Capítulo 50: Un Dragoniño viviendo en la mansión de la familia Kaiba… IV parte
Declaimer:
Como siempre… Bla, bla, bla, bla, bla, bla… Los personajes de YU – GI – OH!,
“No me pertenecen”… Chiquiris maquiris, son propiedad de su respectivo autor,
abra cadabra, solamente lo hago porque me encanta escribir, y que ustedes se
diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la
dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…
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El
fin de semana pasó muy rápido, para algunas personas fue de lo peor, mientras
que para otras se alegraban de que se terminara. Un hombre y un joven entraban
en una casa y durante el camino no habían hecho otra cosa que discutir…
¿POR QUÉ NUNCA ME ESCUCHAS?
PORQUE YA ESTOY CANSADO DE TUS
ESTÚPIDAS MENTIRAS.
NO TE HE MENTIDO EN NINGÚN MOMENTO.
YA CÁLLATE, NO ME INTERESA SABER TUS
RIDÍCULAS EXCUSAS.
AL MENOS MÍRAME CUANDO TE HABLO.
VETE AL DIABLO.
OYE, ¿A DÓNDE VAS? TÚ Y YO NO HEMOS
TERMINADO DE HABLAR.
PUES YO CONTIGO SÍ.
YŪGI, VEN ACÁ EN ESTE INSTANTE.
¿POR QUÉ NO MEJOR TE VAS A GRITARLE A
REBECCA? YA DÉJAME EN PAZ.
DEJA DE COMPORTARTE COMO UN NIÑO
CAPRICHOSO. TODO LO QUE ESTOY HACIENDO ES POR TU BIEN.
¿Por mi bien, dices? – Detuvo su
caminar para verlo a los ojos. – JA, NO ME HAGAS REÍR SHĀDĪ, SI FUERA POR MI
BIEN NO LE PRESTARÍAS MÁS ATENCIÓN A REBECCA. NO TIENES IDEA DE CÓMO ME ARREPIENTO DE HABER IDO A ESE ESTÚPIDO BOSQUE
A ACAMPAR CON USTEDES. LO ÚNICO QUE HAS HECHO ES ARRUINAR MI VIDA.
NO PUEDO CREER LO QUE ME ESTÁS
DICIENDO, ERES UN…
¿Qué sucede aquí? – Intervenía el dueño
de la casa, ya que al escuchar los gritos decidió por ir a ver lo que estaba
pasando.
Don Solomon… Yo…
Anda, dile a mi abuelito todo lo que ha
pasado. – Lo retaba furioso.
¡Yūgi! ¿Qué fue lo que te pasó? – Se
acercaba a su nieto para asegurarse de que estuviera bien.
Estoy bien abuelito, no es nada.
Pero mírate no más, estas todo
lastimado y tienes un gran raspón en tu rodilla.
Eso se lo deberías de preguntar al
idiota de Shādī. Discúlpame abuelito pero me voy a mi habitación. Quiero estar
solo.
En
cuanto el joven se fue, el anciano se le quedó mirando a la otra persona.
¿Y bien?
Le prometo que le contaré todo, pero
antes necesito ir a mi cuarto a descansar un poco.
De acuerdo Shādī, ve.
Gracias, con su permiso.
“Me pregunto, ¿qué les habrá pasado
para que hayan entrado discutiendo?” – Se quedó pensando para sí mismo.
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En algún lugar de Ciudad de
Japón…
Hola, buenos días.
Hola Noah. – Respondió desganado.
Mokuba, no estés triste, no me gusta
verte así.
Lo siento mucho Noah, no puedo
evitarlo.
No es necesario que te disculpes, se cómo
te sientes.
¿De verdad no estás enfadado?
¿Por qué debería de estarlo?
¿Cómo que por qué? Ya no te acuerdas
que mi hermano me prohibió jugar los videojuegos de realidad virtual.
Tienes razón. – Se quedó pensando por
un momento. – Pero sabes…
¿Qué?
Al menos no me prohibió que llegara a
visitarte a tu mansión. – Medio le sonrió.
Eso es cierto, aunque no dejo de pensar
en todas las cosas que mi hermano le dijo a Joey.
Ya no pienses en eso, yo considero que
tarde o temprano, tu hermano se dará cuenta que todo lo que Joey hace, para él
es nuevo. Ya verás que pronto se le pasa el coraje.
¿De verdad lo crees?
Claro que sí.
Gracias por animarme.
De nada, ahora vayamos a nuestro salón
antes de que las clases comiencen.
Está bien.
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Mansión de la familia Kaiba…
En
una de las habitaciones de la mansión se encontraba un joven alto, cabellos
rubios, ojos mieles, el color de su piel era gris perla, desde que ocurrió
aquel incidente había decidido no volver a salir de su cuarto, ya no quería
meterse en más problemas y quizás lo mejor para él era quedarse en ese lugar.
Volteó a ver la mesita de noche y ahí se encontraba el desayuno que su amigo le
había llevado, pero ni siquiera lo tocó. Suspiró por enésima vez en lo que se
miraba sus manos que las tenía vendadas y su mente no dejaba de recordar las palabras
de su amigo…
FLASH BACK
No llores, Joey. – Trataba de
consolarlo.
Tal parece que no hago nada bien. –
Lloraba desconsoladamente.
No digas eso, es sólo que… – Buscaba
las palabras correctas para animarlo un poco. – Creo que mi hermano no entiende
el por qué haces todas esas cosas.
¿Y tú si las entiendes? – Se atrevió a
mirarlo a los ojos.
Si, aunque al principio no lo entendía.
Pero hubo una ocasión en que mi primo me hizo ver el por qué actuabas así.
¿Qué fue lo que te dijo?
Él me dijo que quizás todo esto sea
nuevo para ti, y que tú lo único que quieres hacer es ir conociendo más cosas,
explorar más lugares, comer toda clase de comida, aprender cómo es la vida en
el exterior.
¿De verdad te dijo todo eso?
Así es. – Le limpiaba sus lágrimas con
sus manos.
Discúlpame por ocasionarte tantos
problemas.
No digas eso, tú no me ocasionas ningún
problema. – Le sonrió con cariño. – Déjame decirte que desde que llegaste a
nuestras vidas nos has dado muchas aventuras y diversión.
¿En serio?
Así es. Creo que podría decir que ambos
estamos conociendo la vida del otro.
No lo había pensado de esa manera.
Tú no te preocupes por nada, te prometo
que todo va estar bien.
Muchas gracias. – Se quedó callado por
un momento, luego continuó hablando. – Hay algo que me gustaría preguntarte.
¿Qué?
Tu hermano dijo que esa cristalería era
muy costosa, ¿a qué se refería?
Se estaba refiriendo a que vale mucho
dinero.
¿Dinero?
Si, como este. – Se sacaba un billete
de una de las bolsas de su pantalón.
Oooohhhh… – Agarró el billete para verlo
de cerca. – ¿Con este trozo de papel podría pagar todo lo que rompí?
Vas a necesitar muchos de estos trozos
de papel para poder pagar esa cristalería fina.
Ya veo. – Bajó la mirada.
No debes de preocuparte, estoy seguro
que mi hermano nunca te cobraría por esa vajilla rota.
No estoy tan seguro de eso. – Musitó.
Joey…
Te puedo pedir un favor.
Claro.
¿Me dejas quedarme con este papelito?
Claro que sí, es más, te lo regalo es
todo tuyo.
Gracias.
FIN DEL FLASHBACK
Al
recordar la conversación de su amigo, también recordaba algunas cosas que le
decía su padre y eso lo obligó a tomar una decisión bastante difícil para él…
Pero antes de hacerlo, alguien estaba entrando a su habitación.
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En algún lugar de Ciudad
Domino…
Una
joven, cabello rubios y ojos azules entraba a su mansión muy disgustada, era
tanta su cólera que se fue directamente a su habitación, sin embargo, en el
camino fue interceptada por otra persona.
Rebecca, hija, ¿cómo te fue?
Me fue de lo peor, ni te imaginas por
todas las cosas que tuve que pasar, padre. – Contestó molesta.
¿Qué fue lo que pasó?
Discúlpame padre pero preferiría no
hablar sobre ese asunto.
¿A dónde vas?
A mi habitación a ver si logro
tranquilizarme un poco.
El
hombre la vio marcharse y a la vez se quedó pensando…
“¿Qué habrá ocurrido en el campamento
para que venga tan molesta?”
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¿Piensas quedarte aquí encerrado todos
los días?
Ya estoy acostumbrado. – Respondió
cabizbajo.
Ni siquiera has bajado para comer, y no
has tocado la comida que Mokuba te trajo.
No tengo hambre. – Manifestó casi en un
susurro.
El
hombre dio un fuerte suspiro para luego acercarse al joven, pero se detuvo al
ver como el otro se alejaba de él.
No deberías tenerme miedo. – Hablaba
con autoridad.
No puedo evitarlo. – Seguía dando unos
cuantos pasos hacia atrás.
Escucha, creo que no debí de haberte
gritado.
Supongo que me lo tenía bien merecido.
– Mantenía la cabeza agachada para ocultar sus lágrimas.
Debes entender que lo que hiciste
estuvo mal, pudiste lastimar a alguien. – Hacia lo posible para que su voz
sonara neutra. – De hecho, te hiciste daño al caer.
Qué más da, a nadie le importa si me lastimo
o no, y eso se debe a que mi cuerpo puede resistir toda clase de golpes y
heridas.
Perro tonto. – Se acercó a él para
abrazarlo. – Me asusté mucho cuando vi que te estrellaste contra ese estante.
¿Por qué? – Se atrevió a levantar la
cabeza para verlo a los ojos.
Porque me preocupé que salieras
gravemente herido.
¿De verdad se preocupó por mí?
Así es. – Acariciaba su rostro para
limpiarle sus lágrimas.
¿Por qué? No lo entiendo.
¿Qué es lo que no entiendes?
¿Por qué se preocupó por mí?
Quiérase o no sigues siendo un niño.
¿Aunque tenga esta apariencia?
Tu apariencia es lo que menos me
importa, lo único que importa es que te vea como un niño.
Gracias, es la primera vez que alguien
me dice algo tan bonito. – Intentó sonreírle un poco.
Ven, quiero que te sientes en la cama
para revisarte las heridas de tus manos.
Está bien.
******************************
En algún lugar de Ciudad
Domino…
En
una de las mansiones de la ciudad, se escuchaba el sonido de un teléfono que
sonaba constantemente, hasta que finalmente una persona decide contestar.
Buenos días, Arthur.
Solomon, justamente estaba pensando en
llamarte.
Tal parece que los dos tuvimos la misma
idea.
Así parece amigo.
La razón de mi llamada es para
preguntarte, ¿cómo llegó tu hija?
Llegó toda golpeada, sucia, con
arañones en sus brazos y muy molesta.
Yūgi, también llegó de la misma manera.
Oh, entiendo.
¿Lograste hablar con tu hija?
Todavía no, me dijo que se iría a su
cuarto a calmarse un poco.
Es una lástima, yo te llamaba para
preguntarte si habías averiguado algo sobre lo que pasó en el campamento.
Aun no averiguo nada porque decidí
dejarla a que ella sola se tranquilice.
Entiendo. – Hubo un pequeño silencio. –
¿Podría pedirte un favor?
Claro, dime de qué se trata.
Si logras hablar con tu hija, quiero
que me cuentes todo.
Tú no te preocupes por nada, en cuanto
sepa algo yo te llamo. Pero si tú llegas a saber algo…
Te prometo que en cuanto sepa algo te
llamaré en seguida.
Quedamos así entonces.
Si. Adiós, cuídate.
Tu también.
******************************
Baia, tus heridas están sanando muy
bien. – Decía en lo que terminaba de vendarle las manos. – En un par de días
estarás como si nada.
Gracias.
He terminado, ahora te dejaré para que
puedas comer y luego descanses un poco. – Se levantaba de la cama.
Espere por favor. – Le agarró el brazo
para detenerlo.
¿Qué sucede? – Lo volteó a ver.
Antes de que se me olvide. – Se levantó
de la cama para abrir una de las gavetas de la mesa de noche. – Mokuba me dijo
que con este papelito podría pagarle todo los daños que le he ocasionado.
El
hombre medio sonrió para luego decir…
Para pagar todos los daños necesitarás
mucho dinero. Y lo que tienes en la mano enantes y te alcanza para comprar una
que otra golosina.
Lo sé. – Respondió cabizbajo. – Pero
puedo pagarle de otra manera. – Manifestó algo temeroso y melancólico al mismo
tiempo.
¿Ah, sí? ¿Y según tú, cómo podrías
pagarme? – Lo cuestionó con sarcasmo.
Bueno… Yo… – Desvió un poco su mirada.
– Mi padre solía decirme que mi pelaje de dragón puede llegar a valer mucho
dinero si se utiliza adecuadamente.
¿Por qué me dices todo esto?
Porque no quiero que esté enojado con
Mokuba, ni conmigo. Y, si usted quiere puede cortar parte de mi pelaje para…
PERRO ESTÚPIDO. – Gritó molesto. – NO
ME INTERESA EN ABSOLUTO TU ESTÚPIDO PELAJE PORQUE NO ME SIRVE PARA NADA.
Pensé que sería una buena idea para
poderle pagar todos los daños que le he ocasionado. – Sin poderlo evitar sus
ojos empezaban a humedecerse. – Que tal vez le podría servir para algo.
Escucha cachorro. – Le dijo sin
pensarlo. – Cuando dije que no me serviría me estaba refiriendo a que no tienes
que preocuparte por eso, no tienes que pagarme nada.
Pero…
Pero nada, y en cuanto Mokuba llegue de
la escuela hablaré con él para decirle que ya no estoy enojado.
¿Es en serio? – Preguntaba atónito.
Claro que sí.
Muchas gracias. – Se limpiaba sus
lágrimas con una de sus manos.
Creo que me llevaré tu desayuno para
que puedan calentártelo en la cocina y luego te lo traeré.
¿Puedo ir con usted?
De acuerdo, vamos.
El
ojiazul se dirigió a la mesa de noche donde estaba la bandeja, en cuanto la
agarró comenzó a caminar hacia la puerta, en el trayecto lo seguía el rubio,
pero al salir de la habitación por alguna extraña razón el joven comenzó a
sentirse mal.
Oye, ¿qué tienes? – Preguntaba
angustiado.
No… Lo… Sé… – Jadeaba al hablar. – Hace
mucho calor aquí afuera.
Claro que no, no está haciendo mucho
calor, anda camina.
Si.
Ambos
comenzaron a caminar, y antes de llegar a las escaleras el rubio no pudo más y
cayó al suelo inconsciente. Dejando a un castaño todo preocupado.
Continuará…
N/A:
KAT: Como me gusta ver que el gato pulgoso se preocupe mucho por su cachorro.
SETO: Eres
una entrometida. – La mira intimidante a los ojos.
KAT: No
lo soy, únicamente me preocupo por mi cachorro.
SETO: ¿Cómo
que tuyo? Te advierto que ese perro callejero es todo mío.
KAT: Yo
creo que no… – Le responde sarcásticamente.
SETO: ¿Qué
dijiste?
JOEY: Tranquilo
Seto, no te enfades, no vez que te está molestando.
KAT: Mi
lindo cachorro salió a defenderme, ¡qué lindo! – Pone cara de enamorada.
SETO: Por
qué demonios la defiendes.
JOEY: Porque
avalo su punto de vista, tienes que cuidarme más.
El
hombre se pone rojo como tomate al oír las palabras de su cachorro.
KAT: Tal
parece que le comieron la lengua a cierto gato pulgoso. – Se atreve a
molestarlo.
SETO: ¡TÚ
CÁLLATE! – Le grita molesto. – Y tú, nos vamos de aquí ahora mismo.
JOEY: Espera
Kaiba, ¿a dónde me llevas?
SETO: A
enseñarte buenos modales.
KAT: Ejem,
ejem… En lo que ellos dos arreglan su “pequeño problema”, aprovecho la ocasión
para invitarlos a que el próximo viernes no se pierdan la continuación de esta
interesante historia. Muchísimas gracias por tomarse su tiempo en leerla y por
todo el apoyo que me brindan. Cuídense mucho, pórtense bien y cualquier duda que tengan pueden dejarme sus comentarios que yo con gusto les responderé. Les mando muchos
besos virtuales y un fuerte abrazo desde la distancia.
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