viernes, 17 de mayo de 2019

LOS DONCELLOS, SON UNA VERGÜENZA TANTO PARA EL HOMBRE COMO PARA LA MUJER.




AUTORA: KATSUYA


PAREJAS PRINCIPALES: Fernando/Raúl, Frederick/Miguel.


OTRAS PAREJAS: Adrián/Julio, Oscar/Alejandro, Rubén/Cecilio, entre otras.


CATEGORÍA: Originales.


GÉNEROS: Ciencia ficción, angustia, drama, tragedia.


ADVERTENCIAS: Mpreg, muerte de un personaje, lemon, tortura, orgias, violación.


Los personajes de esta historia son de mi propiedad, así como la trama.


RESUMEN: A través de la historia, el ser humano ha inventado diversidad de castigos y torturas para poderlos emplear en sus esclavos, y de esta manera someterlos a trabajos forzados. En la actualidad, nada de esto ha cambiado, en muchas partes del mundo se llevan a cabo múltiples castigos y torturas tanto en niños, adolescentes, mujeres y hasta en los hombres, antes se empleaban los castigos físicos, ahora están los que son castigos y torturas tanto física como psicológica, obligando a muchas personas a hacer lo que no quieren, son muchos los seres humanos que sufren a diario y en silencio, son explotados y abusados a trabajar si es preciso día y noche y nadie es capaz de ayudar o tratar la manera de poder erradicar este problema… ¿Existirá alguna manera de cambiar esta situación? 


ACLARACIÓN: He pensado una y otra vez si continuar escribiendo este fic, lo considero que es demasiado fuerte, no es apto para menores y no es apto para aquellos que no soportan las tragedias que sufren los personajes. Para los lectores que han leído los primeros dos capítulos, se darán cuenta de lo que les estoy diciendo. De ustedes dependerán si sigo subiendo más capítulos hasta terminar con la historia. Por el momento, les advierto que este capítulo será verdaderamente cruel y sádico. Soldado avisado no muere en guerra, quedan debidamente advertidos. No olviden dejarme sus comentarios en mi blog. O si lo prefieren, también pueden escribirme a mi correo, Facebook y Twitter. Gracias por darle la oportunidad a esta historia en leerla.



Capítulo 3: Castigos y torturas.


Un año y meses después…

Un joven de piel clara, pelo de color castaño claro, y ojos de color verdes, se encontraba encerrado en una habitación, para él era como estar en una celda, no podía salir de ese horrible lugar, el encierro lo mataba poco a poco, a veces se alegraba cuando su Doctor llegaba a verlo y lo sacaba de vez en cuando de su cuarto, pero lo hacía para llevarlo a su laboratorio y experimentar con él. Con el paso del tiempo, eso dejó de importarle, ya que él deseaba salir de su dormitorio y caminar un poco. No es que no caminara dentro de su celda, pero estaba harto de hacerlo de un lugar a otro chocando con las mismas paredes. Se encontraba sentado a la orilla de la cama, podía ver que parte de su cuerpo empezaba a cambiar, se miraba un poco más femenino, unas cuantas lágrimas comenzaron a salir de esos hermosos ojos verdes que a través del tiempo se fueron opacando. Por las noches se oían gritos de terror, que a cualquiera se le helaría la sangre, se escuchaban ruidos muy fuertes de cuando alguna puerta se abría y esta rechinaba con fuerza, todo el lugar comprendía de reglas, había hora para cada cosa, para comer, levantarse, bañarse, cambiarse, para inyectarle algún medicamento que era necesario para la investigación, dormir e incluso hasta para apagar las luces por las noches y todo quedaba en penumbra. Era un lugar de lo más desagradable, ellos no tenían libertad, no tenían derecho a nada, no valían nada, eran tratados peor que animales, los humillaban, los golpeaban, los explotaban tanto física como sexualmente, los obligaban a hacer cosas que no querían, y si rompían una de las reglas, el castigo que sufrían era muy severo, hasta la ropa que usaban era deprimente, todo era de color gris, no usaban zapatos, no podías hablar con nadie ni con los otros experimentos, con el tiempo, se dio cuenta que todo esfuerzo que hacías por salir de ahí era inútil, todo el maldito lugar era vigilado por cámaras de seguridad, el piso era metálico y frío, cuando lo sacaban de su celda, las voces y gritos se escuchaban muy lastimeros y más fuertes, en una ocasión pudo ver como uno de los prisioneros era golpeado y violado brutalmente enfrente de los demás y nadie hacia nada por ayudarlo, los guardias disfrutaban en torturarlo, él estuvo a punto de intervenir si no hubiese sido por su Doctor. Él, logró detenerlo para que no interfiriera y a la vez le advirtió lo que le sucedería si ayudaba a ese experimento, al escuchar las advertencias y pensar en el castigo que sufriría el miedo invadió todo su ser y con lágrimas en los ojos le pidió a su Doctor que se lo llevara de ahí, no quería ser partícipe de lo que estaba sucediendo, no soportaba escuchar los gritos, los lamentos y súplicas de ese pobre hombre, ya no quería mirar como lo violaban y golpeaban de forma tan inhumana. Por suerte, su médico estaba de buenas y se lo llevó a su habitación con la condición de que estuviera tranquilo. Su mente recordaba, los primeros pasos por los que él tuvo que pasar hasta ahora.

FLASH BACK

Unos hombres habían entrado a su habitación, uno de ellos sostenía una cadena muy larga en donde claramente se podía ver para que servía, en sus rostros se reflejaba la maldad pura, disfrutando del pánico del joven que simplemente se limitaba en dar unos cuántos pasos hacia atrás.
— ¿Quiénes son ustedes? —Preguntó muy nervioso.
—Pero que pregunta más estúpida la que estás haciendo, experimento 19,990.
—Es cierto, no vez acaso que venimos por ti.
—Pero… El Doctor me dijo que él iba a venir por mí.
—Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… —Reían todos.
—Sí que eres estúpido, acaso crees que alguien como él, se va a tomar la molestia de venir personalmente a traer a una escoria como tú.
—Será mejor que no hagas nada estúpido o lo pasarás muy mal.
— ¡NO! —Exclamó con enfado. —Yo no iré con ustedes a ninguna parte.
—Tal parece que este infeliz gusano va a tener que aprender a obedecernos por las buenas.
—Estoy de acuerdo contigo. —Se miraban unos a otros y el que estaba cerca de la puerta, la cerró poniéndole seguro.
—Amigos, ya saben lo que tienen que hacer.
—Por supuesto que sí.
Los hombres se le tiraron encima al joven para golpearlo, el trataba de defenderse a cómo podía, dos de ellos lograron sujetarlo con fuerza de ambos brazos, mientras que el tercero se acercó a él y le propino un golpe muy fuerte en la boca del estómago.
—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH. —Un fuerte grito se escuchó en todo el cuarto, el joven doblegó sus rodillas casi a punto de caer, sino fuera por los hombres que lo sostenían hace ratos que estaría en el suelo. —Malditos, todos son unos cobardes, se aprovechan que ustedes son tres.
—Ja, ja, ja, ja… Tal parece que he sido muy blando con él. —Al terminar de hablar, le dio otro golpe más fuerte, esta vez hizo que el prisionero sangrara por la boca.
—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH… Ya… No… Por favor…
— ¡Oh! Mírenlo, grita como una niña.
—Ja, ja, ja, ja, ja, ja. —Se reían los otros dos hombres que lo estaban sosteniendo.
—Hay que darle su merecido a esta nena, para que aprenda.
—Sí, debemos de desquitarnos con él por arruinar nuestra diversión el otro día.
—Estoy de acuerdo con ustedes, hagámoslo.
El hombre lo seguía golpeando sin piedad alguna, mientras que los otros dos lo seguían sosteniendo con fuerza, no le daban oportunidad a que se repusiera ya que su agresor lo golpeaba como si fuera un saco de boxeo.
—Aaaahhhhhh… Snif, shif, snif, por favor, ya no, ya no, snif, shif, snif, basta, me duele, snif, shif, snif, por favor, deténgase, no siga… Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh… Snif, shif, snif, iré con ustedes… Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh… Pero por favor, ya no me golpeen... Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh… Por favor, si iré con ustedes… Snif, shif, snif.
—No es justo que solamente tú te estés divirtiendo.
—Es verdad, también nosotros nos queremos divertir.
—Déjanos algo, antes de que se desmaye.
—De acuerdo. —Lo había dejado de golpear, el joven ya no se podía poner de pie. —Llevémoslo a esas cadenas que están ahí. —Señaló un lugar de la habitación, en donde se encontraban unas cadenas de hierro que colgaban desde el techo. —Pónganle los grilletes en las muñecas de sus manos y súbanlo un poco a modo de que las puntas de los pies apenas y toquen el suelo. —Manifestó burlonamente.
En cuanto lo encadenaron, trataba inútilmente por liberarse, forcejeaba con las pocas fuerzas que le quedaban.
—Es inútil, por más que te esfuerces no podrás liberarte. Ya se te olvidó que fui yo quien te trajo a este lugar y te dejé colgado en estas mismas cadenas.
— Snif, shif, snif, eres un maldito… Snif, shif, snif.
—Vamos a divertirnos con él.
—Sí, así está mucho mejor.
Entre los tres hombres lo golpeaban, recibía golpes en todo su cuerpo, en su rostro, pecho, abdomen, piernas, estómago y hasta le daban fuertes patadas en su trasero.
—Aaaahhhhhh… Snif, shif, snif, por favor, ya no, ya no, snif, shif, snif, basta, me duele, snif, shif, snif, ya no, por favor… Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh… Deténganse, no sigan… Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh… Aaaahhhhhh…
Después de un rato, el prisionero había dejado de moverse y de gritar, debido a la paliza que le dieron, había perdido el conocimiento.
— ¡Uy! Creo que se nos pasó un poco la mano.
— ¡Cállate! En vez de decir tonterías, ve a traer un balde con agua fría.
—Está bien. —Se dirigió al baño, al regreso traía un recipiente con agua. —Toma, aquí tienes. —Se lo dio de mala gana… En cuanto el otro se lo agarró, inmediatamente le tiró el agua en la cara a su víctima, dejándolo todo empapado.
Coff, coff, coff, coff. —Tosía al recobrar poco a poco el conocimiento.
—Estúpido, no es hora para estar durmiendo. —Manifestó muy molesto. —Hay que soltar a este desgraciado, ya hemos perdido bastante tiempo con esta basura.
—De acuerdo. —Estaban a punto de soltarlo hasta que se escuchó una voz.
—Espera.
— ¿Y ahora qué quieres?
—Hazte a un lado inútil. —Le da un empujón para apartarlo, luego agarró con fuerza el cabello del joven jalándoselo hacia atrás, haciéndolo gritar de nueva cuenta. —Escúchame bien experimento 19,990, si el Doctor te pregunta del por qué estas todo golpeado dile que te rehusaste a venir con nosotros y tuvimos que castigarte para que obedecieras, has entendido. —Volvió a tirar con fuerza de su cabello.
—Snif, shif, snif... Aaaaayyyyy, si, si, snif, shif, snif, suéltame por favor, snif, shif, snif.
—Por tu bien, eso espero o no te la vas a cavar. —Después de eso, lo liberaron, el joven cayó de golpe al suelo, todo su cuerpo le dolía. —Que esperan para levantarlo inútiles.
—Ya vamos patrón. —Contestó uno de ellos con enfado. —En cuanto lo levantaron, el otro hombre encadenó las muñecas de su mano y con la misma cadena encadenó los tobillos de los pies.
—Anda, camina que no tenemos todo el día.
Finalmente habían llegado a donde estaba el Doctor. Éste en cuanto lo vio llegar, se sorprendió mucho en la condición como venía.
— ¿Qué sucedió? —Preguntó de forma muy amenazadora.
—Este maldito infeliz, tuvimos que darle su merecido por desobedecernos.
—Es cierto, se rehusó a acompañarnos.
—Se volvió loco e intentó escapar.
— ¿Es eso, verdad? —Le preguntó seriamente. El joven desvió un poco su mirada para después responder.
—Sí, es verdad.
—Lo ve Doctor, ahí lo tiene.
—Márchense, déjenme a solas con él.
—Pero…
— ¿Están sordos o qué?
—Como usted quiera Doctor. —Contestó el hombre muy furioso, todos se fueron pero con miradas de advertencias al experimento para que no dijera nada.

La otra persona se le quedó viendo de pies a cabeza, sabía muy bien que estando en esas condiciones, no iba a soportar el examen de resistencia, el pobre estaba todo mojado, su cuerpo temblaba del frío y sus rodillas estaban a punto de flaquear y caer al suelo. El hombre caminó alrededor del experimento, lo seguía analizando y mirándolo de pies a cabeza, luego se detuvo y caminó hacia su escritorio, abrió una de sus gavetas y sacó un pequeño estuche negro, se lo mostró y luego le dijo:
—No hay cosa que odie más que las mentiras. Ahora que ellos se fueron, vas a decirme la verdad sobre lo que sucedió. —Se quedó callado por un momento, y notó cierto miedo en el joven. —Esto que tengo en mis manos, es una caja de plástico y dentro del estuche hay una inyección con un suero. No es cualquier suero, es más bien una droga al que le dicen suero de la verdad.
—No, por… Favor. —Su voz se escuchaba entrecortada.
—Cálmate, de ti va a depender si habrá necesidad de usarla o no. Mírame a los ojos y dime, ¿qué fue lo que sucedió?

El joven pasó un buen rato explicándole todo lo que había ocurrido, de como esos hombres lo habían encadenado para golpearlo brutalmente y la forma en como lo amenazaron para que el no dijera nada.
—Entiendo, con que eso fue lo que pasó. —El espécimen no dijo nada y sólo asintió con la cabeza. —No te preocupes por nada, yo después arreglaré cuentas con ellos.
—Pe… Pero…
—Ya, ya, ellos nunca sabrán que tú me has dicho la verdad. —El hombre pudo notar como los grilletes lastimaban las muñecas de sus manos y los tobillos de sus pies. —Si te suelto las cadenas, prometes no hacer ninguna locura.
—Sí, se lo prometo.
—De acuerdo, confiaré en tu palabra. —Al decir eso, se metió una mano a una de las bolsas de enfrente que tenía su gabacha blanca y sacó unas llaves, primero le quitó los grilletes de sus muñecas y después se agachó para liberar sus tobillos. —Listo, ya está. En vista de lo que pasó, no podré hacerte el examen de resistencia, te llevaré a tu cuarto y te daré unos días para que sanen tus heridas.
—Gracias.
—Todavía no acabo de hablar. —Expresó un poco molesto. —Pon atención a lo que te voy a decir, el hecho de que sea indulgente contigo no signifique que no seré estricto en tus procedimientos, voy a exigirte mucho más de lo que tu capacidad física pueda soportar. ¿Te quedó claro?
—Si.
—Bien, esa es la respuesta que deseaba escuchar.
Finalmente, el hombre le ayudó a caminar para llevarlo al cuarto y una vez que sus heridas sanaron, sus procedimientos comenzaron.

FIN DEL FLASHBACK

—“Ese hombre, ha cumplido con todo lo que me ha dicho, ha sido bastante comprensivo conmigo, pero a la vez me ha exigido en todos los procesos de investigación que me ha hecho, tanto así, que termino exhausto y en varias ocasiones me desmayo por el dolor físico que siento… Después de desmayarme, al volver en sí, él lo vuelve a intentar una vez más para ver hasta dónde soy capaz de aguantar, es como una tortura que no tiene fin”.

Todo eso lo pensaba para sí mismo, todavía seguía llorando y a pesar del tiempo que había pasado desde que llegó a ese horrible lugar, el Doctor todavía no le había hecho la cirugía y eso se le hacía un poco extraño ya que le habían llegado rumores de que muchos experimentos que llegaron después de él, ya se les había hecho la cirugía del trasplante del órgano femenino. Y con eso en mente, decidió dormir un poco, se sentía muy cansado y débil al mismo tiempo.

No muy lejos de ahí, pero en la misma Institución…

Un hombre de unos 38 años de edad, no lograba conciliar el sueño, llevaba ratos que se movía de un lado a otro sobre la cama. Su mente no dejaba de pensar en cierto experimento, se hacía miles de preguntas y una de ellas era porque le seguía dando un trato especial diferente a de los otros prisioneros. Todo eso lo perturbaba, siempre estaba de mal humor y muy gruñón. Lo peor de todo es que se desquitaba su coraje con los demás especímenes y con las personas que trabajaban para él.
—“Demonios, ¿por qué me cuesta tanto trabajo dejar de pensar en él? Si yo quisiera en este mismo momento me fuera a su cuarto y lo hiciera mío de una vez. Pero No, no puedo, no puedo hacerlo, no quiero hacerle más daño del que ya le he hecho”. —Pensaba para sí mismo. —“Desde el primer día que lo vi, hubo algo que me llamó su atención, no sé con exactitud que es, pero, a pesar de todas las cosas que ha tenido que soportar, me sigue sorprendiendo su resistencia, su rebeldía, su fuerza de voluntad es increíble, y cuando logro doblegarlo aunque sea un poco, disfruto de ese momento de victoria, saboreo del triunfo que he obtenido, me siento superior a él y lo humillo haciéndole saber cómo he quebrantado su espíritu. Después de burlarme y de hacerlo sentir miserable, me siento vacío por dentro, es como si algo me faltara, como si una parte de mi desea completarse… Rayos, sin darme cuenta me he enamorado del experimento 19,990, cuyo nombre es Raúl Armando Moreira Hernández, y lo peor de todo es que no solamente pongo en riesgo mi vida, sino que además lo pongo en riesgo a él. Por esa razón es que nadie debe saber que ese joven me gusta mucho, no quiero pasar por lo mismo que pase hace 5 años atrás, una terrible tragedia que llevaré cargando toda mi vida… Debo de olvidarme de estos estúpidos sentimientos, sé que puedo, él no es más que un conejillo de indias que servirá para mi investigación y después de eso, podré hacer con él lo que yo quiera… A quien trato de engañar, cada vez que lo lastimo, puedo sentir como mi corazón se parte en dos, una vez quise tomarlo por la fuerza y él se resistió, me rechazó, yo me enfadé tanto que lo mandé inmediatamente a la sala de tortura, lo traté de obligar para que el me sirviera, para que fuera mi puta en la cama, y ni a un así, se negó a obedecerme. Creo que es mi justo castigo que merezco por haber abusado a muchas personas, por haberme acostado con la mayoría de los especímenes que hay en este lugar. Pero ninguno de ellos, ha logrado satisfacerme,  ninguno ha logrado llenar este vacío que siento por dentro. Quizás sea porque por primera vez en la vida, me gustaría tener a alguien que me quiera y se preocupe por mí aunque sea de vez en cuando. Que maldito y cruel ha sido el destino para ponérmelo en mi vida bajo esta circunstancia… No importa, ya no importa nada, buscaré la manera de protegerlo, no permitiré que nadie lo toque, que nadie le haga daño, él no debe de pasar por lo mismo que sucedió 5 años atrás. No soportaría perderlo, esta vez estoy consciente que no sabría vivir sin él... De alguna manera, él tiene que ser para mí”.
Poco a poco el hombre se fue quedando dormido.

Al día siguiente…

—He venido para ver cómo has amanecido.
—Usted que cree. ­—Respondió de forma altanera.
—Sé que ayer, se me pasó un poquito la mano contigo, pero debes entender que es parte del procedimiento.
—No me venga con cuentos y mejor dígame que sigue ahora.
El hombre estaba a punto de golpearlo, pero se detuvo al ver como la otra persona se veía realmente muy cansada y débil.
— Agradece que no estás en condiciones para golpearte, porque si no te hubiera dado tu merecido por atreverte a hablarme de esa manera.
—Usted hace lo que quiere con mi cuerpo, pues yo le hablo como se me dé la gana. —En cuanto terminó de hablar, recibió un fuerte golpe en la cara, haciéndolo caer al suelo.
— Estúpido, no abuses de mi paciencia, no sabes de lo que soy capaz de hacer.
Unas lágrimas empezaban a salir de sus ojos, todavía se encontraba en el suelo, mientras se sobaba su mejilla en donde había recibido el golpe.
—Eres un maldito cretino, te odio, podrás golpearme todo lo que quieras pero ni aun así vas a impedir que te conteste como se me dé la gana.
—Bien, si es lo que quieres, entonces así se hará… Veremos quien se aburre primero, tú en ser un estúpido rebelde o yo en golpearte.
La otra persona no se dejó intimidar, y lentamente se levantaba del suelo sin dejar de mirarlo a los ojos.
—Tienes agallas, lo reconozco, pero esta vez no seré tan amable contigo. —Lo agarró fuertemente del brazo y lo sacó a rastras de su cuarto llevándolo a otro lugar para realizarle el procedimiento. Una vez que llegó, arrojó al experimento con violencia en una cama de metal tipo parrilla, despedazó toda su ropa dejándolo casi desnudo, solamente le había dejado la ropa interior, luego encadenó sus manos arriba de su cabeza, la persona no dejaba de moverse de un lado a otro, tratando inútilmente de quererse liberar. Por otra parte, el médico se había alejado un poco de él, cuando regresó venía empujando un carrito, era el mismo aparato que le ponía alrededor de su cintura.
—Esta vez, el procedimiento será diferente a todas las veces anteriores que te lo he hecho. —Fue en ese momento, que la víctima se dio cuenta que hasta la cama en donde se encontraba acostado y encadenado era distinta.
— ¿Qué piensas hacer? —Trató de que su voz no se escuchara nerviosa.
—Anteriormente, estaba siendo muy compasivo contigo, como recordarás, te permitía que te pudieras mover con mayor facilidad por toda la cama, es decir, dejaba que te retorcieras libremente del dolor que sentías, te daba permiso para que cambiaras posturas hasta que encontrabas la adecuada para soportar los terribles dolores. Pero ahora, será un procedimiento totalmente distinto y nuevo para ti. —En lo que hablaba, le estaba poniendo grilletes a los tobillos de sus pies, posteriormente le colocó una especie de cinturón metálico alrededor de su cintura, dejándoselo muy socado. —Con este método, aprenderás buenos modales y pensarás dos veces antes de responderme con rebeldía. Aquí me daré cuenta quien va ser el primero en aburrirse.
La otra persona no daba credibilidad a lo que escuchaba, ese viejo desgraciado estaba hablando muy en serio, rápidamente su mente pensaba en cómo salir librado de ese castigo, pero por otro lado su orgullo no le permitía que ese viejo se saliera con la suya. Si suplicaba en ese momento, le estaría dando la razón a ese maldito, de que él lo podía tratar como se le viniera en gana y lo único que él tenía que hacer era agachar la cabeza y no faltarle el respeto. No, de ninguna manera se daría por vencido, podrían hacer lo que quisieran con su cuerpo, pero no iba a permitir que pisotearan su orgullo y no se dejaría doblegar tan fácilmente su espíritu de lucha.
—Adelante, haz conmigo lo que quieras, pero no te daré el privilegio de verme derrotado. —Con sus palabras, lo había desafiado y lo miraba con infinito odio y desprecio.
—Tú lo has querido. —Medio sonrió con maldad, luego presionó el botón en donde la máquina tiró descargas eléctricas dirigiéndose al cinturón.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH… AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH. —Un grito desgarrador se escuchó en ese lugar, el joven se movía de un lado a otro pero al estar encadenado a la cama, no podía hacer mayor cosa.
— ¿Qué dices ahora? —Preguntó burlonamente, había dejado de presionar el botón.
—Eres… Snif, shif, snif… Un maldito… Snif, shif, snif.
—En ese caso, seguiré divirtiéndome contigo. —Volvió a apretar el botón, haciendo que su víctima volviera a gritar debido a las descargas eléctricas que recibía.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH… AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH. —Levantaba su cuerpo hacia arriba, no fue hasta entonces que se dio cuenta que la cama también se electrificaba, no sólo sentía descargas eléctricas en su cintura sino que además todo su cuerpo se electrocutaba.
— ¿Ya te aburriste? —Preguntó sarcásticamente. —Únicamente tienes que aceptar que soy superior a ti y renunciar a tu estúpida rebeldía que nada bueno te trae.
—… Snif, shif, snif… TE ODIO… Snif, shif, snif… —Lloraba a mares, nunca se imaginó que el castigo fuera tan severo, todo su cuerpo temblaba aparte de que sudaba frio, sus manos y pies le dolían terriblemente debido a la gran presión que ejercía cuando sus músculos se contraían al recibir la descarga eléctrica y ni que decir de su estómago, sentía toda clases de malestares y debido al cinturón que tenía en su cintura acortaba su respiración, se le hacía difícil poder respirar normalmente era como si estrujaran todo su abdomen, como si lo querían partir por la mitad.
—Seguiré entonces, hasta que aceptes que fuiste tú el que se aburrió primero.
—Nunca, jamás te daré esa satisfacción maldito infeliz. —Al responder, recibió otra descarga más fuerte que la anterior… — AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH... AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH… AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH...
Por otro lado, el hombre lloraba por dentro, le dolía ver como ese joven estaba sufriendo, le dolía ver como se revolvía de un lado a otro por las descargas que recibía.
—“Por qué demonios no dejaba a un lado su estúpido orgullo, porque no aceptaba su derrota y le decía de una vez por todas que él lo amaba. No, eso sería como tirarse el lazo al cuello, eso sería como que le estuviera dando la razón a ese estúpido experimento”… —Todo eso lo pensaba para sí mismo, y de pronto, su mente reaccionó… —“Si, no era más que un experimento que solamente servía para un propósito. Y si solamente era eso… Entonces, ¿por qué sufría tanto? ¿Por qué se preocupaba por él? ¿Por qué no detenía aquella tortura y se lo llevaba a su cuarto para atenderlo? Eso era lo que realmente deseaba su corazón, quería abrazarlo, acariciarlo y pedirle perdón por todo el daño y sufrimiento que le estaba ocasionando. Pero a la vez, sabía que era un amor imposible, entre ellos no tiene que existir amor, mucho menos una amistad, ninguno de los dos estaban en condiciones de poder llevar una relación normal como cualquiera”. —Todo esto lo pensaba en silencio, tan metido estaba en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que el experimento 19,990 se había desmayado. Dejó de presionar el botón, lo puso sobre la mesa y se acercó al joven para comprobar si todavía respiraba, cuando comprobó que los signos vitales volvían poco a poco a la normalidad, justo en ese momento, sintió como su corazón regresaba a su puesto, pudo sentir cierta alegría que hacía mucho tiempo no sentía… Decidió liberarlo, le quitó el cinturón que tenía alrededor de su cintura y vio como tenía marcas de quemaduras en su hermosa piel, también las muñecas de sus manos y los tobillos de sus pies tenían marcas producto de las descargas eléctricas que había recibido. Acarició levemente su rostro y luego lo cargó en sus brazos para llevarlo nuevamente a su habitación, ahí le daría las atenciones médicas necesarias para curarlo y al mismo tiempo cuidar de él, al menos por esa noche.

Dos semanas después…

Hacia su ronda como era costumbre, revisaba cada uno de los experimentos para ver como seguía su investigación, su mente recordaba lo que había sucedido ayer, varios de sus experimentos habían dado a luz, y como siempre el Doctor Gonzalo se encargaba de todos los preparativos para dar en adopción a todos los recién nacidos. Afortunadamente, nacieron 5 niñas y 5 niños que no eran doncellos, a veces él se preocupaba por el destino de esos niños, no sabía si iban a parar a buenas familias, si realmente cuidarían de esos niños. A través de los años, se dio cuenta que el Doctor Gonzalo se hacía rico con su investigación, ese viejo siempre conseguía parejas adineradas que no podían tener hijos y el los convencía para que aceptaran en adoptar a uno de sus niños… Las parejas aceptaban porque se evitaban tanto papeleo, se evitaban que una persona de servicios sociales los estuviera visitando a cada rato, pero sobre todo, se ahorraban mucho tiempo, ya que si tenían que ir a un orfanatorio, esas parejas tenían que pasar por un montón de procedimientos… En cambio, ese viejo les ahorraba tiempo, investigaciones, abogados y papeleos que el los llamaba innecesarios.
Todavía recordaba el primer bebé que nació, fue una niña muy hermosa y saludable, lamentablemente el doncello no resistió el parto y falleció, dejando a una pequeñita huérfana, desde entonces, el Doctor Gonzalo a través de sus socios, decidieron crear una fundación, donde supuestamente ellos se preocupaban por el bienestar de niños desamparados, y para cubrir las apariencias, aceptaron a muchos niños huérfanos, pero su prioridad era dar en adopción a los bebés que nacían producto de la investigación. Por esa razón, es que las parejas con dinero, no les importaban de donde venía el bebé que iban a adoptar, ellos pagaban una fuerte cantidad de dinero con tal de tener a un recién nacido en sus brazos.
—“Solamente espero que esos bebés recién nacidos hayan ido a parar a una buena familia”. —Pensaba para sí mismo. —“Creo que lo que más odio de todo esto, es ver como esos hombres lloran al ser separados de sus hijos, ellos resisten los dolores de parto con tal de poderlos ver, tocar, abrazarlos y besarlo, pero, hasta ese privilegio se le han sido negado”… “En cuanto un bebé nace, otro médico se lo lleva para examinarlo y ver en qué condiciones nace la criatura. Si es niña o niño, son llevados inmediatamente por las parejas que lo adoptaran… Pero, si nacen doncellos, son llevados al orfelinato”.
En lo que pensaba, caminaba por un pasillo en donde había una gran fila de puertas con números marcados en cada una de ellas, hasta que finalmente llegó a su destino.
—Veo que estas mejorando. —No obtuvo respuesta. — ¡Oh, vamos! Hasta cuando piensas hablarme, no creo que sigas así por mucho tiempo. —Se acercó a la otra persona, pero este lo rechazó, alejándose de él. —Más vale que te comportes, en estos momentos no estoy de humor para tonterías. —Volvió a acercarse al experimento y nuevamente se alejó de él. — ¿Por qué demonios tienes que ser tan obstinado? No vez que lo único que quiero es revisar tus heridas. Así que quédate quieto.
El joven no tuvo otra opción más que obedecerle, y el hombre aprovechó la oportunidad para revisar sus heridas viendo que estaban sanando sin problemas.
—Te das cuenta, que no es tan difícil obedecer. —Medio sonrió al ver como lo miraba su espécimen. —Unos cuantos días más, y reanudaremos tu procedimiento, alégrate, al menos podrás salir de tu cuarto. Si cooperaras conmigo no tendría necesidad de castigarte, lo único que quiero es ayudarte, pero tú me pones las cosas bien difíciles. Te recomiendo que empieces a hablar, porque si sigues con esta estupidez, soy capaz de mandarte a poner una mordaza especial en tu boca que no podrás quitártela y ya no te permitiré que comas con la boca, porque tus alimentos te los meteré por intravenosa. Así que tú decides, o me diriges la palabra o escoges la mordaza que esta llevará un candado y la llave estará bajo mi poder. Tienes hasta mañana para saber qué decisión tomarás. —El hombre lo miró con cierta sonrisa de triunfo cuando vio la expresión que puso el experimento, en verdad que le encantaba hacerlo sentir miserable, le gustaba doblegar su rebeldía, se divertía haciéndolo sufrir de distintas maneras… Pero a la vez se odiaba así mismo por ser tan despreciable, por hacerle pasar tales vejaciones a ese pobre muchacho, se odiaba por ser un maldito cobarde, por no tener el valor de decirle que se ha enamorado de él… Pero no, prefiere mil veces callarlo y guardar las apariencias antes de confesar su amor.

En cuanto el hombre salió de la habitación, Raúl no soportó más y comenzó a llorar, odiaba ese viejo con todo su ser, al principio creyó que él podía ser diferente a todos los demás que trabajaban ahí, pensó que tal vez él le ayudaría a escapar de ese horrible lugar, pero se dio cuenta de lo equivocado que estaba, ese maldito viejo era como todos, lo único que le importaba era su maldita investigación, ese asqueroso viejo no le importaba si el moría o no, ese desgraciado solamente le interesaba su porvenir, nunca tuvo compasión de ningún experimento, era un tonto por haber pensado que tal vez se preocuparía por él, que tal vez hubiera algo, aunque sea una pizca de bondad en ese frío y duro corazón… Sentía un mar de emociones que no podía describir con exactitud lo que era, desde que llegó a ese infierno, lo despojaron de todo, de sus derechos, de su libertad, le habían arrebatado su nombre, de su condición física, lo obligaban a cambiar de género y le hacían múltiples experimentos a su cuerpo, sometiéndolo a una diversidad de pruebas de dolor y sufrimiento, sin mencionar a los castigos y torturas que recibía por no obedecer… A pesar de todo lo que tuvo que pasar, decidió que no les daría gusto a esos malditos, pudieron haberle despojado de todo, pero todavía tenía algo que ellos aún no le han arrebatado y lo único que poseía era su fuerza de voluntad, su rebeldía era lo único que conservaba para poderse sentir vivo y no darse por vencido…

Continuará…



N/A: Me disculpo con aquellos lectores que estaban esperando un nuevo capítulo de la historia los ojos son el reflejo del alma, les prometo que lo subiré la próxima semana.


Cambiando de tema… ¿Qué pasará con Raúl? ¿Lograrán someterlo? ¿Fernando, le confesará su amor? Todo esto y más no se lo pierdan en los siguientes capítulos.

Quiero agradecer a todos los lectores por haberse tomado su tiempo en leer esta historia, espero que haya sido de su agrado.

Me despido de ustedes, muy cariñosamente.

Atte.:
           KAT.              

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