viernes, 17 de junio de 2022

LA LEYENDA DEL MONSTRUO DE OJOS ROJOS…



Capítulo 36: Carnada para atrapar al culpable… II parte.

 

 

Declaimer: Como siempre… Bla, bla, bla, bla, bla, bla… Los personajes de YU – GI – OH!, “No me pertenecen”… Chiquiris maquiris, son propiedad de su respectivo autor, abra cadabra, solamente lo hago porque me encanta escribir, y que ustedes se diviertan de mis locuras… Es mi manera de expresar lo que siento, y tener la dicha de poderlo compartir con todos mis lectores…

 

******************************

 

Horas más tarde…

 

         Yūgi, esto no me está gustando.

 

         ¿No eras tú la que me dijo que solamente se trataba de una mancha?

 

         Eso pensaba al principio, pero mira cómo se está poniendo…

 

         Entonces si me crees.

 

         Si, la verdad es que si te creo y esto me aterra. – Lo volteó a ver muy preocupada.

 

         Lo más extraño de todo esto es que el medallón se hace cada vez más oscuro.

 

         ¿Qué pasará cuando se oscurezca por completo?

 

         No lo sé Rebecca… En serio que no lo sé.

 

         Hay que hacer algo.

 

         ¿Qué podemos hacer?

 

         ¿Y si vamos a buscar a Shādī?

 

         ¿Y él, qué puede hacer?

 

         No lo sé, pero tal vez se le ocurra algo.

 

Se escuchó un gran suspiro.

 

         De acuerdo, tú ganas, vamos a buscar a Shādī.

 

******************************

 

En alguna parte del mundo…

 

Un hombre misterioso se encontraba sentado en una silla, debido a la oscuridad de la habitación su rostro casi no se le veía. Aprovechaba el momento de estar solo para poder conversar consigo mismo, y en lo que lo hacía miraba un medallón que sostenía en su mano derecha.

 

         Esto es perfecto, tal parece que mi plan está resultando poco a poco. – Sonreía con maldad. – Fue una excelente idea el haberlo dejado escapar, el muy tonto creyó que se iba a librar de mí tan fácilmente, y la verdad es que lo hice con el único propósito de poder liberar su verdadero poder. – Se levantó de la silla para caminar alrededor de la habitación. – Con este medallón lo podía controlar sin problemas, y disminuir sus fuerzas, pero cuando ese estúpido entrometido se lo quitó de su cuello perdí toda conexión con mi querido hijo. – Esto último lo había dicho con sarcasmo. – Sin embargo, aun puedo sentirlo, todavía tengo cierta conexión con él aunque sea débil y puedo sentir su dolor, su sufrimiento, y su rabia. Tal parece que está experimentando cierta clase de sentimientos que no sentía antes y uno de esos sentimientos es el odio. – Sonrió con arrogancia. – Pero su odio no es lo bastante fuerte, necesito que crezca más para que pueda ser una bestia imparable y temible. Demonios, si tan sólo tuviera el otro medallón las cosas fueran diferentes. Con el otro medallón no tuviera que esperar tanto. Aunque pensándolo bien, dejaré que se divierta un poco más, veré hasta donde es capaz de llegar, y a la vez podré saber cómo manejará esta situación. No importa que no tenga este medallón en su cuello porque todavía puedo meterme en su mente y saber lo que piensa. No obstante, se me hace un poco más complicado hacerlo sin el medallón en su cuello. Ni modo, tendré que esperar a ver cómo reacciona. Algo me dice que muy pronto van a conocer a la bestia que lleva en su interior, y una vez que eso ocurra solamente yo podré detenerlo. – Comenzaba a reírse como un loco desquiciado. – Muero de ganas de poderme deshacer de ese infeliz y esta vez no permitiré que arruine mis planes como lo hizo hace más de veinte mil años.

 

******************************

 

Unos jóvenes estaban llegando a una mansión, en cuanto entraron corrieron rápidamente hacia las escaleras para poder subir al último piso de arriba, al llegar a una habitación decidieron tocar primero antes de entrar…

 

         Joey, ábreme por favor… Joey, soy Mokuba. – Ambos esperaban afuera para ver si su amigo les abría la puerta.

 

         Creo que salió.

 

         No lo creo, le dije que no saliera de su habitación.

 

         ¿Hace cuánto que no lo ves?

 

         Eh…

 

         Te estoy preguntando que hace cuánto que no lo ves.

 

         No lo he visto desde que tuvimos esa discusión.

 

         ¿QUÉ? – Gritó algo molesto. – ESO QUIERE DECIR QUE NI SIQUIERA LE HAS DADO DE COMER.

 

         Yo no me preocuparía por eso.

 

         ¿Por qué?

 

         Porque siempre se las arregla para conseguir comida por su cuenta, acuérdate que hay una ventana en donde él puede entrar y salir con facilidad.

 

         Ese no es el punto.

 

         ¿Cuál es entonces?

 

         Que lo has descuidado bastante.

 

         Creo que exageras.

 

         ¿Ah sí?

 

         Si.

 

         En ese caso explícame por qué no abre la puerta.

 

         De seguro ha de seguir molesto conmigo.

 

         ¿Y te parece poco que lo esté?

 

         Ya Noah, no me digas nada que me haces sentir mal.

 

         Tienes razón, mejor entremos.

 

         Si.

 

******************************


         SHĀDĪ, SHĀDĪ, SHĀDĪ, ¿DÓNDE ESTÁS?

 

         ¿Qué ocurre Yūgi? ¿Por qué vienes gritando de esa manera?

 

         Tenemos un problema. – Interrumpió otra persona.

 

         ¿Les ocurrió algo malo?

 

         No.

 

         ¿Entonces?

 

         ¿Mi abuelo, está en casa?

 

         No Yūgi, él tuvo que salir a comprar algunas cosas para la cena.

 

         Es perfecto.

 

         ¿Qué se traen ustedes dos?

 

         Antes de decirte quiero que me prometas que mantendrás la calma.

 

         De acuerdo, lo prometo.

 

El joven tricolor abría su mochila y dentro de ella sacaba su medallón.

 

         Mira. – Se lo mostraba algo nervioso.

 

         ¿QUÉ DIABLOS LE HICISTE AL MEDALLÓN DE TU BISABUELO? – Cuestionó molesto.

 

         No le he hecho nada. Yo sólo… Bueno…

 

         Shādī, escúchanos por favor.

 

         Bien, si eso es lo que quieren, Rebecca.

 

         Hemos pasado casi toda la mañana en tratar de averiguar del por qué el medallón cambió de color.

 

         ¿Me estás diciendo que el solo se oscureció?

 

         Sé que es algo difícil de creer, pero te estamos diciendo la verdad.

 

         Rebecca te está diciendo la verdad, al principio ella no lo creía tampoco.

 

         Vamos a calmarnos todos y luego quiero que me cuenten cómo fue que ocurrió esto.

 

         Te lo contaré todo Shādī desde el inicio.

 

         Adelante Yūgi, te escucho.

 

******************************

 

         ¡No lo puedo creer!

 

         ¿Qué habrá pasado aquí Mokuba?

 

         No lo sé, incluso yo estoy sorprendido.

 

         Toda la habitación está destruida y quemada, no quedó nada.

 

         ¡Mira, Noah!

 

         ¿Qué?

 

         El ropero también esta quemado y el espejo fue quebrado en miles de pedazos.

 

         ¿Esa es sangre?

 

         ¿Dónde?

 

         Estas parado justo debajo de ella.

 

El pelinegro se agachó para verificar si era sangre.

 

         Me temo que sí. – Respondió melancólico.

 

         Crees que tu hermano…

 

         No, esta no es obra de mi hermano.

 

         ¿Cómo lo sabes?

 

         Porque mi hermano me hubiese llamado para reclamarme del por qué mantenía a Joey dentro de la mansión.

 

         Tienes razón. – Se quedó callado por un momento. – Entonces… ¿Quién haría una cosa así?

 

         Algo me dice que todo esto es culpa mía. – Hacia lo posible para que su voz no se le quebrara.

 

         ¿Por qué lo dices?

 

         Le grité muchas cosas horribles a Joey ese día, también lo obligué a que se viera al espejo para que se diera cuenta lo diferente que es a nosotros. – Expresaba apenado.

 

         Mokuba…

 

         Ni se te ocurra decirme que yo no tengo la culpa de nada.

 

         No era eso lo que te iba a decir.

 

         ¿Entonces?

 

         No ganas nada echándote la culpa, lo que tenemos que hacer es encontrar a Joey cuanto antes.

 

         De acuerdo, sólo espero y pueda perdonarme.

 

         Ya verás que sí. – Puso la mano sobre su hombro. – ¿Tienes idea de dónde lo podemos buscar?

 

         El único lugar que se me ocurre a donde pudo haber ido es al bosque.

 

         En ese caso hay que ir hacia allá.

 

         ¡Espera Noah!

 

         ¿Qué sucede?

 

         Ya casi oscurece y creo que lo mejor sería salir mañana al alba.

 

         En ese caso avisaré a mi casa para decirles que me quedaré a dormir aquí.

 

         Me parece bien.

 

******************************

 

         Y eso fue todo lo que pasó.

 

         ¿De verdad eso fue todo lo que pasó?

 

         Te doy mi palabra.

 

         Está bien, te creo.

 

         ¿Qué piensas de todo esto?

 

         La verdad es que no sé qué decirles chicos.

 

         ¿Vez? Te dije que era una mala idea en venir aquí.

 

         Ya Yūgi, tranquilízate.

 

         ¿Me dejas ver el medallón? – Decidió interrumpirlos.

 

         Claro. – Se lo entrega en sus manos.

 

El hombre observaba detenidamente el medallón, lo movía de un lado hacia el otro.

 

         ¿Y bien?

 

         Esto es muy extraño Yūgi, nunca antes había visto algo como esto.

 

         ¿Qué crees que pueda significar?

 

         Si te lo digo… Prometes no burlarte.

 

         Shādī por favor, estamos hablando de cosas muy serias aquí.

 

         Tienes razón Rebecca, discúlpenme.

 

         Olvídate de eso y mejor dinos lo que ibas a decir.

 

         Una vez, el comandante Sugoroku me contó una historia casi similar a lo que está pasando.

 

         ¿Qué fue lo que te dijo mi bisabuelo?

 

         Creo que se refería a una leyenda. – Los miraba seriamente a los ojos. – Cuando las cosas hermosas empiecen a perder su bello resplandor, es ahí que comienzas a darte cuenta de cómo la oscuridad se va apoderando de un alma noble y pura.


         ¿Y eso qué significa?

 

         Creo saberlo. – Respondió la mujer, haciendo que todos la voltearan a ver.

 

         Habla Rebecca, no te quedes callada.

 

         A lo que se refería el señor Sugoroku es que este medallón te va indicar cuando esa alma noble y pura se esté corrompiendo.

 

         ¿Y cómo nos lo va indicar?

 

         No lo sé Yūgi, esa parte aun no me queda del todo clara.

 

         Tal parece que estamos en donde comenzamos. – Manifestó decepcionado.

 

 

Continuará…

 

 



N/A: ¿Qué le habrá pasado a nuestro cachorro? ¿Podrá Mokuba y Noah encontrarlo? ¿Yūgi y compañía descubrirán los misterios que guarda ese medallón? Todo esto y más lo iremos descubriendo en los siguientes capítulos. Los invito para que no se pierdan de esta increíble aventura.

 

Un millón de gracias por todo el apoyo que me dan y por tomarse su tiempo para leer mis historias, prometo que pondré de mi parte para hacerla más interesante. Los espero el próximo viernes con un nuevo capítulo. Me despido cordialmente de todos y cada uno de ustedes, les mando muchos besos virtuales y un fuerte abrazo desde la distancia. Pórtense bien y cuídense mucho.

 

Atte.:

 

             KAT.


No hay comentarios:

Publicar un comentario