar a su pupitre ya que el profesor Dartz, había entrado al salón.

FIN DEL FLASHBACK

Al llegar a su casa se fue a su habitación a cambiarse de ropa, después bajó las gradas y se fue a sentar a una silla que estaba cerca del teléfono,  miraba el pedazo de papel que Yūgi le había entregado esa mañana. Estaba un poco nervioso, mientras pensaba…

“¿Qué voy a decirle si me contesta?... Hola, habla Joey… Te llamo para saber ¿Cómo estás?... Yo, creo que eso es muy tonto”. – Se decía a sí mismo, agarró el teléfono para marcar el número, cuando escuchaba los tonos se ponía muy nervioso, sus manos le sudaban, sentía como sus piernas le temblaban, hasta podía escuchar cómo su corazón latía apresuradamente. Hasta que por fin se escuchó la voz anhelada…

¿Diga? Habla Kaiba.

--------------------------  – “Vamos Joey dile algo, lo que sea, no te quedes callado”. – Pensaba para sí mismo.

No tengo tiempo para esta clase de estupidez, si no va a decir nada, no moleste. – Estaba por colgar hasta que…

Ho… Hola, habla Joey… Te llamo para saber ¿Cómo estás?

Perro zarrapastroso, ¿No tienes a nadie más a quién molestar? – Se escuchaba molesto.

Yo… Lo siento si te interrumpí, pero…

No me hagas perder mí tiempo perro y no me vuelvas a llamar a este número. – Después de eso el ojiazul colgó el teléfono.

La otra persona hizo lo mismo, posteriormente subió a su habitación, se sentía como un tonto por haberle marcado, se sentó a un lado de la cama y sin poderlo evitar empezó a llorar en silencio…

******************************

Mansión Pegasus…

La noche se había hecho presente en Ciudad Domino, en una enorme mesa cenaban familiares y amigos, unos conversaban, otros reían, mientras que Maximillion Pegasus, se limitaba en observar desde la cabecera de la mesa.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… La clase de hoy estuvo divertida.

Sobre todo cuando la profesora se molestó con ese niño, por llegar tarde.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Yo pensaba que se iba a morir de un coraje.

Noah, eso no es gracioso, tu padre y yo, te hemos dicho que no debes burlarte de tus mayores.

Yo… Lo siento hermano. – Contestó muy apenado.

Perdón fue mi culpa, no debí de sacar el tema. – Se disculpó otro niño de ojos azules.

Cof, cof, cof. – Llamó la atención el dueño de la mansión. – Bakura hijo, no seas tan severo con tu hermano, además recuerda que tenemos a dos invitados en nuestra mesa.

Si padre, lo siento.

Padre, ¿Mokuba y yo nos podemos retirar de la mesa?

Adelante Noah, puedes retirarte.

Gracias. – Contestaron ambos niños y salieron corriendo a la habitación del peliturquesa.

Creo que Atemu y yo también nos retiramos padre. – Éste sólo dio su aprobación con un asentimiento de cabeza.

Ambos jóvenes se dirigieron a la sala para conversar un rato.

Yami, he tomado una decisión.

¿Una decisión? ¿Sobre qué?

Estos últimos días he estado pensando en todo lo que me has dicho… Y creo que tienes razón.

¿Ah, sí?

Sí… Mañana le diré a esa persona lo mucho que lo quiero.

Baia…  ¡Ya era hora!

Grrr… ¿Te estás burlando de mí?

Eres un idiota, ¿lo sabias?

Mhg…

Claro que no me estoy burlando, sino todo lo contrario, me alegro por ti.

Tú también deberías de hacer lo mismo. Ya es tiempo que le digas a ese enano lo que tú sientes por él.

En primera Bakura, no es ningún enano y en segunda, te doy la razón, ya es tiempo que le diga a Yūgi lo mucho que lo quiero.

Mhg…

Veinte minutos después, Yami se fue de la mansión y de paso fue a dejar al otro niño a su casa.

******************************

Después de haber llorado toda la tarde y de haberse calmado un poco… Se empezó a decir a si mismo.

“No me importa… No me importa que me rechace, él siempre seguirá siendo mi hermoso ángel azul”. – Efectivamente, pensar en el castaño lo hacía muy feliz, agarró un cuaderno y empezó a escribir algo que según él sería un poema.


“HERMOSO ÁNGEL AZUL”

Un bello ángel he llegado a conocer,
Sus cabellos castaños son como el color del chocolate,
Sus hermosos ojos azules son como la luz de una estrella…

Eres tan hermoso,
Tan puro y resplandeciente,
Que sentí por un instante mi corazón desfallecer…

¿Acaso estaré soñando?... Si es así, no quisiera despertar jamás.
Cómo me gustaría poderte conocer más a fondo, que me permitieras llegar hasta tu más preciado corazón…

Pero por más que lo intento, siempre pones una gran barrera difícil de derribar…
¿Será que estoy delirando?... No lo sé… Sólo sé que lo que siento por ti…
Nunca lo había sentido en mi vida.

¡Cielos! ¿Qué me está pasando?... Desde que lo conocí…
No he dejado de pensar en él.
Es como si el reino celestial por fin me premiara por mandarme un hermoso ángel…

Eres mi ángel, mi primer ángel de amor al que yo le he entregado mi corazón,
Eres mi único ángel azul que el cielo me ha enviado…
Para que tú y yo algún día podamos estar juntos por siempre…


Cuando terminó de escribir lo que pensaba y lo que sentía, cerró su cuaderno para después guardarlo. Estaba por salir de su habitación para ver si podía comer algo, pero en ese momento había entrado su padre con cara de pocos amigos…

Híncate en el suelo, maldito bastardo. – Ordenó el hombre y en sus manos llevaba un cable negro muy delgado.

El niño sólo obedeció a lo que su padre le dijo…

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Así me gusta maldito engendro de mierda, haré que te retuerzas del dolor como lo que eres, un vil y asqueroso gusano, no sabes el gusto que me da ver tu cara llena de sufrimiento. Más te vale no meterme las manos porque soy capaz de quebrártelas y ni se te ocurra gritar o de lo contrario te irá peor. – Reía sádicamente, mientras que lo golpeaba…

******************************

A la mañana siguiente…

Primer recreo…

Como siempre, era el primero en salir del salón de clases cuando sonaba el timbre y todos salían a recreo, sentía como su corazoncito latía a mil por hora, trataba de sonreír un poco, pero en esta ocasión tenía un motivo para hacerlo… 

Hola… Hasta que por fin te encuentro.

Lárgate, no ves que estoy ocupado.

Yo… Lo siento, vine a disculparme por haberte llamado ayer.

Bien, ya lo hiciste ahora esfúmate perro.

El otro simplemente agachó su mirada, pero luego la levantó.

No tienes que ser tan cruel conmigo, perdón si te interrumpí. – Estaba por marcharse, pero al dar la media vuelta se topó con alguien.

Hola… ¿Eres amigo de Seto?

Hol… Hola… Este… Yo… Yo solamente vine a arreglar un asunto con él. Discúlpame, me tengo que ir.

Espera… Al menos dime ¿Cómo te llamas?

Me llamo Joseph Wheeler… Pero todos me dicen Joey.

Mucho gusto Joey, mi nombre es Mokuba Kaiba.

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¿Por qué pones esa cara? ¿No me digas que él aun no te ha hablado de mí? Seto, es mi hermano mayor.

Tu… Tu… ¿Hermano?...

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Un alumno caminaba por el pasillo, iba pensando en lo que le diría su profesor, ya que después de clases lo mandó a llamar a su oficina, antes de entrar al lugar, tocó la puerta.

Adelante… Puedes pasar.

Hola… Buenos días profesor.

Buenos días joven Ishtar, por favor, siéntate.

Estaba un poquito nervioso, no tenía ni la remota idea de lo que le diría su docente. Por otro lado el mayor, no tenía ni la mínima idea de por dónde empezar.

¿Sucede algo profesor Bakura? – Se atrevió a preguntar.

Antes de comenzar, me gustaría que habláramos, pero no como docente y alumno, si no que… Como amigos. – La voz del albino se escuchaba un poquito nerviosa. – Si quieres desde hoy, puedes llamarme Bakura.

¿De verdad profesor?

El joven suspiró y miró al niño en forma de reproche.

            Te acabo de decir que puedes llamarme Bakura. – Le sonrió de manera muy tierna. Ante estas palabras el niño se sonrojó.

Si, pro… Quiero decir Bakura. – Le sonrió de igual manera.

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Seto, hermano ¿Por qué no me dijiste que tenías un nuevo amigo?

Este perro no es mi amigo Mokuba, es tan sólo una maldita peste que no me he podido quitar. Desde que lo conocí no me ha causado más que problemas, es más fácil deshacerme de una garrapata que de este perro callejero.

¡¡¡YA FUE SUFICIENTE!!! – Gritó el ojimiel. – No hay necesidad que me sigas ofendiendo, no entiendo por qué todo el tiempo te la pasas insultándome, que yo recuerde no te he hecho nada, desde que te conocí, sólo buscas la manera de evadirme y de alejarme de ti.

El CEO se levantó, ya que estaba sentado en una de las bancas que había en el corredor, aniquiló al rubio con sus ojos azules y le después decirle:

¿Ya terminaste de ladrar perro callejero? ¿Qué parte no entendiste cuando te dije que me dejaras en paz? Lo único que provocas es hacerme perder mi valioso tiempo, no necesito de tu estúpida presencia, no quiero tu amistad ni nada que provenga de ti, eres fastidioso, repugnante, en otras palabras, no eres más que un perro vulgar. Vete a molestar a otra parte, estoy harto que me busques todo el tiempo, deja de perseguirme y desaparécete, no quiero volverte a ver en toda mi vida.

El otro sentía cómo su corazón era despedazado poco a poco... Sin poder evitarlo, sus ojitos se le empezaron a humedecer.

Eh… ¿Joey, estás bien? – Le preguntaba el pelinegro. – Te ves un poco pálido.

Si…  No te preocupes. – Contestó muy triste y con la mirada en el suelo.

Estaba por irse, pero en ese momento sus piernas no le respondieron, su vista se le nubló, únicamente pudo dar tres pasos cuando se desmayó y cayó al suelo.

¡¡¡Joey!!! – Fue lo último que escuchó antes de perder el conocimiento.


Continuará…



N/A: El poema que sale en este capítulo, fue hecho por mí, y de ante mano me disculpo si no está bien hecho… Como poetiza doy asco, lo sé… Pero créanme que hice lo mejor que pude para escribirlo…

Gracias, mil gracias por todo su apoyo... Ustedes son los máximo en verdad, ya que se toman su valioso tiempo para leer mi fic… Es por eso que no tengo palabra alguna para agradecerles por toda su cooperación y apoyo que día a día ustedes me brindan… No olviden dejar sus comentarios.


Adiós, hasta pronto y cuídenseme mucho.



Atte.: 

             KAT.




 





[1] MCM: Mínimo Común Múltiplo.

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