AUTORA:
KATSUYA
PAREJAS
PRINCIPALES: Fernando/Raúl, Frederick/Miguel
OTRAS
PAREJAS: Adrián/Julio, Oscar/Alejandro, Rubén/Cecilio, entre
otras.
CATEGORÍA:
Originales.
GÉNEROS:
Ciencia
ficción, angustia, drama, tragedia.
ADVERTENCIAS:
Mpreg,
muerte de un personaje, lemon, tortura, orgias, violación.
Los
personajes de esta historia son de mi propiedad, así como la trama.
Capítulo
4: Castigos y torturas… II Parte.
Al
día siguiente…
Comenzaba a despertar, en cuanto abrió
los ojos movió su cabeza hacia un lado de la cama para poder mirar el reloj que
estaba sobre una mesa de noche, aún era muy temprano para levantarse, gruñó
para sí mismo por no haber podido conciliar el sueño y todo por estar pensando
en tonterías. Se sentó a la orilla de la cama, ahí se quedó muy pensativo, su
mente le hacía recordar algunas cosas de su pasado, cosas que el mismo no
quería acordarse porque prefería mil veces olvidarse de todo. Una de las cosas que
odiaba conmemorar fue cuando el concejo de científicos se burlaron de el al
presentarles su proyecto, él, les quería demostrar todo lo contrario, pero lo
tomaron como un científico loco y algo que era imposible de realizar, le
cerraron todas las puertas posibles y lo sacaron de la Facultad. Una de las
razones del por qué aceptó trabajar con el Doctor Gonzalo era porque ese hombre
le cumplió una petición que el mismo le hizo.
FLASH BACK
—Lo que usted nos está proponiendo
es algo inconcebible.
— ¿Quién le ha autorizado para jugar
con la madre naturaleza?
—Acaso se cree Dios para cambiar las
funciones de una mujer.
—Lo que propone es algo sumamente
absurdo.
—Un hombre trayendo a luz a un hijo…
Si claro, como si eso fuera posible.
—Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… — Todos los del concejo
se reían a carcajadas, mientras que la otra persona se limitaba en apretar sus
puños con fuerza.
—Lo que estoy proponiendo no es
ninguna tontería, quiero que lo piensen bien, mi investigación ayudará mucho a
la humanidad, las mujeres ya no tendrán que soportar una carga tan grande ellas
solas, los hombres dejarán de ser tan machistas y comprenderán un poco más a la
mujer y no sólo eso, sino que además entenderán todo el dolor y sufrimiento que
tienen que pasar las madres solteras al ser abandonadas por su pareja. ES QUE
ACASO NO LO ENTIENDEN. — Gritó furioso.
— ¡Suficiente! — Exclamó el
presidente del concejo. — ¿Tienes idea de lo que costaría llevar a cabo tu
estúpida investigación? ¿Tienes idea de todo el tiempo perdido que se va a
obtener por llevar a cabo una idea tan absurda como la tuya? ¿Acaso crees que
todos los hombres del mundo van a aceptar gustosamente hacer el papel de una
mujer?
—Sin mencionar las vidas que se
tienen que sacrificar. — Expresó otro miembro de la Junta.
—El hombre es macho por naturaleza,
es fuerte, dominante, inteligente, trabajador, poderoso, independiente,
responsable, es la cabeza de una familia y siempre va ser superior al género
femenino.
— Concuerdo con lo que dice mi
colega, los hombres es y siempre seremos así. —Hoy
en día, los malditos gays son una aberración a nuestro género, esos imbéciles
nos deshonra haciéndose pasar por mujeres, cuando en realidad no lo son. Y
ahora tú, quieres terminar de desprestigiarnos con una idea tan estúpida. Se
imaginan colegas, hombres trayendo hijos al mundo y luego qué seguirá…
—Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. — Nuevas risas se empezaron a escuchar.
—Todos ustedes son unos ignorantes,
no entienden el valor de esta investigación.
—Ya hemos escuchado bastantes
tonterías, tu investigación no es aprobada y nos vamos a asegurar que nadie
sobre la faz de la tierra la acepte.
— ¿Qué? No pueden hacerme esto.
— ¡Oh, claro que podemos! Todos los
que estén a mi favor que levanten la mano.
Todos
los hombres que estaban en la mesa, levantaron sus manos en aprobación unánime.
—Ahí lo tienes, esta investigación
queda rechazada por la asociación de científicos. Ahora lárgate de aquí antes
de que te echemos a patadas.
FIN DEL FLASHBACK
—“Esos malditos desgraciados se
atrevieron a desprestigiarme, arruinaron mi imagen y mi reputación en todos los
medios de comunicación, me tacharon de un loco desquiciado, todo el mundo me
dio la espalda, incluso los pocos amigos que tenía me abandonaron, sentía que
todo estaba en mi contra, nadie me quería dar trabajo, hasta que un día, conocí
al Doctor Gonzalo, fue la única persona que le interesó mi proyecto, yo acepté
pidiéndole algo a cambio y el cumplió con lo que yo le pedí. Mis primeros
especímenes que obtuve, fueron a todos esos malditos de la Junta de
científicos. Fue la primera vez que disfruté mucho haciéndolos sufrir”. — Medio
sonrió con maldad, se levantó de la cama y decidió irse a bañar.
Horas más tarde.
Estaba
por comenzar hacer su ronda como de costumbre, en eso uno de sus compañeros de
trabajo lo abordó para informarle de lo que acababa de llegar.
—Buenos días Doctor Fernando.
—Buenos días. — Saludó sin interés.
—Ha llegado un nuevo cargamento de
nuevos experimentos.
La
otra persona suspiró profundamente para luego preguntar:
— ¿Cuántos vienen esta vez?
—500 personas Doctor.
— ¿Vienen jóvenes o adultos?
—La mayoría son jóvenes.
—Bien, métanlos a todos en sus
respectivos cuartos, los que vienen más débiles denles agua y comida de
inmediato, aquellos que vienen golpeados o heridos cúrenlos y los que están
agonizando, examinen sus órganos para ver si los podemos utilizar.
—De acuerdo Doctor Fernando. —
Estaba por irse, pero fue detenido al escuchar otra orden.
—Una cosa más, no olvides decirles a
los guardias de seguridad que estén listos por si uno de ellos intenta escapar,
si en caso llegara a suceder, no le den el castigo severo, hasta que se les
expliquen las reglas de este lugar.
—Se hará como usted dice Doctor.
—Bien, si eso es todo, seguiré mi
camino.
—Si.
El
hombre caminaba en dirección a donde estaban todas las celdas, miraba una en
una cada vez que pasaba, estaba llegando a la puerta número 19,990, medio
sonrió para sí mismo al recordar la advertencia que le había dado ayer a ese
experimento y conociéndolo bien, sabía de antemano que escogería el castigo.
Pero ya estaba preparado para cualquier respuesta que recibiría, una idea
maligna se le cruzó en su cabeza y no perdería nada para llevar a cabo su
malvado plan. Entró a la habitación y ahí se encontraba, sentado en la orilla
de la cama, era como si lo estuviera esperando, antes de hablar miró a su
alrededor, posteriormente vio la hora de su reloj de mano, dándose cuenta que
todavía no le habían traído su desayuno y le pareció perfecto para hacerlo
sufrir un poco.
— Me doy cuenta que no te han traído
tu desayuno. — Manifestó un poco molesto, pero no obtuvo respuesta. — Acaso no
escuchaste lo que acabo de decirte. — Silencio total, no había cosa que lo
enfadaba bastante era que le llevaran la contraria y que no le respondiera. El
hombre se acercó al joven y le propino una fuerte bofetada en la cara. —
Siempre que me dirija a ti, tienes que responderme. — El joven seguía sin
contestarle, acto seguido recibió otro golpe más fuerte en la cara. — Seguiré
golpeándote hasta que me contestes. Te han traído o no tu maldito desayuno. —
Al levantar un poco la cabeza, le tiró una mirada asesina y de odio y logró
mover su cabeza en señal de negación, el hombre no deseaba eso, lo que
realmente quería era escuchar su voz. Trató de calmarse un poco, tenía que
hacerlo si quería llevar a cabo su plan.
Al
poco tiempo, estaba entrando una persona al cuarto y traía el desayuno, pero
antes de ponerlo sobre la mesa, el galeno dijo:
—Llévate eso de aquí, este
experimento no desayunará y también retírale su agua.
El
recién llegado se sorprendió al oír la orden, dudó un poco en preguntar, pero
al ver la cara de pocos amigos que tenía el médico ni de chiste se atrevió en
hablar y únicamente cumplió con la petición, después de eso salió casi de
inmediato de la habitación.
—Ayer te advertí que si no hablabas,
te iba a poner una mordaza en tu boca, pero para que veas que soy bueno
contigo... — Todo lo expresaba con sarcasmo, medio sonrió con maldad para
terminar de hablar. — Te dejaré sin agua y sin comida por 24 horas, si te
sigues resistiendo, prolongarás que yo vaya aumentando tu castigo y créeme que
esta vez no tendré ninguna compasión contigo. Tienes 24 horas para hablar y
decirme que dejarás a un lado tu estúpida rebeldía, que no eres más que un
despojo humano, un instrumento que para lo único que sirves es para ayudar a la
ciencia, quiero oírte decir que soy tu dueño y puedo hacer contigo lo que se me
da la gana y tu estas para obedecerme. En otras palabras, seré yo quien
doblegue tu fuerza de voluntad, quiero ser el primero en hacer pedazos tu
estúpida rebeldía y tu espíritu de lucha, hasta tal punto que no quede nada, absolutamente
nada, porque lo único que me interesa es que en su lugar quede la sumisión
total, que puedas entender de una vez, que tu cuerpo y alma ya no te
pertenecen. — El hombre hablaba de manera intimidante, se acercó al joven y le
levantó su rostro con fuerza obligándolo a que lo viera a los ojos, se relamió
sus labios para después besarlo, pero la otra persona no abrió su boca, se
resistió haciéndose para atrás tratando la manera de alejarse de ese estúpido.
Al sentir nuevamente esa rebeldía, dejó de besarlo y lo soltó. — Créeme que
disfrutaré mucho haciendo pedazos y doblegando esa fuerza de voluntad que
tienes. — Al terminar de hablar, salió de la habitación.
En
cuanto el joven se quedó solo, su cuerpo empezaba a temblar como si se tratara
de una gelatina, sus ojos desataron un cauce de lágrimas mojando todo su
rostro, con sus manos se limpiaba la boca, sentía asco y repulsión que ese
maldito lo besara, se acostó en posición fetal sobre la cama, trataba de
tranquilizarse y pensar muy bien en cada una de las palabras que ese infeliz le
había dicho. No tenía ni idea que clases de castigos le esperaban, pero una
cosa si estaba seguro… Y era que le daría batalla hasta el final, no le iba a
dar el gusto que se saliera con la suya, no le iba a dar el gusto de verlo
derrotado y humillado como él lo desea…
No muy lejos de ahí, pero en la misma Institución…
En una oficina se encontraba
un hombre de estatura alta, el color de su piel
era trigueño, su cabello era entre
blanco y negro y sus ojos eran de color cafés, revisaba unos documentos, se
había pasado toda la noche trabajando, en ocasiones hacía pequeñas visitas a
algunos experimentos y fue ahí que en una de sus visitas se dio cuenta que cada
vez que visitaba cierto espécimen siempre lo encontraba muy lastimado o cansado
y eso no le gustaba, es más, se podía decir que lo ponía de mal humor, ya que
cuando elegía una víctima, no tenía que estar muy fatigada ni magullada porque
si estaban en malas condiciones no le duraban mucho.
—“Se
me hace raro que sea el único experimento al que encuentro en muy malas
condiciones. También he notado que el tiempo que lleva aquí, nunca ha
participado en las fiestas que solemos hacer, la mayoría de los especímenes
están presentes para divertirnos, alegrarnos y satisfacernos toda la noche, a
excepción de uno solo” — Pensaba para sí mismo. — “He tenido el privilegio de
divertirme con todos ellos e incluso suelo estrenar a los nuevos que llegan,
pero con tanto trabajo que he tenido últimamente, no he tenido tiempo para
hacer lo que más me gusta, pensándolo bien, todavía no me divierto con ese
recipiente vacío” — Medio sonrió con maldad, así solía llamar a los hombres que
aún no habían salido embarazados. — “No estaría de más preguntarle a ese
Doctorcito, ¿por qué se ha empeñado en fatigar a ese experimento?, o mejor le
pediré que ya no le haga pruebas por algunos días y me lo prepare para tener el
privilegio de estrenarlo. Únicamente espero que ese idiota no se me haya
adelantado”. — Después de pensar muy bien las cosas, decidió continuar con lo
que estaba haciendo.
En
otro lugar, pero en la misma Institución…
Había llegado a su laboratorio, estaba
enfadado, ese experimento sí que lo sacaba de quicio, gruñía una y otra vez
para sí mismo, sentía que su mente estaba toda revuelta, no sabía cómo ordenar
sus pensamientos, caminaba de un lugar a otro como si fuera un animal
enjaulado, se hacía mil preguntas de las cuales ninguna tenía respuesta.
— ¡Maldición, maldición, maldición!
Tuve la oportunidad perfecta de hacer las paces con él y convencerlo para que
no me desafiara, pero en vez de eso lo volví a tratar muy mal, no sé por qué
razón me gusta humillarlo tanto, me gusta ver el miedo que se refleja en su
cara, me siento superior a él cuándo logro dominarlo aunque sea un poco. Maldito
bastardo, no te saldrás con la tuya, una vez que logre mi objetivo podré
hacerte mío las veces que yo quiera, te convertirás en mi puta personal y me
rogarás para que nunca deje de follarte. Sí, eso es lo que realmente quiero, lo
deseo, lo deseo con locura y pasión, deseo escuchar sus gemidos con cada una de
mis embestidas, deseo escuchar mi nombre en esos hermosos labios, deseo sentir
su piel junto a la mía, lo deseo tanto que quisiera reventarlo por dentro hasta
escuchar su llanto y pidiéndome a gritos que lo deje o que no me detenga hasta
dejarle su culo bien abierto. Quizás por eso es que me vuelve loco su rebeldía,
porque me gustaría verlo sumiso en mi cama, ansío ver como lo convierto en mi
esclavo sexual obligándolo a cumplir con todas y cada una de mis fantasías
sexuales sin rechistar. Raúl se ha convertido en mi obsesión y cuando me
encapricho con algo o alguien, siempre consigo lo que quiero y el no será la
excepción.
Horas más tarde…
No
sabía cuánto tiempo había pasado, comenzaba a desesperarse un poco, se moría de
hambre y tenía sed, hasta el agua de su baño le habían cortado esos cerdos, ese
maldito desgraciado estaba cumpliendo con su advertencia, deseaba con todas sus
fuerzas poder gritar para que le trajeran agua y comida, pero al hacerlo, sabía
muy bien cuáles serían las consecuencias.
—“¡NO!
Definitivamente no le daré gusto a ese bastardo de verme derrotado, debo
resistir un poco más, al fin y al cabo soy indispensable para su
investigación”. — Pensaba para sí mismo, en eso escuchó como su estómago gruñía
pidiéndole a gritos algo que comer, se llevó sus manos alrededor de su estómago
para tratar de tranquilizarse, mientras que sus hermosos ojos verdes no habían
dejado de llorar. — “Por favor estómago, no me pidas comida porque no tengo nada
que darte, tengo que resistir esta prueba, ese viejo de mierda no me vencerá
tan fácilmente, he decidido darle batalla hasta el final”. — Volvía a acostarse
en su cama para conciliar el sueño y así olvidarse del hambre y de la sed que
tenía.
El
rumor ya se había expandido por todo el lugar, todos los hombres que trabajaban
ahí les daba satisfacción al saber cómo uno de los experimentos sufría, muchos
habían hecho apuestas, unos apostaron que se rendiría y que no tardaría en
pedir agua y comida, otros apostaron dizque a su favor de que aguantaría las 24
horas. Y entre ellos comentaban:
—Ese
idiota no va a soportar.
—Yo
creo que si va a aguantar, ya pasaron los primeros dos tiempos de comida y no
se ha oído ninguna queja.
—Si
yo fuera el Doctor Fernando, lo metiera al cuarto de tortura y encendiera la
calefacción al máximo para someterlo rápidamente.
—Ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, sí que eres estúpido.
—Imbécil,
porque me ofendes.
—Tranquilo
no te enojes, date cuenta que es mejor aplicar un castigo lento y doloroso a un
castigo que sea rápido y con poco dolor.
—Mhg…
Creo que tienes razón, ese doctorcito sí que sabe cómo hacer sufrir a esos
pobres diablos.
—Ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. — Se
escuchaban las carcajadas de todos los que estaban presentes en el lugar.
—Oye,
se me acaba de ocurrir una idea.
—
¿Cuál? — Preguntó con interés.
—Porque
no lo sometemos un poco nosotros también.
—
¿Qué tienes en mente amigo?
—Debemos
de ir a su cuarto, encadenarlo a la cama y comer enfrente de él, para que se dé
cuenta de lo que se está perdiendo por su rebeldía.
—Me
sorprende lo sádico que puedes llegar a hacer.
—Ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, viniendo de ti lo tomaré como un cumplido.
—Me
parece una excelente idea, lo malo es que el Doctor Fernando claramente dio la
orden de que nadie entrara ahí.
—Tal
parece que nuestro colega sabe lo que está haciendo.
—
¿Ah, sí?
—Claro,
no hay peor enemigo que la soledad, estará encerrado en su celda muriéndose de
hambre y de sed sin nadie que lo ayude, sin nadie que se apiade de él, para
ofrecerle un pedazo de pan, lo único que tiene a su lado son las cuatro paredes
de su cuarto que lo acompañan en su dulce agonía.
—Ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, que
sádico eres.
—Sera
mejor que volvamos a nuestras labores, ya que nuestro descanso terminó.
—De
acuerdo, vamos.
Tres días después…
Todos
los hombres que trabajaban ahí, seguían comentando el castigo que estaba siendo
sometido el número 19,990, no solamente habían llegado a oídos de los
empleados, sino que también todos los demás prisioneros sabían por el
sufrimiento que pasaba uno de ellos y no querían pasar por la misma situación,
debido a eso nadie se resistía a someterse a pruebas dolorosas, los únicos que
se revelaban un poco eran los nuevos, pero rápidamente se doblegaban cuando
eran golpeados brutalmente y recibiendo amenazas de que serían los próximos en
dejarlos sin comida y agua.
—
¿Qué dices, sigues apostando o no?
— Sigo
apostando.
En
ese momento otra persona estaba llegando al lugar.
—
¿De qué hablan? — Preguntó directamente.
—Sobre
la apuesta.
—
¿Cuántos días lleva?
—Si
se sigue resistiendo, hoy comienza su tercer día.
—De
acuerdo, hagámoslo más interesante.
—
¿Qué tienes en mente?
—Doble
o nada.
— ¿QUÉ?
— Gritó llamando la atención de todos, provocando que las demás personas se
acercaran a ellos.
—
¿Qué sucede? — Preguntó el primero en llegar.
—Vez
lo que provocas inútil, ahora todos quieren saber.
—Qué
más da, que se enteren de una vez y así vemos si ellos le entran o no.
—Entrarle
a qué.
—Manuel,
quiere apostar doble o nada con el número 19,990.
—
¿Cuántos días lleva?
—Hoy
comenzaría su tercer día.
—Perfecto,
yo si le entro.
—También
yo.
—Y
yo.
—Y
yo.
—Y
yo.
—
¡Hey! No me dejen atrás, que yo le entro también.
—Roberto,
encárgate de llevar bien la cuenta.
—Sí,
que el anote las apuestas.
—Ja,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, un dinerito extra no le cae mal a cualquiera.
—Ni
yo lo hubiera dicho mejor, Otoniel.
Todos
se divertían a costillas del sufrimiento por el que pasaba el experimento número
19,990, lo único que les interesaba era su propio beneficio.
Continuará…
N/A: ¿En que terminará todo esto? ¿Raúl seguirá resistiéndose? O ¿Se
doblegará a los deseos carnales y vejaciones del Doctor Fernando? ¿Quién será
el ganador de la apuesta? Todo esto y mas no se lo pierdan en el siguiente
capítulo, muchas gracias por leerme.
Atte.:
KAT.
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