lunes, 24 de septiembre de 2018

LOS DONCELLOS, SON UNA VERGÜENZA TANTO PARA EL HOMBRE, COMO PARA LA MUJER.





CAPÍTULO 1: EXPERIMENTOS.




 AUTORA: KATSUYA

PAREJAS PRINCIPALES: Fernando/Raúl, Frederick/Miguel

OTRAS PAREJAS: Adrián/Julio, Óscar/Alejandro, Rubén/Cecilio, entre otras.

CATEGORÍA: Originales.

GÉNEROS: Ciencia ficción, angustia, drama, tragedia.

ADVERTENCIAS: Mpreg, muerte de un personaje, lemon, tortura, orgias, violación.

DECLAIMER: Los personajes de esta historia son de mi propiedad, así como la trama.


RESUMEN: En toda la historia de la humanidad, el hombre siempre ha hecho numerosas investigaciones científicas, no solamente ha experimentado con los animales, sino que además ha tenido que utilizar a otras personas para realizar diversidad de experimentos, entre los cuales eso ha conllevado a un sin fin de muertes innecesarias, que a través de los múltiples fracasos se ha logrado obtener grandes beneficios. Pero, ciertas investigaciones, no traen nada bueno a la humanidad, y en vez de ayudar, destruye a su propia especie. ¿Por qué el ser humano suele ser tan inconforme? 



******************************
 
Era el año del 2,010, en un lugar de la ciudad se estaba llevando a cabo varios experimentos, que según el científico que estaba a cargo, sería una gran ayuda para las mujeres si el proyecto fuera un éxito. Lo que nadie sabía, es que las demás personas que también estaban a cargo, pensaban de otra manera y poco a poco la ambición se fueron apoderando de uno de ellos…

Un hombre se había quedado trabajando hasta tarde, hacia su recorrido como era costumbre, revisaba uno a uno sus pacientes para evaluar cómo iba progresando su investigación. Odiaba recordar todas las fallas que había tenido, odiaba recordar los gritos de desesperación, dolor y angustia que daban esas personas, pero lo que más detestaba era cuando esos cuerpos no soportaban inflarse y explotaban manchando todo el lugar de sangre, vísceras, intestinos, tripas, hígados y riñones esparcidos por todos lados, etc. Era toda una escena de terror. Ya ni se acordaba cuanto tiempo llevaba metido en esa investigación, empezó con una simple teoría que la planteó en la universidad para su tesis final, pero nunca se imaginó que una compañía farmacéutica se interesaría en su proyecto, dándole la oportunidad de demostrar si era posible lo que él, argumentaba.

Al principio lo vio como una gran oferta de trabajo, una oportunidad para ser reconocido en su ámbito laboral, pero a medida que el tiempo pasaba, se dio cuenta que la práctica no era igual que una simple teoría.

Intentó varias veces en renunciar, pero su jefe había aprendido a conocerlo y tocando su orgullo de que si su investigación diera resultado, sería el hombre más reconocido por todo el mundo, sería más famoso que el mismo Albert Einstein y su nombre iba a quedar grabado para siempre en la historia. Y con eso en mente, llegó a una de las habitaciones del lugar.

—Buenas noches, número 19,990. — Se había acostumbrado a llamarlos así, ya que si los llamaba por su nombre, lo más seguro sería que se encariñaría con alguno de sus pacientes y el en verdad que no deseaba algo así, no después de lo que sucedió con el experimento número 6,787.

—Idiota, te he dicho que no me llames así, mi nombre es. — No terminó de hablar ya que la otra persona le había dado una bofetada en la cara. 

— ¡Cállate! Puedo llamarte como a mí se me pegue la regalada gana. Tú solamente estas aquí para un sólo propósito.

El hombre que se encontraba en la habitación, escupió sangre producto del golpe que había recibido, sino fuera por las cadenas que sujetaban sus manos, hace ratos que se le hubiera tirado encima a ese maldito desgraciado que tenía enfrente, para darle su merecido.

—Eres un maldito cobarde, te aprovechas que no puedo defenderme.

— ¡Ja! Como si eso a mí me importara… Ahora quédate quieto, empezaré por examinarte.

La otra persona forcejeaba por tratar de liberarse, pero sus esfuerzos eran en vano y lo único que hacía era lastimarse más. 

—Sí que eres obstinado, si no dejas de moverte, me obligarás a sedarte y la verdad es que me sirves más cuando estas con tus cinco sentidos.

— ¿Por qué? ¿Por qué me engañaron? Dijeron que era un trabajo prometedor. —Sin poder evitarlo, sus ojos comenzaron a humedecerse, se sentía desesperado, frustrado, no sabía cuantos días habían pasado desde que lo trajeron a ese horrible lugar.

—No me importa cómo fue que llegaste aquí, a mí lo único que me interesa es saber tu condición física. Por última vez, quédate quieto. —Esta vez le dio un fuerte golpe en la boca del estómago, haciendo que el otro gritara de dolor y se quedara sin aire. —Si cooperaras, no habría necesidad de maltratarte. 

—PÚDRETE. —Gritó muy enojado.

El hombre dio un fuerte suspiro, metió su mano en una de las bolsas que tenía su gabacha blanca y sacó una inyección, su paciente al verla se estremeció, tuvo mucho miedo, estaba por suplicar cuando… En ese momento, el médico no vaciló en inyectarlo.

—Noooooooooooooooooooooooooooooooo. —Fue lo último que dijo antes de quedarse dormido.    
 
— ¡Demonios! Así no me sirve, ya que, mañana tendré que hacerle las pruebas de nuevo.
Al decir eso, decidió salir de esa habitación y terminar de hacer su recorrido.


A la mañana siguiente…

Otro médico, había llegado al laboratorio, quería ver con sus propios ojos cuales eran los avances que se tenían hasta el momento. Caminaba por un largo pasillo, encontrándose a su paso con una gran fila de puertas y cada una de ellas estaba identificadas por un número.

Este hombre, era de estatura alta, el color de su piel era trigueño, el color de su cabello era entre blanco y negro, sus ojos eran de color cafés, su semblante era muy serio y él no se andaba con contemplaciones para tratar a los pacientes, era muy severo y sádico, es más, le gustaba torturarlos, tanto era su fascinación que muchos morían en sus manos. Cada vez que se acercaba a una puerta, miraba de manera inhumana a su siguiente víctima, le gustaba ver la cara de terror que ponían esos pobres infelices, ver como su cuerpo tiembla, miraba en sus ojos la desesperación que crecían en su interior, le encantaba ver y sentir como sus pacientes se resistían al principio y jugaba un poco con ellos dándole falsas esperanzas que muy pronto todo terminará, aunque la realidad sea otra.

Una vez que recorrió todas las habitaciones, se fue directamente a una oficina para buscar a la única persona que lo pondría al tanto de todo. En cuanto llegó, decidió entrar sin previo aviso.

—Buenos días, Doctor Fernando, tiene algo nuevo para mí.

—Buenos días Doctor Gonzalo, lamento informarle que no hay nada nuevo para usted.

—Sabe muy bien que mi paciencia tiene un límite, y casi han pasado tres meses desde que tuvimos aquel incidente.

—Si lo se Doctor, créame que hago lo que puedo, es sólo que no me gusta apresurar las cosas.

—No me importa sus estúpidas explicaciones, busque la manera de acelerar el procedimiento, recuerde que tenemos una gran inversión en su trabajo.

—Lo entiendo Doctor Gonzalo.

—Bien, y… ¿Qué me dice del muchacho nuevo?

—Pues, aun no le he hecho las pruebas necesarias para…

— ¿QUÉ? — Lo interrumpió de golpe. — Escúcheme bien Doctor Fernando, le recuerdo que aquí no es ningún hotel de lujo, estos hombres están aquí para “ayudarlo en su investigación”. — Hizo señales de las comillas con sus dedos, mientras que hablaba hipócritamente. 

— ¿Pero que está diciendo? No puedo creer que esté hablando en serio. Además, yo quería comenzar mi investigación con animales machos, pero usted… Usted decidió empezar a experimentar con seres humanos, ha infringido todas las leyes y reglamentos que había que seguir para que el proyecto fuera aprobado por la sociedad de científicos. 

— ¡Cállese! Si no fuera por mí, usted todavía anduviera por las calles buscando a ver quién le ayudara en su estúpido proyecto, si no fuera por mí, todos sus colegas aún se estarían riendo y burlándose lo que según ellos era una locura… Y si no fuera por mí, su investigación no hubiera avanzado tanto como hasta ahora. Así que le recomiendo que se limite en hacer su trabajo y el resto puede dejármelo en mis manos… Y si necesita más conejillos de india, créame que allá afuera hay un sin fin de hombres desempleados que están dispuesto a lo que sea con tal de ganar dinero.

— ES USTED UN MONSTRUO. — Gritó furioso. — Como es posible que pueda dormir tan tranquilo por las noches, al principio no dije nada porque usted traía indigentes, locos que fueron abandonados por sus familias en un hospital psiquiátrico, personas que estaban en prisión condenados a muerte, personas que no tenían un hogar o a donde ir, hombres sin familia, hombres que deseaban quitarse la vida y usted les hizo creer que su vida mejoraría, que todo sería diferente para ellos, pero ahora… Ya no le ha bastado en traerme esa clase de gente, ahora, se ha dedicado a secuestrar a las personas inmigrantes, a jóvenes que se rebuscan por salir adelante, tal es el caso del paciente número 19,990.

— ¡Ja! Ese era un pobre diablo que lo salvé de su miseria, debería de estar agradecido que lo haya traído aquí. No es más que un vagabundo, buscaba trabajo para estudiar en la universidad, pero en estos dorados tiempos, nadie contrata a personas sin experiencia, nadie contrata sin tener un título, y sin embargo, hay miles de hombres y mujeres que tienen un título universitario y llevan años buscando un mísero empleo y no han logrado colocarse. ¿No le parece que la vida es muy cruel? Tanto sacrificio para nada.

La otra persona apretaba sus manos fuertemente, haciéndolas puños, temblaba del coraje que sentía, ese maldito se burlaba de las necesidades de las demás personas, y se aprovechaba de la situación para engañarlos ofreciéndoles una vida estable, cómoda y un buen trabajo, cuando en realidad, esos hombres nunca volverían a ver la luz del sol, nunca iban a salir de ahí, salvo que fuera en un ataúd. Y muchos de esos hombres, probablemente tenían sueños, planes en sus vidas un futuro por delante, pero ese viejo, no le importa nada, lo único que le importaba era hacerse más rico con su investigación.

Ese desgraciado los trataba peor que basura, para él, no eran más que especímenes, experimentos o conejillos de indias que estaban ahí para cumplir un sólo propósito.

Un día pensó en renunciar, abandonar todo y largarse muy lejos, porque ya no soportaba ver tanto dolor, sufrimiento, agonía, gritos de desesperación y súplicas de esos hombres. Hasta los más machos lloraban ante la impotencia que sentía de no poder liberarse, de no poder hacer nada para salvar su propia vida, de sentirse acorralados y aceptar con humillación de aguantar los malos tratos y que siguieran experimentando con su cuerpo. Estaba decidido en dejarlo todo, pero tal parece que ese viejo lo había llegado a conocer a la perfección, era como si hubiese leído su mente y sabia de su plan de escape. Esa noche, cuando fue sorprendido, su jefe no se veía para nada molesto, tenía un temperamento que hacia helar la sangre de cualquiera, y cuando se tomaba las cosas con calma, solamente significaba una cosa… Nada bueno iba a salir cuando él se mostraba tan amable… En efecto, así fue, ese hombre le advirtió que si volvía a hacer una locura como esa, iba a parar en la cárcel o tal vez en un manicomio, ya que debido a sus influencias que tenía, iba a decir que todo era idea suya y que él no sabía nada al respecto. 

En otras palabras, su vida quedaría completamente arruinada y nadie lo contrataría, eso si algún día lograba salir de la cárcel. Decidió aceptar quedarse con la condición de que lo dejaran vivir su vida. Y llegando a un acuerdo mutuo, el volvió a su trabajo. 

—Lo mejor será que vaya a ver al paciente número 19,990, en vez de estarlo escuchando.

—Quizás eso es lo mejor que puede hacer Doctor, le sugiero que se dé prisa en obtener resultados.

—Le recuerdo, que algunos de los procedimientos llevan tiempo, tengo que sacarle muestras de sangre, estudiar su ADN para ver si es compatible, tengo que hacerle una prueba de resistencia y examinar todos sus órganos, eso sin mencionar que el paciente no tenga antecedentes clínicos o que haya padecido de alguna enfermedad como el VIH o que su sangre no esté contaminada por usar drogas o exceso de alcohol.

—Mi querido colega. — Se le acercó a él para ponerle una mano en su hombro. — Evítese tanto papeleo y exámenes médicos. ¿Por qué no mejor va al grano?

—Usted bien sabe que no puedo hacer eso, además, si me evito tanto papeleo como usted los llama, podríamos perder un buen espécimen con ese joven. — Sin darse cuenta, lo había tratado como un individuo y no un experimento.

—Entiendo a la perfección lo que me está diciendo, por esa razón es que lo he dejado hacerlo a su manera, pero recuerde, que los clientes no les gusta esperar.

—Pues tendrán que esperar, todavía tenemos pacientes en la UCI y pronto tendremos un nuevo pedido que entregar. 

—Espero y esos experimentos puedan llegar a la etapa final, no me gustaría otro incidente… Cada vez que hay fracasos suelo perder millones, y usted sabe que a mí no me gusta perder.

—Mhg… Eso lo sé muy bien.

—Perfecto… Ah, y otra cosa, necesito que me prepare uno de sus pacientes, me gustaría darle un trato especial personalmente. 

—Si sigue con esa tontería, ya no tendremos más conejillos de india.

— ¿Y qué? Por eso no se preocupe, yo me encargo de conseguirle todo lo que le haga falta y usted solamente debe de preocuparse por hacer bien su trabajo. — La voz del hombre era intimidante y muy seria.

—De acuerdo, le escogeré uno de ellos.

—Así me gusta colega, ve que no es tan difícil obedecer. — Medio sonrió con maldad.

—Si eso es todo, iré a ver como siguen las cosas en el laboratorio.

—Adelante, vaya, ya no lo entretengo más.

La otra persona se fue muy molesta, odiaba ese sujeto, en verdad que lo odiaba, todo de él odiaba, su forma de hablar, su sarcasmo, lo hipócrita que era, odiaba cuando metía sus narices en donde no debía, pero lo que realmente odiaba era lo sádico que llegaba a hacer ese hombre. A veces lo sacaba de quicio y cuando lo enfrentaba, solían discutir muy fuerte que recurrían a los golpes hasta que los demás empleados decidían por separarlos. Pero aun así, él no se dejaba intimidar tan fácilmente. 

Llegó a la habitación número 19,990, el espécimen seguía dormido, se maldijo así mismo por haberle inyectado un sedante muy fuerte. Aprovechó el momento para verlo detenidamente, lo miraba de pies a cabeza, pareciera que dormía plácidamente, como si no le preocupara que estuviese encerrado en ese lugar. El joven era muy guapo, su piel era clara, su pelo era liso de color castaño claro, lo tenía un poco largo hasta los hombros, recordaba que el color de sus ojos eran verdes, no era gordo ni flaco, más bien se notaba que hacia ejercicio o que practicaba algún deporte, su estatura era promedio, ni bajo ni alto. Se acercó un poco a él y se dio cuenta que los grilletes lastimaban severamente sus manos, dudó un poco en soltarlo o no, no quería correr riesgos innecesarios, después de pensarlo, decidió quitarle las cadenas que lo mantenían prisionero y al momento de soltarlo tuvo que sostener su cuerpo para que no cayera de golpe al suelo.

Lo cargó en sus brazos y lo llevó a una cama que había en la habitación, ese joven llevaba varios días de estar colgado como si fuera una piñata, por eso se sorprendió anoche del aguante que tenía, tal parece que tuviera buena resistencia, y eso era lo que buscaba en sus especímenes. Una vez que lo acostó, acaricio levemente su cara, su pelo, luego se dirigió a su pecho, metió su mano por debajo de la camisa y acarició uno de sus pezones, en lo que lo acariciaba, acercó su rostro lentamente y lo besó en los labios. Quiso profundizar ese beso, así que pellizco y retorció con fuerza el pezón que estaba tocando, logrando así que el otro medio abriera la boca en cuanto gimió de dolor y aprovechando el momento, pudo profundizar ese beso, metió su lengua hasta el fondo de su garganta, se daba la satisfacción de explorar minuciosamente esa cavidad bucal, se separó un poco al sentir resistencia del otro y vio como respiraba con algo de dificultad. 

¡Chissst! Tranquilo, por este día te dejaré descansar, ya que mañana comenzaré contigo con las pruebas. —Al terminar de hablar, lo besó por última vez. 

Al salir de la habitación, siguió con su recorrido, caminaba lentamente, estaba un poco cansado, lo único que quería era irse a descansar. En ese edificio, ocupaban la parte de arriba para que todos los empleados se quedaran a dormir ahí, cada uno tenía su propia habitación, solamente le daban descanso una vez por semana, ya que las horas laborales eran muy extenuante, pero muy bien pagadas. Si los empleados eran fieles y no daban ninguna clase de problemas, la compañía remuneraba a las familias, dándoles todo lo que necesiten. Y las personas que no tenían familias, de igual manera recibían una remuneración personal, por ejemplo: Gastos pagados, viajes a cualquier parte del mundo, les ofrecían una estadía placentera para que ellos pudieran descansar en sus vacaciones anuales. Pero, nadie podía hablar sobre lo que hacían en su trabajo, nadie debería de saber lo que realmente sucedía en esa Institución.

Todo el personal, se había escogido minuciosamente y eran entrenados para soportar la fuerte presión que se vivía ahí dentro, ellos tenían que vivir prácticamente en un aislamiento total, habían hombres que llevaban años sin ver a sus familias, sus hijos, esposa, esposo, y sólo podían verlos en videos grabados por la compañía, cuando les llegaba la invitación por parte del familiar. Dicha compañía, les hacía firmar un contrato, que de no cumplirse lo establecido, quienes pagaban era la familia, esos hombres vivían temerosos, que algo malo les fuera a pasar o peor aún, que los trajeran aquí para ser usado como experimentos.

Una vez que la persona se acostumbra a la política de la empresa, sus temores van disminuyendo poco a poco, y sus sacrificios son bien recompensados, al saber que sus familias viven con mucha comodidad y no les falta nada. Excepto, cuando hace falta el cariño de un esposo, esposa, padre, hijo, nieto, tío, tía, etc. Pero, no todo era malo, según los que laboraban en esa Institución, ya que se les permitía que hicieran fiestas por lo menos 3 veces al mes. Y en esas fiestas, también solían participar los pacientes, la única diferencia es que ellos se llevaban la peor parte.

—Hola Doctor. 

—Hola, vine a ver cómo va todo.

—Tenemos noticias Doctor Fernando, el paciente número 16,833 ha logrado llegar a la etapa media.

—Al fin una buena noticia en este día. ¿Han seguido las indicaciones?

—Por supuesto que sí, acabamos de hacerle las últimas pruebas para ver que todo vaya bien.

—Eso está bien, recuerden que no hay que fatigarlo mucho y que debe de estar lo más cómodo posible, complázcale en todo sus caprichos, en todos sus antojos, lo que pida de comer deben de dárselo.

—Claro que sí, seguiremos sus instrucciones al pie de la letra.

—Bien, y los demás pacientes, ¿cómo van? 

—Ya tenemos a más de 20 de ellos en estado de terminación, si todo sale bien, en un par de meses tendremos un nuevo pedido que entregar.

—Esos experimentos son los que más necesitan de cuidados, no vayan a descuidarlos ni por un segundo, hay que vigilarlos día y noche y que todas las salas de cirugía estén siempre listas. 

—Así lo haremos Doctor. 

—Bien, si eso es todo, iré a comer.

—Adiós, Doctor Fernando.

—“Por fin, iré a desayunar, esto es tan agotador”. —Pensaba para sí mismo. —“Después de comer, tendré que elegir un paciente para el Doctor Gonzalo, uno que esta vez pueda soportar… Es un maldito, por sus estúpidos caprichos me tengo que deshacer de varios espécimen, a veces me da coraje cuando me pide lo mejor que tenemos, es como si no le importara el trabajo que hago para después venir a echarlo todo a perder. No hay razón para darles sufrimiento innecesario, suficiente preocupaciones tienen ya como para tener que entregarlos a un psicópata demente”. — Todo eso lo pensaba mientras caminaba, había llegado a la cafetería, vio lo que tenían de comida, en cuanto pidió su orden se fue a sentar a una mesa deshabitada. No le gustaba relacionarse con nadie, prefería estar solo, de todas maneras su trabajo no le permite tener amigos, ni familia, así no había necesidad de estarse preocupando por cosas innecesarias y se entregaba por completo a su trabajo. A parte de eso, no tenían nada con que chantajearlo, no tenían como intimidarlo, si no tenías amigos, ni familia, era como que no tuvieras un punto débil.

Aunque en ocasiones, deseaba tener una pareja, alguien con quien hablar y desahogarse un poco, y con las personas que él trabajaba pues no confiaba en nadie, por esa razón es que era muy reservado y callado. Comía de lo más lento que podía, quería tomarse su tiempo en disfrutar de su desayuno y relajarse un poco, pero sin quererlo, su mente recordó cuando besó al paciente número 19,990. Aun no sabía por qué lo había hecho, quizás porque de cierta manera le hizo recordar a su único amigo que tenía en la universidad y que él siempre estuvo enamorado pero no fue capaz de confesarle su amor. Se arrepentía una y mil veces de no haberle dicho cuanto lo amaba. O probablemente lo hizo porque empezaba a sentirse solo.

— ¡Demonios! — Musitó para sí mismo. — “Debo olvidarme de ese estúpido beso, aunque no voy a negar que ese joven no está del todo mal”. — Pensaba y se volvió a reprender por haber tratado a su experimento como un individuo. — “Pero que tonterías estoy pensando, puedo hacer con él lo que yo quiera. No es más que un conejillo de indias al que estudiaré todas sus entrañas. No voy a negar que tiene buena fuerza de voluntad”… “¡Ja! Pero en qué diablos estoy pensando, ese experimento sucumbirá como todos los demás, llorará, rogará para que termine con su sufrimiento, dolor y agonía. Solamente cuando empiece con las pruebas, veré que tan fuerte es su fuerza de voluntad, hay me daré cuenta hasta dónde puede llegar a aguantar. Hasta los más machos lloran como niñas, muchos hasta se orinan y defecan por los terribles dolores que sienten, se retuercen en el suelo como si fueran unos asquerosos gusanos”. — Medio sonrió, pensando en todo lo que le esperaba al número 19,990.

Al terminar de comer, se levantó y se dirigió nuevamente a la sala en donde se encontraban todos los reclusos, por así decirlo, en sus manos llevaba el expediente de cada uno de ellos, analizaba y pensaba cuidadosamente quien sería el sorteado para mandarlo con el Doctor Gonzalo, uno de sus ayudante se acercó a él.

—Doctor Fernando, necesita uno en especial.

—Sí, uno que llene con las expectativas del Doctor Gonzalo.

El hombre sintió un enorme escalofrío recorrerle por todo su cuerpo, el muchacho llevaba no menos de 6 meses trabajando ahí, y no le gustaba las barbaridades que cometía el Doctor Gonzalo con esos pobres infelices, pero no había nada que se podía hacer al respecto, ya que el lema era: Complacer al Jefe en todos sus caprichos… Ya que él era el socio mayoritario de la compañía y por ende, el dueño de la investigación. 

— Con todo respeto Doctor, no cree que…

— Veo que tú tampoco estás de acuerdo con lo que hace el Doctor Gonzalo.

— Bueno, yo, yo no quise decir eso… 

—Ya, ya, es mejor que lo olvidemos… Haré cuenta y caso que tú no me has dicho nada. 

—Muchísimas gracias.

—Que conste que lo hago únicamente porque eres nuevo en esto, pero ya deberías de irte acostumbrado a todas las cosas que suceden aquí. 

—Sí, lo entiendo, nuevamente se lo agradezco.

—Bien, ya que estas aquí, ayúdame a preparar al desafortunado que irá con el Jefe. —Habló con sarcasmo. 

— Le puedo recomendar al número 897.

—No, no, esos han sido uno de los primeros con los que comenzamos la investigación, y también son pocos los que han resistido al experimento.

—Tiene razón… Mmm… Que tal el número 15,532, ayer cumplió un año desde que le hicimos la cirugía.

— Podría ser el candidato perfecto.

— Entonces, quiere que se lo prepare. 

— Sí, quiero que le des un buen baño, lo vistas apropiadamente, pregúntale cuál es su comida favorita. Pero sobre todo, revísalo antes, hazle un estudio para ver si su cuerpo ha reaccionado favorablemente. 

— De acuerdo, así lo haré.

— En lo que tú haces eso, iré a buscar al Doctor Gonzalo y de una vez hablaré con él para que sea un poco más indulgente. 

— A la orden Doctor.

Al decir eso último, se retiró del lugar para ir a buscar a ese maldito sádico y buscaría la manera de convencerlo para que no se le pase la mano esta vez. En cuanto llegó a la oficina del Doctor, entró sin avisar.

—Doctor Gonzalo, acabo de escoger al espécimen que me pidió.

—Muy buen trabajo, solamente espero que resista y me pueda complacer en todo.

—Resistirá si a usted no se le pase la mano, además quiero informarle que es el número 15,532, ayer cumplió un año desde que le hicimos la cirugía.

—Es perfecto, absolutamente perfecto, tendré el privilegio de estrenarlo, de hacerlo mío por completo. 

—También, quiero recordarle que trate la manera de que esta vez no se le pase la mano, no abuse demasiado de él, todavía está en observación y no se le han hecho las demás pruebas para ver si es fértil o no. 

—Acaso, se atreve a decirme lo que tengo y no tengo que hacer.

—No, de ninguna manera.

—Escúcheme bien, Doctor Fernando, sé muy bien que podría ser un buen experimento, por eso no se preocupe, le aseguro que lo sabré tratar con cariño. —Manifestaba sarcásticamente. 

¡Sigh! ¡Ains!... De acuerdo, espero que así sea. Si eso era todo, me voy.

—Aguarde un segundo mi querido colega, necesito que me lo lleven a la habitación especial y asegúrese de que también esté la mesita especial.

— ¿Alguna otra cosa?

—Por el momento eso es todo.

—Bien, me retiro.

Mientras tanto en uno de los cuartos del laboratorio.

—Por favor, no me lleven con él.

—Por su bien, le sugiero que coopere con nosotros número 15,532.

—Hagan conmigo lo que quieran, pero no me manden con ese loco desquiciado.

—Ese loco desquiciado, es el que da las órdenes aquí. Y si él lo ha escogido, es porque quiere comprobar si la cirugía ha funcionado o no. 

El hombre lloraba a mares, no se le hacía justo tener que haber soportado tanto dolor, tantas humillaciones, tantas agujas que le metían en su cuerpo, como que para ahora fuera a caer en las manos de ese sádico. Había escuchado que ese viejo, disfrutaba de herir a las personas, le fascinaba jugar con sus víctimas, le encantaba torturarlos, golpearlos, azotarlos, violarlos hasta el cansancio. Aunque el sujeto pidiera clemencia, ese monstruo no se detenía, no tenía piedad para maltratarlos tanto física como moralmente.

—Se lo suplico, no me manden con él.

—Ya basta de tanto lloriqueo, llévenselo al baño y prepárenlo.

—Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo… Ayúdenme, que alguien me ayude por favooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooorrrrr.

—Sabe muy bien que es inútil pedir ayuda, lo único que hace es malgastar su fuerza.

El hombre luchaba con todas sus fuerzas para poderse liberar de los dos hombres que lo sostenían fuertemente uno a cada brazo, se lo estaban llevando al baño a rastras, cuando en eso se escuchó una voz que venía de la entrada del cuarto.

— ¿Por qué tanto gritos?

—Disculpe usted Doctor, solamente estoy cumpliendo con la orden que me dio.

—No debiste decirle a donde iba ser llevado.

—Yo… No le dije nada se lo aseguro. 

—Ya que, no importa, suéltenlo. 

— ¿Qué? — Todos preguntaron incrédulos a lo que habían escuchado.

—Ya me escucharon, suéltenlo. 

En cuanto los hombres lo soltaron, el hombre corrió hacia donde estaba el Doctor para darle las gracias, pero antes de que pudiera hablar, el otro dijo:

—Si haces todo lo que te ordenen, seré bueno contigo.

— ¿Cómo? — Preguntó estupefacto.

—Si no causas problemas y vas tranquilo acompañando a estos hombres, voy a inyectarte una droga, te ayudará para que puedas soportar todas las arbitrariedades que el Doctor Gonzalo te haga.

— ¿En serio, me ayudará?

—Solamente si no causas ningún problema. ¿Qué decides? —Lo miraba seriamente a los ojos.

— ¿Con esa droga, no sentiré dolor?

—Si sentirás dolor, pero te ayudará a que tu cuerpo se estimule más rápidamente. 

—De acuerdo, lo haré. —Respondió con resignación.

—Bien, es hora de que lo preparen. 

—Sí Doctor. 

El espécimen, siguió a los hombres que se dirigían al baño, se le notaba claramente el miedo que tenía, su cuerpo temblaba y sentía como sus piernas podrían flaquear en cualquier momento. Deseó por un segundo, que todo eso no fuera más que una terrible pesadilla, una pesadilla que deseaba despertar…


Continuará… 



N/A: Espero que les guste mi nuevo fic, sé que prometí que no escribiría uno nuevo hasta terminar con los que tengo pendientes, tuve que hacer una excepción ya que con este fic entraré a un concurso de literatura, y quería subirlo antes para ver que les pareció…


Ayúdenme a mejorar y deséenme éxito, aunque sé que tengo muy pocas posibilidades de ganar, porque allá afuera hay muy buenos escritores y yo simplemente sigo siendo una novata. De ante mano, muchas gracias por tomarse su tiempo en leerme, los invito a todos para que dejen sus comentarios y yo con mucho gusto les contestaré y aclararé todas sus dudas que tengan.


Se despide de ustedes, muy cariñosamente.


Atte.:



             KAT.
 




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