lunes, 4 de junio de 2018

LOS OJOS… SON EL REFLEJO DEL ALMA...



Capítulo 7: ¿Las personas pueden cambiar?


Aclaraciones del Capítulo:

Kat: ¡Oye! ¿Por qué me ves de esa manera? Es como si tuvieras ganas de querer matarme, estrangularme, mutilarme o hacerme papilla…

Seto: No sabes cuánto te odio… Maldita arpía.

Kat: Mira aclaremos algo, si... En primera…

Seto: En primera no tienes derecho para imponer tus malditas condiciones...

Kat: Si me dejaras hablar, te explicaría todo. 

Seto: Habla de una buena vez y que sea rápido.

Kat: Como te decía… En primera no es necesario que me ofendas. Y en segunda… No veo la razón del por qué estés… ¡¡¡Tan molesto!!!

Seto: Y todavía tienes el descaro de decirme que no esté tan molesto… Te parece poco, ¿cómo has hecho sufrir a mi cachorro?

Kat: Ahora entiendo por qué quieres lincharme.

Seto: Grrrr…

Kat: En verdad lo siento mucho Setititito. 

Seto: No me llames así ridícula. – La mira desafiante a los ojos.

Kat: Te lo advierto Seto Kaiba… No me ofendas. O si no… 

Seto: Mhg… ¿O si no qué?

Kat: ¡Ay! En verdad que se me hace muy difícil el poder hablar contigo… Ya me disculpe, en verdad lo siento. A mí también me duele muchísimo tratar así de esa manera a mi amorcito bello precioso…

Seto: ¿QUÉ DIJISTE? – Grita enfadado y a la vez apretaba sus manos haciéndolas puño.

Kat: UPS... Ahora sí que estoy en problemas… Déjame decir algo a mi favor… ¡¡¡¡¡¡AUXILIOOOOOOOOOOOO!!!!!! UN GATO PULGOSO ME QUIERE COMER… Mejor corro por mi vida… XD.

En lo que busco la manera de escaparme de este Neko salvaje, continuamos con el fic…


Aclaraciones: Este capítulo tendrá argumentos muy fuertes y muy dolorosos que a cualquiera se le podría bajar la moral, así que antes de leerlo… Te sugiero, no, más bien te “recomiendo” que lo pienses bien antes de continuar. No apta para personas que padecen del corazón o de depresión.


Declaimer: Los personajes de YU – GI – OH!, “No son míos”… Snif, shif, snif,  son propiedad de su respectivo autor, sólo hago este fic porque me encanta escribir, y que ustedes se diviertan de mis locuras.

RESUMEN: Según mi punto de vista… Es muy poco probable que las personas puedan cambiar, aunque se ha dado algunos casos que realmente cambian cuando se hacen el propósito de hacerlo… ¿Ustedes que opinan? 

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Eran las 6:00 p.m. risas se escuchaban en ese lugar, al parecer todos los que estaban ahí se divertían muchísimo. Ya habían terminado de hacer todas sus tareas escolares y se estaba llevando a cabo un pequeño duelo de monstruos amistoso.

Ahora es mi turno… Mago Oscuro… ¡¡¡Ataca!!!

¡¡¡Hay no!!! Me he quedado sin puntos vitales.

Vamos Tristán, algún día le ganarás a Yūgi. – Decía con sarcasmo la ojiazul.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, para ti es fácil decirlo Tea, ya que no estás en mi lugar. Yūgi eres muy bueno en este juego.

Gracias Tris, tú también estuviste genial.

Oh, oh…

Mmmm… ¿Qué sucede Tea? – Preguntó el castaño.

Amigos, no quisiera arruinar la diversión pero ya es muy tarde.
Es cierto, por estar jugando, perdí la noción del tiempo… Bueno será mejor que nos vayamos.

Está bien amigos, nos vemos mañana.

Adiós Yūgi. – Se despidieron los dos al mismo tiempo.

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En otro lugar de Ciudad Domino…

Lentamente empezaba a abrir sus ojitos, aún se encontraba tirado en el suelo, su uniforme estaba rasgado, su camisa manchada de sangre, con dificultad se ponía de pie, todo su cuerpo estaba lastimado, pero para él eso era lo de menos, lo que realmente le dolía era su corazón, nuevas lágrimas empezaron a salir de esos hermosos ojitos mieles, con tristeza y dolor recordaba la partida de su hermana. Finalmente logró ponerse de pie, empezó a ver a todos lados y al parecer su padre no se encontraba en casa. Decidió subir a su habitación para tratar de darse un baño y poderse curar… Una vez que se bañó y atendió sus heridas, salió de su habitación para entrar en la de su hermana…

Serenity… Snif, snif, snif, ven, por favor, snif, snif, snif, no me dejes. – Decía dolorosamente. Se dejó caer al piso, estaba totalmente destrozado. En eso vio la carta del Dragón Negro de Ojos Rojos que estaba tirada en el suelo la agarró y la apretó fuertemente contra su pecho. – Jamás… Snif, snif, snif, te olvidaré hermana, te lo prometo. Snif, snif, snif… Siempre estarás en mi corazón.

Nuevamente se levantó, guardó la carta que su hermana le había regalado en la bolsa de su pantalón, se limpió sus lágrimas con la manga de su camisa y salió de ahí, bajó las escaleras y empezó a hacer la cena antes de que su padre llegara. Cuando terminó de hacerla subió a su habitación sin cenar, y se quedó profundamente dormido.

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A la mañana siguiente…

Buenos días dormilón, vamos levántate o llegarás tarde a la escuela. – Le hablaba una madre a su hijo.

Mmmm… Déjame dormir un poco más mamá. – Respondía el joven semidormido.

Eso te pasa por quedarte casi toda la noche preparando la clase que vas a dar hoy. Levántate ya, Yami Atemu Valentine, que el desayuno se enfría.

Ya voy, ya voy. – Contestaba y al mismo tiempo se ponía de pie.

Se bañó, se vistió con una camisa de vestir manga corta color vino y un pantalón de vestir color beige que le quedaba muy ajustado a su cuerpo. Bajó las escaleras y se dirigió al comedor en donde su madre lo estaba esperando para desayunar. Una vez que terminó de comer, su madre lo fue a dejar a la escuela en su convertible matiz lila.

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Caminaba sin rumbo fijo, llevaba la cabeza agachada, unos cuantos mechones rubios de su frente le cubrían el rostro, su vista estaba triste, como perdida, se había pasado casi toda la mañana llorando, no tenía ánimos de nada, ni siquiera de ir a la escuela, pero no tuvo otra opción más que ir, porque si no se atenía a las consecuencias… Con desagrado recordó lo que su padre le había dicho antes de salir.

FLASH BACK

Bajaba las escaleras para poder desayunar un poco antes de irse a la Escuela, pero en eso alguien lo agarró fuertemente del brazo doblándoselo hacia atrás y estrellarlo contra la pared.

Por tu bien… Ni se te ocurra faltar a la escuela, y espero que no le digas a nadie sobre esos golpes que tienes en el rostro. Si alguien te pregunta simplemente dile que eres un torpe, un bueno para nada que tropezaste en las gradas y te golpeaste al caer. – Se lo decía enfurecido y al mismo tiempo estampaba su rostro a la pared.

Aaaahhhhhh… Papá, déjame por favor, me duele, snif, snif, snif, no le diré a nadie, snif, snif, snif, suéltame por favor.

¡¡¡Cállate!!! Maldito gusano, y escúchame con atención, ya que solamente te lo diré una vez, si me llaman de mi trabajo por parte de la escuela haciéndome preguntas estúpidas sobre los moretones que tienes en el rostro o porque has faltado a clases… No sólo te patearé sin piedad, si no que soy capaz de sacarte de esa maldita pocilga a la que tú le llamas escuela y te echaré a la calle como un maldito perro. ¿HAZ ENTENDIDO?

Si padre, te prometo que no faltaré y no le diré a nadie. – Respondía con lágrimas en sus ojos.

Su padre lo tiró al suelo con violencia, empezó a golpearlo con sus manos fuertemente, mientras le gritaba:

Esto es para que no olvides lo que te acabo de decir. ¡Ah! Una última cosa, a partir de ahora no quiero llamadas de estúpidos profesores avisándome cuando habrá reuniones de entrega de notas o cualquier estupidez que haya en esa escuela de mierda. Arréglatelas tú solo porque no me importa nada de eso. – Lo agarró fuertemente del pelo, y le dio un fuerte golpe en el estómago haciendo que su hijo sangrara por la boca y luego lo volvió a tirar al suelo…

Aaaahhhhhh… Snif, snif, snif, papá por favor, ya no, ya no, snif, snif, snif, basta, me duele, snif, snif, snif, ya no me golpees, por favor. Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh…

¡¡¡Cállate!!! ¡¡¡Cállate!!! No sabes cuánto te odio, te desprecio, tú no significas nada para mí. Por tu culpa mi preciosa hija se fue de esta casa, ya no la volveré a ver nunca. Pero haré que tu miserable vida se convierta en un maldito infierno. – Todo eso se lo decía a gritos, mientras que lo seguía golpeando cada vez más y más fuerte.

El niño se cubría el rostro con sus manitos para tratar de protegerse la cara, él todavía permanecía en el suelo recibiendo las patadas brutales de su padre. Cuando se cansó de golpearlo… El hombre salió de la casa dejándolo en el suelo muy lastimado, tanto física como psicológicamente.

¿Por qué? Snif, snif, snif ¿Por qué me tratas así padre? Snif, snif, snif, a pesar de todo yo te quiero, snif, snif, snif, te quiero mucho padre, snif, snif, snif, no sabes cuánto te necesito… Snif, snif, snif, soy tu hijo ¿Por qué me haces esto? Snif, snif, snif…

El niño se levantó como pudo del suelo, medio se arregló el uniforme y salió de su casa rumbo a la escuela.

FIN DEL FLASHBACK

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En la EPCD[1]

Hola amigos, buenos días, ¿cómo están?

Buenos días Tristán, estamos bien, ¿y tú? – Contestó un hermoso niño de cabello tricolor.

Pues no me quejo, al menos llegué a tiempo, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

Baia, eso no me sorprende. – Intervino la ojiazul. – Eso te pasa por levantarte tarde.

Ya, déjalo tranquilo Tea.

Será mejor que entremos al salón antes de que suene el timbre. – Expresó la castaña.

Bien vamos. – Manifestaron los demás.

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Buenos días Yami, traes una carita de muy pocos amigos, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. – Se burlaba de su amigo.

Buenos días, Bakura, la verdad casi no pude dormir anoche y tengo un poco de sueño. – Contestó bostezando.

¿Y eso? ¿A qué se debe?

Tenía que terminar de preparar las clases que daré hoy.

Mmm… Ya veo. Y yo que te iba a preguntar si dormiste bien anoche. – Sonrió con sarcasmo.

Ja, ja, ja, ja… Muy gracioso. Mejor me voy que el timbre ya va a sonar.

Está bien, está bien, no te esponjes[2]  sólo bromeaba. – Medio le sonrió con sorna. – Vamos, te acompaño hasta el salón de clases.

De acuerdo, vamos.

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Ambos jóvenes caminaban por el pasillo de la escuela, iban platicando muy tranquilamente mientras se dirigían a uno de los salones, ya que en la primera hora uno de ellos le tocaba dar clases, pero al llegar y al entrar encontraron un verdadero desorden…

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Mírenlo, es patético. – Señalaban unos niños.

Oye tarado, acaso te adelantaste al día de Halloween.

Más parece el hijo de Frankenstein o uno de esos monstruos de duelo... Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

De raro… Pasó a ser el nuevo fenómeno de la clase… Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

A lo mejor quiere imponer una nueva moda de morados…

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja…

Todos sus compañeros lo molestaban y no era para menos… Sabía perfectamente que los golpes de su rostro se veían horrorosos.

Rex Raptor, Duke Devlin, ya fue suficiente, no lo molesten. – Yūgi, junto con Tristán eran los únicos que defendían a su amigo de los demás.

¿Qué está sucediendo aquí? – Preguntó el maestro muy molesto que acababa de entrar al salón.

Todos se quedaron sorprendidos al escuchar al docente, nadie se dio cuenta cuando éste había llegado, y se fueron a sentar rápidamente a sus respectivos lugares… El ojimiel al escucharlo, decidió salir corriendo fuera del salón, no quería que él lo viera de esa manera.

¡¡¡¡JOOOOOEEEEEYYYYYYYYY!!!!! Espera. – Fue el grito del faraón.

Estaba por salir a buscarlo, pero una voz lo detuvo.

Atemu…

Ahora no Bakura, iré a buscarlo y tú no podrás impedírmelo. – Lo miró algo molesto.

¡Ja! Y quién te ha dicho que yo te voy a impedir que vayas por él.

El otro se quedó  desconcertado al escuchar hablar a su amigo.

Si no me lo impedirás… Entonces ¿Qué quieres?

Toma… – Le estaba dando la mochila del pequeño. – Será mejor que lo lleves a la enfermería y en cuanto esté mejor se puede volver a incorporar a sus clases nuevamente. – Sonrió con sinceridad el ladrón de tumbas.

Gracias, en verdad te debo una. – Agarró la mochila del ojimiel y se dio la vuelta para salir a buscarlo, pero antes de irse se dirigió a su amigo. – Bakura, encárgate de mi clase por favor, quiero que tomes mi lugar.

¿Estás seguro? Me conoces y sabes perfectamente que yo no soy como tú de… – No terminó de hablar ya que fue interrumpido.

Por esta ocasión, puedes hacer lo que quieras. – Medio le sonrió.

La mirada del albino cambió radicalmente convirtiéndose en una mirada muy fría y le sonrió con maldad a su amigo. El otro se dio la vuelta para salir corriendo a buscar al pequeño…

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Muy bien jóvenes… Así que les gusta mucho divertirse ¿No es cierto? – Miró a sus alumnos con un deje de maldad.

Todos estaban petrificados al ver la mirada que tenía su maestro, nadie decía absolutamente nada. Y algunos hasta temblaban disimuladamente.

Les diré algo… A mí también me gusta divertirme mucho… ¿Qué les parece si jugamos un juego, eh? – Sonrió con perversidad. – Pero que calladitos están… Ja, ja, ja. Por lo visto su suerte ha cambiado, ya que tomaré el lugar de su querido profesor Yami y la siguiente asignatura será mi clase… SAQUEN UN CUADERNO Y ESCRIBAN LO SIGUIENTE. – Gritó el albino.

Rápidamente obedecieron sin siquiera decir ni una sola palabra, si antes le tenían miedo a su docente, ahora sí que estaban muy asustados, en cambio el albino disfrutaba mucho verles las caras que tenían. Volvió a sonreír con maldad, se dio la media vuelta para escribir en la pizarra lo siguiente: No debo burlarme de mis compañeros de clases, tengo que saber respetar a los demás y no debo de ofenderlos ni humillarlos. Los alumnos, estaban confundidos al leer lo estaba escribiendo, pero nadie tenía el valor suficiente de preguntarle lo que estaba haciendo.  Cuando terminó de escribir en la pizarra se dio la vuelta y se dirigió a ellos.

Escribirán la frase 200 veces antes de que termine esta clase y el que no logre terminar… – Se quedó callado por un segundo disfrutando del pánico de los demás. – Recibirá unos de mis famosos castigos severos… Muahahahahaha.

Todos empezaron rápidamente a escribir esa frase en sus respectivos cuadernos, lo conocían perfectamente y sabían de ante mano que él no era muy tolerante como su profesor Yami.

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Llevaba 30 minutos recorriendo todos los lugares posibles de la escuela y no obtenía señales del pequeño, pero seguiría buscándolo hasta poder encontrarlo. En lo que caminaba, se hacía mil preguntas sobre qué le habría pasado y a la vez estaba furioso. Sabía a la perfección quién había sido, ya que no era la primera vez que lo golpeaba de esa manera.

“Demonios… ¿En dónde podrá estar? Vamos Yami tranquilízate un poco y piensa”. – Se decía a sí mismo. – “¿A dónde irías si estuvieras asustado? Todos están en clases, así que el único lugar en donde me podría esconder es en”…

Salió corriendo rápidamente, para comprobar sus sospechas. Al llegar entró muy despacio sin hacer mucho ruido, el lugar era muy amplio y si realmente se encontraba ahí, no quería que nuevamente saliera corriendo. Se quedó parado en medio del pasillo, a ver si lograba percibir algo, se sorprendió un poco ya que logró escuchar un pequeño sollozo.

¿Joey?...  – Caminó lentamente al lugar en donde provenía el llanto. Él se encontraba acurrucado en la esquina de una pared, estaba con sus rodillas dobladas hacia el frente y con sus brazos se las sujetaba y ocultaba su rostro en ellas.

Joey. – Volvió a llamarlo.

Vete por favor, snif, snif, snif, snif, snif, snif, déjeme solo profesor Yami.

No… No me iré de aquí sin antes saber que ocurrió… Mírame, por favor.

¿Para qué?… Snif, snif, snif, snif, snif, snif ¿También ha venido a burlarse de mí?

El tricolor mayor se acercó a él y se sentó en el suelo a la par suya.

¿Qué te hace pensar que me voy a burlar de ti? – Lentamente levantó su mano derecha para poder acariciar su cabecita rubia. – Mírame por favor, te prometo que no me reiré de ti. – Le suplicó para que accediera a tal petición.

Levantaba su carita muy despacio para ver los ojos del faraón. Y se dio cuenta que solamente su docente se encontraba con él. El joven se quedó atónito al verle su carita toda golpeada, uno de sus ojitos estaba morado, su labio estaba partido, una mejilla muy lastimada y la otra sangraba por un pequeño raspón. El niño, al sentir la mirada constante del otro volvió a agachar su cabeza, haciendo que el mayor reaccionara y rápidamente lo abrazó.

Perdóname, no fue mi intención mirarte de esa manera. Soy un estúpido, en verdad lo lamento.

No… No profesor, usted no es un estúpido y yo... Yo no tengo nada que perdonarle. – Trataba de hablar ya que todavía seguía llorando.

Gracias… Dime… ¿Él fue verdad? ¿Y por qué lo hizo?

Únicamente se limitó en abrazar fuertemente a su docente y además lo estaba empezando a ver como su amigo. Recordaba todas las palabras dolorosas que le había dicho su padre.

Yami… Snif, snif, snif, mi hermana… Snif, snif, sniff, mi hermana…

¿Serenity? ¿Le pasó algo a tu hermana Joey?... Shhhh, tranquilo, no llores por favor y dime que ha pasado con tu hermana. – Se preocupó bastante con lo que el niño le trataba de decir.

… Snif, snif, snif, mi hermana se fue,  snif, snif, snif, se fue de la casa, mi madre se la llevó lejos a vivir con ella,  snif, snif, snif, y… Snif, snif, snif… Y yo… No pude hacer nada para impedirlo…. Snif, snif, snif.

La otra persona no podía creer lo que estaba escuchando, y sin querer unas lágrimas rodaron por sus mejillas. Se sentía muy mal al ver al pequeño de esa manera, se veía tan frágil y vulnerable. Nunca pensó verlo de esa manera.

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¡Crash!... Se escuchó un gran ruido, en el salón, todos se asustaron al escucharlo, ya que estaban preocupados por terminar su pequeña plana antes de que terminara la clase.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Si se hubieran visto las caras en ese momento, de lo asustados que están. – Reía con cierta maldad. Ya que fue él quien había hecho ese ruido golpeando el escritorio con su metro[3]. – YA TERMINARON. – Gritó seriamente.

No profesor Bakura, aún no. – Contestaron todos muy asustados.

Si yo fuera ustedes me diera prisa, ya que su tiempo se está acabando al igual que mi paciencia.

Un alumno levantó la mano, para poder hablar.

Profesor Bakura, déjenos descansar un poco, la verdad ya me duele la mano de tanto escribir.

¿Quieres descansar? ¿No es así? – Preguntó con sarcasmo.

Este… Yo… Únicamente le pido que nos de unos cinco minutos para…

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… No sabes lo patético que te ves suplicando de esa manera y hablando por los demás. – El otro agachó la cabeza ante el comentario de su docente.

Mmmm… Está bien, creo que te mereces un pequeño descanso. – Sonrió con maldad. – Rex, acércate.

Todos los demás alumnos le hacían señas de que no fuera. Pero éste al ver la mirada intimidante del docente prefirió ir, a hacerlo enojar. Ya estaba frente a él, en eso el albino se dirigió a todos los demás alumnos…

¿Alguien más quiere descansar? ¿Nadie? – El silencio era lo único que reinaba. – En ese caso, saldré por un momento con su compañero, y no quiero escuchar ni siquiera el sonido de una mosca. ¿Han entendido?

Si, profesor Bakura. – Respondieron.

Agarró a Rex fuertemente del brazo y salió del salón.

Bien Rex, aquí tienes tú descanso, te quedarás aquí parado de plantón[4], hasta que yo decida levantarte el castigo. – Fue la orden del albino. – Y si te mueves del lugar en dónde te dejé, te expulsaré por una semana. ¿Está claro?

Si profesor.

La otra persona se retiró del lugar para volver al salón de clases.

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Joey escúchame por favor, cálmate.  – Le decía el tricolor mayor y al mismo tiempo le limpiaba las lágrimas con un pañuelo que se había sacado de la bolsa de atrás de su pantalón. – Tú no podías hacer nada para evitar que tu madre se llevara a tu hermana… No puedo imaginarme el dolor que estás sintiendo en este momento... Pero…

¿Pero?

Estoy seguro que tu hermana se sentiría muy triste el verte llorar de esa manera. – Medio le sonrió para poder consolar al niño. – Además estoy seguro que tu hermana dónde quiera que se encuentre siempre te querrá, sé que ella desea que seas muy feliz y no le gustaría verte triste, ánimo, o acaso… ¿Me equivoco? – Le volvió a sonreír.

El pequeño de cabellera color oro, levantó la cabeza para ver a su docente y notó en su mirada que estaba siendo muy sincero con él.

Gracias Yami, gracias por todo. – Manifestó de manera triste.

¡¡¡Oye, no me lo agradezcas!!! Puedes contar conmigo para lo que sea.

Sí, creo que tienes razón, gracias a ti ya me siento un poquito mejor, aunque extrañaré mucho a mi hermana.

“Todo estará bien mi pequeño” – Pensó con tristeza el faraón y lo volvía a abrazar. – Joey puedo preguntarte algo.

¿Eh?... Claro ¿Qué sucede?

¿Por qué te viniste a este lugar? Está la cancha de fútbol que también se encuentra sola.

Es que… – Bajó un poco la mirada, la otra persona al ver que se puso triste de nuevo le dijo.

Está bien, no hay problema, si no quieres decírmelo yo…. – No terminó de hablar ya que fue interrumpido.

Vine aquí porque a Serenity le gustaba mucho su clase de natación. Y me pareció un buen lugar para recordarla.

¡Ah!... Entiendo… Ven, levántate, vámonos de aquí, debo de llevarte a la enfermería a que te curen.

El joven fue el primero en pararse y ayudó al niño a ponerse de pie, ya que aún seguían sentados en el suelo.

¿Estás bien? – Preguntó un tanto preocupado, ya que lo miraba un poco pálido y pudo notar que tenía dificultad en levantarse.

Sí, estoy bien no se preocupe. – Le sonrió con inocencia.

¿Seguro? ¿Puedes caminar?

El menor asintió con la cabeza, y ambos empezaron a caminar, éste sólo pudo dar tres pasos cuando se desmayó y cayó al suelo. El tricolor mayor al escuchar el golpe volvió a ver hacia atrás, viendo a su amigo tirado en el suelo. Se acercó nuevamente a él y lo cargó en sus brazos para poder sacarlo de ahí.

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Volvió a sonreír cuando entró al salón, todos estaban callados y al parecer no se escuchaba ni el sonido de una mosca a excepción de algunos pequeños ruidos cuando le daban vuelta a la hoja de su cuaderno.

¡Ja! Así me gusta verlos, callados y trabajando. A ver ¿Quién ya terminó?

Solamente tres alumnos levantaron sus manos, entre ellos estaban: Yūgi, Tristán Y Devlin. Al parecer eran los que más rápido escribían.

Vengan acá y muéstrenme lo que han hecho.

Los tres chicos se acercaron al escritorio de su docente con todo y su cuaderno. En lo que revisaba el cuaderno de Devlin, éste se atrevió hacerle una pregunta.

Disculpe profesor…

¿Se te ofrece algo joven Devlin?

Este… Quiero preguntarle ¿En dónde está Rex?

El albino se rio un poco, mientras le preguntaba…

¿Te gustaría hacerle compañía?

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Tu respuesta me da a entender que no quieres saber de tu amigo. – Su tono de voz se escuchaba sarcástica.

El niño se molestó un poco y se atrevió a contestarle.

Disculpe profesor, pero sólo le pregunté que a dónde estaba Rex.

Yūgi y Tristán abrieron sus ojos a más no poder de lo sorprendidos que estaban al escuchar al de ojos verdes hablarle de esa manera a su profesor y no a cualquier docente. Pero en cambio el otro, lo miró de frente y notó en él una determinación absoluta por saber en dónde estaba su amigo.

Tienes agallas muchacho, y por eso te diré en dónde está tu amiguito. Lo dejé castigado, parado en medio del patio en el mero sol, y estará allí hasta que yo lo decida.

El chico estrambótico ya no hizo más preguntas, y una vez que Bakura le entregó su cuaderno se fue a sentar a su pupitre. El sonido del timbre anunció el cambio de clases y cómo había dicho anteriormente el ladrón de tumbas, era hora de su clase. Por fortuna todos terminaron con su plana, ya que no querían ser castigados. Y la clase siguió normal.

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En la enfermería…

Joven Valentine…

¿Cómo se encuentra?

Seré muy honesta con usted. – Contestó la enfermera que estaba a cargo del lugar. – Tiene que llevarlo a que lo revise un médico, tiene golpes y heridas por todo su cuerpo y no puedo decirle con exactitud si tiene algún hueso fracturado.

La otra persona al escucharla hablar comprendió la gravedad de la situación, y únicamente preguntó.

¿Me puede hacer un permiso para poderlo sacar?

Con mucho gusto se lo haré. – Le sonrió la enfermera.

Gracias… ¿Puedo entrar a verlo?

Si, si puede, pero debe saber que él todavía no ha despertado desde que sufrió el desmayo.

De todas maneras… Me gustaría verlo.

De acuerdo, puede pasar. – La enfermera dejó solo al tricolor mayor y aprovechó para irle hacer el permiso necesario para que lo pudiera llevar a un médico.

Él se encontraba acostado en una pequeña cama, el de ojos de rubí se acercó y con una mano le acarició una de sus mejillas sin lastimarlo. La enfermera ya le había curado y vendado todas sus heridas.

Joey… No me explico… ¿Por qué le aguantas tanto a ese hombre que se hace llamar tu padre? Él no merece tener un hijo como tú. – Pensaba tristemente, mientras sacaba su celular y marcaba un número.

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Primer recreo…

Hola amigos… ¿Cómo están?

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Oigan… No me digan ¿Qué todavía siguen disgustados conmigo?

Por favor Gardner, este no es el momento, ni el lugar para poder hablar del tema.

Tristán tiene razón, será mejor que te vayas y déjanos solos.

¿Pero qué les pasa? Acaso en verdad se van a enojar conmigo por lo que sucedió.

Creíamos que eras su amiga, pero hoy demostraste todo lo contrario.

Mira Yūgi, desde un principio les dije que ese chico podría traernos problemas, también les advertí que era muy raro, y lo que le dije fue…

Ya sabemos lo que le dijiste Tea… Tal vez esto te puede sonar familiar… Oye tarado, acaso te adelantaste al día de Halloween. – Le remedaba el de ojos violetas.

¡Ja! Ahora nos dirás que no fuiste grosera con él. – Expresó el de ojos marrones.

Mmmm… Creo que tienen razón amigos, tal vez si fui un poco dura con él, pero ustedes también deberían de comprenderme un poco, me sorprendí mucho al verlo de esa manera y en verdad lo siento.

Tea, no tienes que disculparte con nosotros, con quién tienes que disculparte es con Joey.

Yo estoy de acuerdo con lo que dice Yūgi. – Avaló el castaño.

De acuerdo, mañana que lo vea me disculparé con él, borrón y cuenta nueva… ¿Qué les parece?

Hasta que no hables con él, nosotros no te podremos perdonar, seguirás siendo nuestra amiga, pero hasta ahí no más… ¿Estás de acuerdo?

Si Yūgi… Lo que tú digas. – Afirmó la ojiazul hipócritamente.

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Un joven muy apuesto, de unos 23 años de edad, era de estatura normal,  su cabello era color arena un poco largo hasta la altura de los hombros, sus ojos eran de color violeta parecidos a los de Yūgi, a diferencia que eran más claros como lavanda, y su piel era morena, casi bronceada. Salía de una habitación, dirigiéndose a la dueña del lugar en dónde se encontraba.

Señora Valentine... ¿Podemos hablar en privado?

Claro Doctor Malik, podríamos hablar en la sala si usted desea.

Al bajar las gradas, al final de ellas los estaba esperando el faraón.

  ¿Cómo se encuentra Doctor?

De eso precisamente iba a hablar con tu madre joven Valentine… Cuando…

Hijo, por qué no subes a la alcoba a verlo en lo que yo hablo con el médico. – Interrumpió la rubia.

Pero, mamá

Nada de pero y ve. – Ordenó la mujer. El hijo no tuvo otra opción más que obedecerle a su madre y subió directamente a la habitación.

Llegaron a la sala, la primera en entrar fue la mujer seguida del médico, ambos se sentaron en unos sillones que había en el lugar y el hombre empezó a hablar.

Señora, en verdad me apena mucho lo que voy a decirle, pero ese niño que esta allá arriba, ha sido brutalmente golpeado y maltratado. Afortunadamente no tiene ni un hueso roto… Tiene usted alguna idea de ¿Quién fue?

Comprendo perfectamente la gravedad del problema Doctor Malik y entiendo su preocupación, pero si en verdad quiere saberlo.

Sí, me gustaría…

Está bien se lo diré… Pero antes dígame una cosa…

¿Usted dirá?

Antes de responderle… Contésteme esta pregunta… ¿Para qué quiere saber quién lo golpeó de esa manera?

Por lo visto Señora Valentine, no ha cambiado en nada. – Medio sonrió el joven. – A usted nada se le escapa ¿Verdad? – La rubia solamente se le quedaba viendo fijamente a los ojos mientras éste continuaba hablando. – Seré franco con usted, necesito saber quién fue el maldito miserable que se atrevió a golpear de esa manera a un niño. Para poner una denuncia a las autoridades correspondientes y que ese mal nacido tenga su castigo…

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En la habitación…

Un pequeño comenzaba a abrir sus ojitos, pero en esta ocasión sentía que estaba acostado sobre algo muy suave y cómodo. Trató de moverse un poco, pero los golpes y moretones que tenía en su cuerpo le estaban pasando la cuenta.

¡Auch! – Dijo casi inaudible.

Hola, me alegra que por fin despertaras. – Le habló el joven que estaba a la par suya.

Hola. – Contestó con tristeza. – ¿En dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Y cómo llegué a este lugar?

El tricolor mayor le sonrió al mismo tiempo que le decía:

Por lo visto  te encanta hacerme varias preguntas a la vez ¿No es así?… ¿Te parece si te voy contestando una por una?

El pequeño niño sólo asintió con la cabeza, aún permanecía acostado en la cama.

Bien…. La primera ¿Cuál era? Oh si, ya lo recuerdo. – Trató de bromear un poco. – Estás en mi habitación, la segunda pregunta te traje aquí para que pudiera revisarte un médico y estuvieras más cómodo y la última pregunta pues decidí traerte a mi mansión, con la ayuda de mi madre.

El ojimiel le sonrió a su amigo con desgano y desvió su cabecita hacia el otro lado de la cama…

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… Fue su padre…

¿Disculpe? ¿Me puede repetir lo que dijo?

Es la respuesta a su pregunta… Su padre es quién lo golpea de esa manera.

¡¡¡Señora Valentine!!! ¿Está completamente segura de lo que dice? Podría ser una acusación muy grave la que hace. ¿Tiene pruebas?

No, pero… Hace dos años atrás mi hijo me contó hace poco que ése chico fue a parar al hospital debido a los golpes de su padre.

Me está diciendo que no es la primera vez que pasa. Y aun así… ¿No ha hecho nada al respecto? Si usted no ha movido un sólo dedo para hacer algo… Créame que yo no me quedaré de brazos cruzados.

Doctor Malik... Siéntese por favor y escuche con atención lo que voy a decirle.

De acuerdo. – Suspiró y a la vez se volvía a sentar.

Ese pequeño es amigo de mi hijo, por lo tanto él mismo le ha pedido a Yami que no denuncie a su padre.

¿Qué? ¿Por qué? ¿Por qué le pediría algo así? Esto es… Es… – El joven, no podía creer lo que la mujer le decía, era algo difícil de entender.

La verdad ignoro esa parte, es  por ello que cómo comprenderá yo no he tomado cartas en el asunto, sea cuál sea la decisión que mi hijo haya tomado yo la respeto mucho y confío plenamente en él.

Mmm… Entiendo Señora, la verdad siento pena por el muchacho y si usted confía en su hijo, a mí no me queda otra opción que confiar en usted. – Le sonrió a la rubia.

Se lo agradezco mucho Doctor.

Bien será mejor que me vaya, vendré más tarde para ver cómo sigue y le traeré un permiso por escrito para que pueda faltar a clases al menos por una semana. Le recomiendo que por el momento descanse.

Muchas gracias, Doctor Malik. – La mujer se despidió del galeno acompañándolo hasta la puerta principal y luego se dirigió a la cocina.

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¿Qué sucede? ¿Por qué tienes esa carita? Bien sabes que no me gusta verte así. Mírame por favor, puedes confiar en mí.

El ojimiel, volvió a mover su cabecita para poder ver de nuevo al faraón.

No era necesario que me trajeras hasta tu casa, en la escuela hay una enfermería… ¿Por qué no me dejaste ahí? – Habló con tristeza.

De ninguna manera iba a dejar a mi mejor amigo en una enfermería, cuando perfectamente te puede revisar un médico.

No lo entiendes ¿Verdad? – Expresó algo molesto. Intentó ponerse de pie, pero el tricolor mayor no se lo permitió.

¿Qué es lo que no entiendo Joey? ¿Me lo puedes explicar? Porque la verdad yo no entiendo nada.

El rubio solamente agachó la cabeza y cuando la volvió a levantar respondió:

No tengo dinero para pagar un Doctor, mucho menos para comprar medicinas. – Unas finas lágrimas empezaron a salir de sus ojitos mieles. Volvió a agachar la mirada de lo apenado que se sentía.

Joey, no te sientas mal por eso. – Le contestó el mayor y a la vez lo abrazaba. – Además, el médico es como de la familia. – Le levantó la cabecita y le sonrió con sinceridad. El rubio estaba a punto de hablar cuando en ese momento alguien abrió la puerta de la habitación.

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Rex ya puedes retirarte, te levanto el castigo.

Muchas gracias. – Contestó y empezó a caminar.

¡Ah!... Y Rex, que no se vuelva a repetir… ¿Te quedó claro?

Sí. – Al responder se dio la vuelta para seguir caminado.

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Oigan amigos, antes de que el primer recreo termine, porque no vamos a la enfermería a ver cómo sigue Joey.

Y tú… ¿Cómo sabes que él está ahí Yūgi?

Hay Tristán, es que acaso no le pusiste atención a la conversación que tuvieron los profesores entre ellos.

La verdad Yūgi, no logré escuchar muy bien de que estaban platicando.

Uno le dijo al otro que llevara a Joey a la enfermería y en cuanto esté mejor se puede volver a incorporar a sus clases nuevamente.

Es verdad amigos, yo logré escuchar algo parecido. – Se unió a la conversación la ojiazul.

De acuerdo, vamos a verlo. – Habló muy animado el castaño.

Todos se dirigieron a la enfermería, y al llegar…

Disculpe señorita, ¿se encuentra aquí el joven Wheeler? – Preguntó el tricolor menor.

Lo lamento muchachos, pero el profesor Valentine se lo llevó de aquí para que lo viera un médico.

¡Oh!... Muchas gracias señorita. – Los tres salieron del lugar para dirigirse a su salón de clases. En lo que iban caminando…

No se les hace raro que últimamente el profesor Yami se preocupe mucho por ese chico. – Empezó a hablar la castaña.

¿Qué tratas de decir Tea? – Preguntó el de pelos puntiagudos algo molesto.

No me lo tomes a mal Yūgi, sólo digo que últimamente el profesor Yami se ha estado preocupando demasiado por Joey, para mí eso no es normal. Ya que ningún docente hace algo así por un alumno.

Mira Tea… Te voy a pedir un favor. Podrás hablar mal de Joey, pero no voy a permitir que hables mal de él. ¿Te quedó claro? Ni mucho menos que lo estés criticando.

¡Hay que genio! No es para que te pongas así Yūgi.

Tea, yo si fuera tú mejor dejara de decir idioteces.

Tristán, No me digas que ahora te pondrás como Yūgi.

Ya, olvidémoslo y démonos prisa antes de que el timbre suene. – Expresó el de ojos violetas. Y todos empezaron a correr para poder llegar a su aula.

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Hola… ¿Interrumpo?

Hola mamá… No para nada, adelante.

Joey, quiero presentarte a mi madre… Mamá te presento a Joey.

Hola pequeño, mucho gusto en conocerte.  – Lo saludó la rubia alegremente.

Hola señora, el gusto es mío. – Respondió y sonrojándose un poco.

¿Cómo estás? ¿Ya te sientes mejor?

Estoy bien… Gracias.

Has de tener hambre, te traje algo de comer, supongo que no has comido nada en todo el día.

Yo… Este…

¡Ah, no!… Eso sí que no…  No aceptaré un No como respuesta… Debes comer algo.

En verdad se lo agradezco mucho señora, no se hubiera molestado, ya ha hecho bastante por mí. – Contestaba en forma muy avergonzada.

De ninguna manera, además, quiero que te sientas cómo en tu casa. – Le volvió a sonreír la mujer. – Todos los que son amigos de mi hijo son bien recibidos en esta casa.

El rubio levantó su mirada y le sonrió a la madre de su amigo.

Muy bien eso es… Así me gusta que comas, verás que muy pronto te sentirás mejor. – El ojimiel empezó a comer lo que la mujer le había llevado, era un pequeño desayuno como: Pan tostado con jalea de mora, un omellette y un jugo de naranja.

Cuando el niño terminó de comer, la señora Valentine y su hijo salieron de la habitación para que el pudiera dormir un poco.

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Las clases habían terminado, y todos los alumnos salían a sus respectivas casas, algunos chicos iban acompañados de sus padres y otros se iban solos o con algunos amigos…

Baia, este día ha sido de locos… ¿No lo creen?

¡Ja!... Ni que lo digas Tea. Y con todas las tareas que nos han dejado, eso sí es de locos.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, tienes razón Tristán. – Reía un simpático niño de ojos violetas.

Oye Yūgi, estaba pensando… Y si nos reunimos nuevamente en tu casa para poder hacer la tarea juntos. ¿Qué te parece?

Me encanta la idea Tristán, pero lamentablemente hoy no puedo.

¿Y eso?... ¿Por qué?

Es que le prometí a mi abuelito ayudarle un rato en su tienda de juegos, Tea.

Oye Yūgi, si es por esa razón no hay problema. – Le sonrió el castaño.

Gracias chicos… Bueno aquí nos separamos, hasta pronto y nos vemos mañana.

Los tres se fueron a sus respectivas casas, tomando rumbos diferentes.

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Mamá en verdad lamento mucho haberte ocultado lo que realmente sucedió dos años atrás.

Ya no te preocupes por eso hijo y ni te atormentes, no lo hiciste con ninguna mala intención. Únicamente querías ayudar.

Si lo sé y por meterme en camisas de once varas, ese niño tuvo que pagar las consecuencias de mis actos.

Lo importante hijo, es que apoyes a tu amigo.

¿En verdad no estás molesta?

Mmmm… Pues digamos que un poco. Pero estoy muy orgullosa de ti.

Gracias mamá, gracias por estar siempre conmigo y gracias por que fuiste a traerme a la escuela cuando te llamé.

Siempre que me necesites Yami Atemu, ahí estaré. – Le daba un abrazo muy fuerte.

Los días y las semanas fueron pasando muy rápidos… El ojimiel ya se había incorporado a sus clases, aunque la verdad solamente faltó dos días por la insistencia de Yami… Y este le ayudó a que faltara a la escuela sin que su padre se diera cuenta…


Continuará….



[1] “Escuela Pública de Ciudad Domino”
[2] En El Salvador, es una frase que algunos jóvenes utilizan, es una forma de decir “No te enojes” o “No te enfades”  ^^.
[3] Metro: Es una regla grande de madera que utilizan algunos maestros para realizar diferentes tipos de líneas en la pizarra.
[4] En El Salvador es un término que se utiliza en algunas escuelas para dejarte parado en medio del patio en el mero sol…



N/A: Y para todas aquellas personitas que admiran y aprecian bastante a nuestro lindo, tierno y simpático niño dorado, les pido disculpas, mil disculpas por hacerlo sufrir mucho… pero créanme que cómo muchas/os de nosotras/os conocemos perfectamente bien a Joey, él no se rendirá tan fácilmente. Y lo que menos quisiera hacer es defraudarlos/as a todos/as y cada uno/a de ustedes.



Bueno amigos/as hasta aquí los dejo, y gracias, muchas gracias por su gran apoyo. Cualquier duda que tengan, sólo dejen sus comentarios y escucharé todas sus peticiones, ustedes mandan y yo obedezco… ^^





Atte.: 

          KAT.

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