miércoles, 16 de mayo de 2018

LOS OJOS… SON EL REFLEJO DEL ALMA...






Capítulo 4: No juzgues a una persona sin antes conocerla.


Declaimer: Los personajes de YU – GI – OH!, “No son míos”… snif, snif, snif,  son propiedad de su respectivo autor, sólo hago este fic porque me encanta escribir, pondré toda de mi parte para hacer de esta historia muy interesante…


RESUMEN: Más de alguna vez habrán escuchado el refrán que dice: No juzgues un libro por su portada. Hay diferentes maneras de interpretarlo o de entender este refrán. Yo lo interpreto que antes de juzgar primero veo de qué trata el libro, o que a veces las apariencias engañan… Esta misma situación se da entre las personas, todo el tiempo nos dedicamos a criticar, juzgar, agredir verbalmente a una persona únicamente por cómo se vista, hable, coma o piense diferente a nosotros… ¿Por qué las personas temen al cambio? ¿Por qué la sociedad se empeña en destruir lo nuevo? ¿Por qué los seres humanos deben de ocultar su propia personalidad simplemente por el hecho a sentirse rechazados?... No hay que tenerle miedo al cambio, en vez de eso hay que sacarle provecho, porque en la vida, siempre hay algo nuevo que aprender… 
  

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Lloraba, le dolían sus manos, pero al mismo tiempo pensaba en lo ocurrido con su profesor Bakura y se repetía una y otra vez que él no era un mediocre, ni un holgazán. Alguien lo sacó de sus pensamientos cuando escuchó su nombre….

Joey, ¿estás bien? ¿Qué haces ahí parado fuera de clases?

Cuando el mencionado levantó la mirada no pudo contener más su llanto y corrió a abrazarlo cómo si su vida dependiera de ello. Ocultó su rostro a la altura del estómago de aquella persona y lloró como si estuviera perdido, o asustado de su peor pesadilla.

¿Qué fue lo que te sucedió? – Preguntó preocupado.

El pequeño se separó un poco de él para verlo a los ojos, no pudo pronunciar palabra alguna, además ¿Qué le podía decir? Finalmente después de meditarlo decidió hablar:

            Yo… Lo siento profesor Yami… Snif, snif, snif, snif, snif, snif…

            Cálmate Joey – Lo abrazaba con cariño, pero al mirar a la puerta del salón y ver por la ventana, se dio cuenta que Bakura le había aplicado uno de sus crueles castigos.

            ¿Dónde te golpeó? – Trataba de ser prudente.

El niño sólo agachó su mirada para verse sus manos, este gesto hizo que el otro también agachara su mirada y se dio cuenta que las tenía lastimadas.

            Imbécil. – Masculló entre dientes. – Ven. acompáñame.

            Pero….  – Balbuceó un poco preocupado.

            Nada de peros y sígueme. – Al ver que el pequeño no se movía se le acercó nuevamente. –  No te preocupes por él, te prometo que yo asumiré toda la responsabilidad, ¿de acuerdo?

            De acuerdo profesor.

Pero el joven hizo un gesto de reproche mientras le explicaba:

            Te he dicho que me puedes llamar por mi nombre mientras estemos solos, o que ¿Acaso ya olvidaste lo que acabamos de hablar hace algunas horas?

            No. – Respondió en seco.

            Bien, entonces vamos a mi oficina y ahí te pondré algo de hielo para que tus manos se desinflamen un poco. – Le sonríe un poco.

Y con ese gesto hizo sonreír a su amigo.

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Estaba terminando de vendarles las manos, el timbre había sonado hace 5 minutos, nadie decía ni una palabra, hasta que el docente decidió iniciar la conversación.

            Listo, ya está… Mírate quedaste como nuevo. – Intentó bromear con él.

            Gracias. Será mejor que me vaya. – Manifestó con tristeza.

Pero antes de irse, el otro lo detuvo y le preguntó:

            Joey, dime una cosa ¿Por qué no cumpliste con la tarea del profesor Bakura? Te conozco muy bien y sé que tú eres muy aplicado en tus estudios.

            Por favor Yami, no quisiera hablar de eso. – Le respondió.

            Está bien, si no quieres contarme no te obligaré hacerlo, pero déjame decirte una cosa… Sé que a veces Bakura se extralimita con sus castigos, él no es una mala persona, digamos que le fascina ver el rostro de terror y de sufrimiento de las demás personas, es por eso que lo hace. No deberías de tenerle miedo, sé que todos los alumnos de esta escuela le temen, y él disfruta eso, pero… – Se quedó callado por unos segundos para poder ver la mirada del chico, y pudo notar que estaba muy interesado en lo que le estaba diciendo y antes de que la otra persona expresara una palabra, decidió continuar. – Lo que voy a decirte para ti será algo muy absurdo de creer, pero es la verdad aunque tú no me lo creas. Bakura es una muy buena persona, muy escondido dentro de su ser está su lado bueno, no le tengas miedo y trata de ver en su interior. Y te darás cuenta que él es una persona muy amable, lo único es que no le gusta demostrarlo ante las demás personas… ¿Entiendes lo que trato de decirte?

            Si Yami entiendo, pero se me hace muy difícil el no tenerle miedo. – Medio sonrió, haciendo que el otro también sonriera.

Si lo sé… Bueno será mejor que te vayas, el recreo terminará muy pronto. – Le comentó y a la vez le acariciaba sus cabellos rubios.

            Si... – El menor se despidió de su profesor.

Justo en el momento en que el niño salía de la oficina de su maestro entró otra persona con cara muy seria que daba miedo. Pero para la otra persona eso era muy común en él.

El timbre volvió a sonar, dando a conocer que el recreo ya había terminado y todos los alumnos volvían a sus respectivos salones.

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No sé por qué eres tan amable con ese chiquillo. – Dijo la persona que acababa de entrar al lugar en donde el faraón se encontraba.

            ¿Qué tiene de malo que yo me comporte así con él Bakura?

            Sólo estoy diciendo que eres muy amable con él y me pregunto ¿Por qué te comportas de esa manera? – Preguntó enfadado.

            En verdad… ¿Te gustaría saberlo?

            Pues la verdad sí. Sí, me gustaría saber por qué tanto afecto hacia ese holgazán.

Ahora, era el otro quien lo miraba muy enojado.

            Espero que ya no lo vuelvas a tratar así cuando te cuente por lo que ese niño tiene que pasar a diario. – Se llevó su mano para acariciar su sien, se quedó callado por un segundo y se dio cuenta como el albino se le quedaba mirando…

            Bakura… Po favor no vayas a ser tan duro en juzgarme por lo que te voy a contar, y sabrás por qué soy tan amable con ese niño, créeme que en verdad se lo debo.

La mirada del otro cambió de una manera muy fugaz, y solamente pudo preguntar.

            ¿Se lo debes?

            Si. – Expresó en seco. – Todo comenzó hace dos años atrás…


Relato de Yami.

            La escuela estaba vacía, no había ni un alma por los alrededores, todos se habían marchado para sus casas, yo me quedé un poco más de la hora de la salida, tenía que terminar de calificar unos trabajos antes de irme. Cuando salí del salón para irme a mi casa, vi que Joey aún se encontraba sentado en una de las bancas del corredor. Me pareció muy extraño que él todavía estuviera en la escuela.

Hola. – Saludé al niño, el me miró y me sonrió.

Hola profesor Yami.

Oye, puedo preguntarte, ¿qué haces aquí tan tarde?

Espero a mi mamá. – Me respondió muy contento. – Ya no tarda en venir por mí.

Entiendo. – Al cabo de 5 minutos llegó una señora a traerlo… Ella era muy bella, era delgada, piel blanca como la leche, su cabello era rojo como el color de una fresa, y sus ojos eran del mismo color que su pelo.

Joey, es hora de irnos. – Habló la mujer.

Sip, voy madre. – Y antes de irse me dijo adiós.

Adiós Joey, cuídate mucho.

Desde ese día, miraba como ese niño era el último en quedarse en la escuela casi todos los días, me quedaba con él para hacerle compañía. La señora nunca me saludó y siempre decía lo mismo, y el niño se marchaba con ella. Los días y meses fueron pasando y pude notar que él era muy listo, alegre y se esforzaba por ser el mejor de la clase. Pero… Al terminar el primer trimestre, el rendimiento escolar de Wheeler bajó radicalmente, a veces me faltaba mucho a clases, ningún docente se interesó por qué es que faltaba muy seguido. Fue ahí cuando me atreví a llamarlo a mi oficina para hablar primero con él y preguntarle qué era lo que le estaba pasando, si tenía algún problema, tal vez podría ayudarlo. “De haber sabido lo que pasaría, hubiera dejado las cosas tal y como estaban”… – Esto último lo pensó para sí mismo.

A la hora del recreo…

            Joey, escucha… Te mandé a llamar para decirte que tus notas han bajado en este trimestre y me gustaría saber por qué vas tan mal en tus materias.

            Profesor Yami, no se preocupe le prometo que me esforzaré lo que falta del año. – Me sonrió.

            De acuerdo, voy a confiar en tu palabra.

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¿Y qué paso después? – Preguntó el albino.

            Al terminar esa semana hubo reunión de padres de familia para entregar la libreta de notas, pero ni un familiar de Joey llegó a dicha reunión. Mandé a llamar a su padre para que se presentara a mi oficina el lunes a primera hora y preguntarle si sabía del rendimiento académico de su hijo. Éste no se presentó a la hora en que le dije que se presentara. Al finalizar el primer recreo a eso de las 9:00 a.m. me abordó a mi oficina la madre del pequeño.

Hola buenos días señora.

Mi esposo no pudo venir por cuestiones del trabajo.

No se preocupe no le quitaré mucho tiempo… Únicamente quería hablar con usted o con su esposo, para informarles que su hijo ha bajado considerablemente en casi todas las materias, solamente quiero que estén más al pendiente de él, que lo ayuden a estudiar, tampoco lo vayan a regañar por las notas que ha sacado.

Ese no es asunto suyo. – Habló la mujer muy molesta. – Por favor mande a llamar a mi hijo y que le diga enfrente de mí y de usted que él no es más que un irresponsable, un perezoso que no estudia. Yo no vine aquí para perder mi tiempo…

Señora por favor cálmese y no trate así a su hijo. – Le contesté un poco molesto.

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Bakura escuchaba atentamente el relato de Yami, ellos dos eran buenos amigos. A pesar de que el albino tenía su lado siniestro, era muy paciente con el faraón. Y decidió quedarse a que éste prosiguiera con el relato…

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Joey, entra por favor. – Expresó el mayor

            ¿Mamá?, ¿Qué haces aquí? – El  pequeño se sorprendió cuando vio a su madre en la oficina de su profesor.

            ¡¡¡Cállate!!! Esto es lo que haces por ser un bueno para nada, tengo que venir yo a arreglar tus asuntos que a mí no me conciernen… Espera a que lleguemos a casa y tu padre se entere.

El rubio se limitó en agachar la cabeza, sin decir ni una sola palabra, mientras que el joven docente al escucharla hablar de esa manera se quedó atónito. Pensaba que la mujer era de carácter fuerte, pero no se imaginó que era tan severa con su hijo.

            Señora, el asunto no es muy serio como para que se enoje, además se trata de que Joey mejore sus calificaciones y de que ustedes lo apoyen más.

Si ya no tiene más que decir profesor, me voy.

Agarró a su hijo fuertemente del brazo enterrándole sus uñas y ambos salieron del lugar… Pude escucharla como trataba al niño afuera… ¿Cómo era posible que una madre tratara de esa manera a su propio hijo?... Fue la pregunta que me hice.

Mamá, por favor…  – Trataba de calmar a su madre.

CÁLLATE HIJO DE MIL PUTAS, LO QUE TÚ TE MERECES ES UN BUEN CASTIGO, Y TEN POR SEGURO QUE YO ME ENCARGARÉ QUE TU PADRE TE LO DÉ AL LLEGAR A CASA, NO ERES MÁS QUE UNA MIERDA, UNA BASURA, EN QUE ESTABA PENSANDO CUANDO TE RECOGÍ DE AQUEL BASURERO, TE HUBIERA DEJADO TIRADO A TU PUTA SUERTE… Y NI SE TE OCURRA LLORAR AQUÍ ¿ME ENTENDISTE?... – Le da una bofetada en la cara.

Tuve que salir, ya que los gritos de esa mujer se escuchaban por toda la escuela…

            Señora, pero, ¿qué le pasa? No se da cuenta del gran daño que le hace a su hijo ¿Al decirle esas cosas?

            Tiene razón, disculpe usted, pero es que él es un muchacho tan rebelde, no entiende con palabras, no se preocupe que todo va a cambiar. – Me lo decía todo con ironía.

Pero al escuchar cada una de sus palabras, pude ver la mirada del niño, en verdad sentí un gran escalofrío recorrer por todo mi cuerpo. No podía imaginarme el miedo que él sentía en ese momento.

            Joey, ya vete a tu salón. – Es lo único que le pude decir…

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Y después de eso… ¿Qué fue lo que sucedió? – Preguntó el albino.

Decidió guardar un poco de silencio, al ver como el faraón se le notaba su mirada llorosa y triste, su voz se empezaba a escuchar diferente…

            Si no quieres seguir mejor…

Por favor… Déjame terminar. – Fue la respuesta del tricolor mayor.

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            Una semana después que había recibido a la señora Wheeler en mi oficina, él no se presentó a clases, faltó toda la semana. Tenía un mal presentimiento, sobre todo al recordar cada palabra que la señora le decía a su hijo. Al terminar las clases, salí a buscarlo a su casa. Pude conseguir la dirección porque volví a llamar en el lugar de trabajo donde el padre laboraba. Llevaba más de media hora de estar tocando la puerta de la casa, pero nadie abría, nadie contestaba, era como si en ese lugar no viviera nadie. Hasta que una vecina salió y me dijo:

            El señor no se encuentra, llega del trabajo hasta en la noche.

             Y… ¿La señora? – Pregunté. La mujer se quedó callada, pero al fin me respondió.

            Está en el hospital, su hijo está muy grave.

En ese momento, no daba crédito a las palabras que oía, sentía que era una broma… Pero de mal gusto, sentí como mi cuerpo se tensó. Después de darle las gracias a la mujer, corrí hacia el hospital a todo lo que mis piernas daban. Preguntándome una y otra vez… “¿Qué he hecho? ¿Qué fue lo que hice?” Finalmente llegué, abordé a la primera enfermera que se me cruzó en mi camino.

            Disculpe, ¿en dónde se encuentra el joven Wheeler?

            ¿Joseph Wheeler? – Preguntó la enfermera.

            Si, en dónde está. – Le respondí.

            En la segunda planta, habitación 145.

            Muchas gracias.

Toqué la habitación antes de entrar…

            Adelante. – Se escuchó la voz de esa mujer, al entrar vi que ella estaba sentada en una silla, al lado de la cama. Pero lo que más me impresionó fue ver al pequeño postrado en la cama. Se veía en muy mal estado, no pude soportarlo y lloré, me le acerqué y solamente pude decirle que lo sentía, que todo era culpa mía.

            Por favor… Perdóname Joey… – Pero no tuve respuesta, ya que él seguía dormido, supuse que los médicos lo habían sedado para que no le dolieran sus heridas. Estaba tan metido en mis pensamientos, cuando se escuchó una estruendosa carcajada que resonó en toda la habitación.

            JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA… POR FAVOR, POR QUÉ NO MEJOR SE OCUPA DE SUS PROBLEMAS Y SE LARGA, USTED NO TIENE NADA QUE HACER AQUÍ, NO ES DE SU INCUMBENCIA. – Me decía la señora Wheeler.

Al escucharla, sentí rabia, apreté mis manos haciéndolas puños en ese momento…

            Ahora mismo me dirá ¿Quién le hizo esto?

            Está bien, si tanto lo desea saber… – Respondió con sarcasmo. – Mi hijo simplemente obtuvo lo que se merecía. Fue su padre quien lo golpeó, eso le ocurre por andar diciendo en la escuela cosas que no son.

            ¿Qué?…. ¡¡¡¡USTED ESTÁ LOCA!!!! – Le grité molesto. – Eso no es verdad… Únicamente le dije que estuvieran más al pendiente y que le ayudaran en sus estudios.

            ¿Y qué? Eso sólo usted y yo lo sabemos. Pero no lo sabe mi esposo. Así que ahora lárguese de aquí y no vuelva.

Fin del relato de Yami.


No tienes idea Bakura de las ganas que me dieron en poner a esa mujer en su lugar, tuve que irme para no ocasionarle más problemas al niño. Eso no es todo. – Suspiró profundamente.

            ¿A qué te refieres? – Preguntó el albino.

Joey estuvo casi por tres meses en el hospital, después volvió a la escuela, la verdad me sorprendió, que él no perdiera su alegría, su sonrisa en el rostro, a pesar de sentirse rechazado por todos sus compañeros de clases, que también ellos lo pasan molestando a diario. Yo tuve que intervenir, hablando con los demás docentes para que él no perdiera el año escolar. Los últimos tres meses, estudió hasta decir ya no, ya que cada examen, cada evaluación que le hacían los maestros, sería para duplicarle la nota.

            ¡Ja! – Exclamó con ironía. – Ahora ya sé por qué no perdió el año escolar. Escuché de ese rumor, pero no imaginé que tú estuvieras involucrado.

            Pues ahora que ya lo sabes… Comprenderás por qué le tengo mucho afecto. Me hice una promesa a mí mismo, que yo lo ayudaría en todo lo que pueda.

            Está bien. – Expresó con una media sonrisita en sus labios. – Haz lo que quieras, pero… Si él o cualquier alumno no hacen su tarea, no seré tan comprensivo como tú.

            Creo que hay cosas que nunca cambiarán.

            Mejor ya vámonos que las clases ya terminaron... Y solamente hemos quedado tú y yo.

Yami al ver su reloj, se dio cuenta que su amigo tenía toda la razón… Se habían pasado toda la mañana conversando. Cuando estaban saliendo de la escuela… El faraón detuvo al albino para decirle:

            Gracias Bakura, eres la primera persona a quien le cuento esto.

Detuvo su caminar para voltearlo a ver y sin decir nada siguió su camino.


Continuará…. 



N/A: Como les expliqué anteriormente, este fic tendrá algunos cambios en los capítulos… Por esa razón es que me tomará algo de tiempo para ir actualizando. Pero no tanto como antes.


Pues bien…. No sé si se preguntarán por donde andará cierto “Gato Pulgoso”. Sé que es la estrella principal, pero créanme que estoy haciendo todo lo posible para conseguir el dinero suficiente para poderlo contratar y que salga a escena… xdxdxdxd.


Pasando a otro tema, ¿Qué les pareció mi pequeña sorpresa?, quiero hacer de este blog muy participativo, dejen sus comentarios que yo con gusto les responderé a todas sus inquietudes que tengan… Gracias por pasarse por aquí.


Adiós cuídense mucho y gracias de nuevo… 


Atte.: 

            KAT.


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